¿Hay que coger al bebé en brazos cuando llora? Proporcionarle tranquilidad y confianza de 0 a 2 años. Marie Auffret-Pericone
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Читать онлайн книгу ¿Hay que coger al bebé en brazos cuando llora? Proporcionarle tranquilidad y confianza de 0 a 2 años - Marie Auffret-Pericone страница 5

СКАЧАТЬ «Tienes hambre, es la hora de tu biberón, yo te lo preparo». Sin embargo, Juan no quiere su biberón, y continúa llorando, cada vez con más enfado: «¿A qué se debe este escándalo? ¡Te hago un biberón porque tienes hambre y no lo quieres! Y, además, estás tan nervioso que no puedes ni bebértelo». Sin duda, esta madre está atenta y busca una solución para calmar a su niño. Sin embargo, a pesar del fracaso de su tentativa para tranquilizar a Juan, no pone en duda lo que ella piensa que es lo mejor para él. Sólo algunas afirmaciones responden a su malestar. ¿Qué madre no se ha encontrado alguna vez en esta situación? Sin duda habría sido mejor que Laura dijese, con sus propias palabras: «¿Qué es lo que no funciona hoy? ¿No quieres comer? ¿Tal vez estás muy cansado? ¿No estarás enfermo? ¿Quizá te va a salir un diente? En todo caso, me siento incapaz de ayudarte…». Evidentemente, esto no es una receta milagrosa y no basta para calmar a un niño, sobre todo si se siente irritada por su llanto. Pero formulando estas hipótesis, abre a su bebé la posibilidad de poner palabras a sus emociones y sentimientos, sin arrojar la culpa sobre él. Así, le habla de lo que siente sin reprimirlo, sino dejándole que sea dueño de lo que pueda sentir.

      ¿No es demasiado pequeño para historias de miedo?

      Los cuentos, sin duda alguna, son buenos para los bebés. Los pequeños se adormecen al ritmo de las palabras, de la melodía de las frases, se familiarizan con el lenguaje y con los comienzos típicos de estas historias: «Érase una vez…». Sin duda, al igual que numerosos padres, puede tener la tentación de evitarle las lecturas escalofriantes, bajo el pretexto de que el mundo ya es lo bastante cruel. Pero no sólo leyendo a su hijo de dieciocho meses historias pobladas únicamente de conejitos rosas le evitará las angustias. Aquellas que hablan de la vida cotidiana, de las etapas un poco difíciles de superar (como la entrada en la guardería, la llegada de un nuevo hermanito…) también tienen un papel en el aprendizaje del miedo, de sus emociones y de las de los demás. Los relatos, aunque sean cortos, que abordan temas dolorosos, sugieren al niño mecanismos para superar su miedo: frente a alguien más fuerte, puede demostrar su astucia, desarrollar su agilidad…

      Algunos educadores de guarderías dan testimonio de un éxito importante de los cuentos que ponen en escena ogros y brujas, entre los niños de dieciocho meses. Lejos de originar miedos en los pequeños, les permiten materializar sus angustias. Leyendo una historia a su hijo, le presenta una visión del mundo. ¿Esto es espantoso? Si le cuenta una historia de miedo en un ambiente tranquilizador, señalando las imágenes, subrayando las palabras y estrechándolo contra su pecho, cuando el pequeño héroe está triste o cuando el monstruo sea amenazante, la experiencia sólo puede ser positiva. Mientras tanto, el tono que emplee también tiene su importancia. Lo más adecuado es que se exprese vivamente, pero sin excesos, ya que entonces podría desconcertarse: ¡nada de rugir muy fuerte para imitar al ogro que se come a los niños! Tampoco se enfrasque en largas historias complicadas: la capacidad de atención de un niño de año y medio o dos años se limita a menudo a unos minutos. De la misma manera, no se decepcione si todavía parece no compartir su gusto por la lectura… ¡Simplemente no es su prioridad en este momento!

      Cuando crezca, se irá enfrentando a miedos reales que asociará a estos miedos imaginarios, lo que es muy positivo. ¡Entonces, verá cómo los relatos de miedo se vuelven a solicitar con mucho énfasis!

      Me dicen que lo protejo demasiado…

      ¡Simón tiene suerte! Su padre es bombero, un auténtico bombero, con un casco brillante y que conduce un camión rojo. A los siete meses, Simón todavía no se imagina el éxito que tendrá entre sus compañeros cuando cuente que su padre se sube a lo alto de la gran escalera. Por el contrario, lo que siente confusamente Simón es que todo lo que emprende es un potencial peligro, ya que su padre ha visto muchos accidentes… ¿Su hermano está comiendo? ¡Cuidado, podría atragantarse! ¿El baño? Prudencia: uno se puede ahogar tan rápido… ¿Se pone de pie? Cuidado, se va a caer… ¡Y, seguramente, Simón se cae, ya que su papá lo ha previsto!

      El padre de Simón, como todo papá (o mamá) «gallina», está movido por las mejores intenciones del mundo… Pero este exceso de precaución, en lugar de dar confianza al niño, le proporciona la sensación de que el mundo es una amenaza, y que el peligro está en todas partes, lo que contribuye a reforzar su sentimiento de inseguridad. ¡Y también aquí las palabras tienen su importancia! Cuando el padre de Simón le dice: «Te vas a caer», ¿es una orden o un aviso de alerta? Sería mejor que dijera: «¡Cuidado, puedes caerte!», ya que esto no le obliga a obedecer…

      ♦ No anticiparlo todo

      Para cada padre resulta, por tanto, de suma importancia encontrar el nivel de protección normal que permita al niño experimentar con su cuerpo en diferentes situaciones.

      Si a los dieciocho meses siente ganas de acariciar a un gato, se le puede dejar que lo haga estando siempre cerca de él, sin asegurarle: «¡Ten cuidado, te va a arañar!». Hacia los dos años, si le dice que tiene mucho calor y quiere quitarse su chaleco, puede darle un voto de confianza, ¡salvo en el caso de temperaturas extremas!

      No intente siempre anticipar lo que puede sentir. Para desarrollarse en armonía, el bebé debe poder experimentar e innovar. Afortunadamente, en una pareja, raramente ambos son hiperprotectores. Uno de los dos puede acompañar al niño en sus exploraciones más aventuradas.

      Tal vez aquellos que insinúan que usted protege demasiado a su hijo no tengan necesariamente razón. En este ámbito, también, existen modas e ideas heredadas, y esto sin contar a aquellos que creen que lo saben todo porque han criado cuatro hijos o han hojeado unos libros sobre el tema… Usted no está obligado a sintonizar con su madre en lo referente a la educación de su bebé. Sin embargo, si oye con mucha frecuencia que lo protege demasiado, puede haber un fondo de verdad… ¿Tal vez le duele verlo crecer y alejarse de su lado?

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