Educar o reeducar al perro. Franco Fassola
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Название: Educar o reeducar al perro

Автор: Franco Fassola

Издательство: Parkstone International Publishing

Жанр: Домашние Животные

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isbn: 978-84-315-5289-3

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СКАЧАТЬ parece indicar que es el origen de la posición de sumisión del perro adulto, boca arriba y mostrando los genitales al dominante. No se sabe con seguridad si esta postura es una adquisición específica del periodo neonatal o si se desarrolla en etapas posteriores del crecimiento, pero se ha observado que en los cachorros criados por el hombre, que han sido estimulados a defecar sin ser vueltos boca arriba, esta postura no se da.

      El instinto de ingerir las heces de los cachorros es un vestigio de la vida salvaje, cuya función era evitar que al descomponerse este material atrajera a los predadores. Con la domesticación ha perdido su función originaria, y en algunos ejemplares puede ser causa de coprofagia (véase el capítulo «El perro tiene la necesidad de vivir en compañía»).

      Después de estas operaciones, los cachorros duermen de nuevo. Estos cuidados por parte de la perra desarrollan la sensibilidad táctil de los cachorros, y les ayuda a conocer el mundo que les rodea. La madre, por su lado, se une a los hijos cuidándolos, apego a la camada. En efecto, si se logra que una perra adopte los cachorros de otra perra, sólo encontrará plena satisfacción con sus verdaderos hijos.

      Los cachorros empujan con las patas para llegar a las mamas de su madre

      El periodo neonatal también se caracteriza por la necesidad de tener un contacto térmico; por este motivo, en ausencia de la madre los cachorros se deben colocar junto a una fuente de calor, que puede ser un radiador o una bolsa de agua caliente.

      El periodo de transición

      El periodo de transición coincide con la tercera semana de vida del cachorro y se caracteriza por el rápido desarrollo psicofísico que experimenta el animal.

      El neonato abre los ojos y empieza a explorar, ayudándose no sólo con el tacto, sino también con la vista y el oído. Produce sonidos diferenciados, ladra y emite los primeros gruñidos. Reduce el tiempo que destina a dormir, que pasa a ser sólo el 65–70 % del día.

      En esta fase del desarrollo aparece el reflejo del sobresalto: en condiciones normales, cuando se da una palmada a unos diez centímetros de distancia, el perro se sobresalta. Este ejercicio sirve sobre todo para valorar si existe un problema de sordera (las orejas se abren al inicio de este periodo), frecuente en razas como el dálmata o el dogo argentino (por predisposición racial), y también da indicaciones en caso de trastorno psíquico causado por la separación precoz de la madre.

      En el periodo de transición el cachorro se liga cada vez más a la madre; este es un momento delicado de su vida, porque en esta fase empieza a relacionarse y a conocer a sus similares.

      El cachorro que es criado solo durante los primeros meses de vida (es decir, en el tiempo que coincide con el periodo de transición, para proseguir con el periodo de socialización, que termina en el cuarto mes), tendrá dificultades para relacionarse con otros perros. Se ha observado, sin embargo, que si ha habido contactos con otros animales que no son de su especie o con el hombre, todavía puede ser recuperado para una vida en relación casi normal.

      Muchas historias de perros intratables empiezan con una separación precoz de la camada cuando son cachorros, y con el aislamiento, justificado quizá para evitar enfermedades contagiosas, en la casa de sus dueños.

      Periodo de socialización y periodo juvenil

      Desde la tercera hasta la décima semana tiene lugar el periodo de socialización, que es el más delicado para el desarrollo del cachorro. Este empieza a aprender a través de la experiencia, elabora respuestas diferentes según el estímulo que recibe y, sobre todo, adquiere la capacidad de interrumpir lo que esté haciendo. Lleva una vida más autónoma, explora el mundo externo, aprende a comunicarse con otros perros, emitiendo señales y descodificando las que le llegan. En este periodo desarrolla los cinco sentidos.

      Hasta este momento, el cachorro ha utilizado principalmente el tacto que, al crecer, se pierde un poco en favor de los otros sentidos, principalmente el del olfato. Este último sentido está muy desarrollado en el perro, como lo demuestra su capacidad para reconocer a un congénere o a un hombre sólo por el olor, seguir pistas e identificar, sólo los machos, los mensajes químicos (feromonas, sustancias químicas secretadas por un animal, que pueden influir en el comportamiento y la fisiología de otro de su misma especie) emitidos por una hembra en celo.

      El labrador es un buen compañero para casi todos los animales, incluidos los gatos. (Fotografía de Visintini)

      El juego sirve para que los cachorros se socialicen. (Propiedad y cría del Pino Azzurro)

      Cachorros disputándose un recogedor. (Propiedad y cría del Pino Azzurro)

      El oído del perro es capaz de percibir una amplia gama de frecuencias y capta también ultrasonidos. Se ha observado que no existen diferencias entre la capacidad auditiva de un perro de talla grande y uno de talla pequeña, ni tampoco entre razas con el pabellón auricular erguido o péndulo (su función es sólo identificar la fuente del sonido).

      El oído es fundamental para el desarrollo psicofísico porque, además del lenguaje químico (feromonas) y corporal, el cachorro se comunica con la emisión de vocalizaciones más o menos intensas y frecuentes, según el momento. Al crecer el perro ladra menos, excepto en las razas criadas precisamente por su capacidad para expresarse con la voz, como los sabuesos y los perros de rastro, en los cuales dicha característica se potencia hasta el punto que el adiestrador sabe qué está haciendo el perro (por ejemplo, si ha encontrado la presa) según las vocalizaciones.

      En el periodo de socialización el cachorro ladra mucho menos, porque tiene otros medios de comunicación – la vista y la comunicación química—. De todos modos, el perro que vive con el hombre puede conservar esta costumbre, porque la ve reforzada por la comunicación verbal de su dueño.

      El perro no tiene una gran capacidad visual, si bien es capaz de distinguir los colores, especialmente el azul, el verde y todas sus combinaciones. Además, tiene una excelente visión periférica que le permite ver, por ejemplo, a la persona que tiene al lado mientras camina. Ve peor de cerca, y al parecer no distingue claramente los objetos situados a menos de 25 centímetros.

      La vista sirve para percibir las señales visuales, como la horripilación (erección del pelo) o las posiciones de las orejas, cuando su congénere expresa alegría o miedo. También reconoce las señales corporales, las posturas, como las de dominio o sumisión.

      En el periodo de socialización el cachorro se relaciona con los hermanos, con la madre, con los seres humanos y con el ambiente externo.

      La relación con la madre es fundamental para su desarrollo psíquico. Se ha comprobado, por ejemplo, que una hembra nerviosa transmite su nerviosismo a los hijos. Si un cachorro es separado de la camada demasiado pronto, a la sexta semana, cuando ya es adulto, puede empezar a tener comportamientos anómalos con otros perros.

      La misma situación se produce si no socializa con el hombre entre las 3 y las 12 semanas, por lo cual es preferible que los cachorros vivan en al ambiente familiar y estén en contacto con sus miembros desde la tercera semana de vida.

      Como se puede observar, estos cachorros respetan la jerarquía a la hora de comer. (Propiedad y cría del Pino Azzurro)

      La tendencia a conocer objetos nuevos surge hacia la quinta semana. En СКАЧАТЬ