Россия и Европейский Союз в 2011–2014 годах. В поисках партнёрских отношений V. Том 2. М. Л. Энтин
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СКАЧАТЬ tampoco sale bien. No podemos acabar con la costumbre heredada de la época soviética de proclamar algo y luego, al no salir nada, dejarlo en abandono y plantear una consigna nueva no menos hueca. Sería bueno deshacerse de esta costumbre.

      Viene a la mente un cuento muy viejo, con la barba muy larga, de los tiempos soviéticos. Un magnífico barco turístico blanco y grande zarpa del malecón. Por la cubierta pasea el público bien vestido. Todo el mundo está de buen humor. El ambiente es festivo, todos están en espera de algo bueno y agradable. El barco se aleja de la orilla y de repente empieza a tocar la sirena, fuerte, larga, impresionante. Luego otra y ota vez… Después la nave se para en alta mar balanceando pacíficamente en las olas. El asombrado público pregunta al capitán:

      – “Señor, ¿qué pasa, por qué estamos parados?” El capitán responde a la pregunta preguntando:

      –”¿Qué tal la sirena? ¡Es fantástica! ¿verdad? ¡Un sonido profundo, poderoso, magnífico! ¡Cómo suena! ¡Es la mejor de todas las sirenas!

      –“Sí, – confirma la gente-, la sirena es estupenda, nos ha gustado mucho, ha sido un placer, pero ¿por qué estamos parados?”

      –“ Es que hemos gastado toda la fuerza en hacer sonar la sirena y no nos queda nada “.

      Una anécdota exagerada, claro está, pero así es este género. No obstante, Rusia y la UE lo hacen en la práctica. Primero, Rusia, la UE y los Estados-miembros de ésta concertaron el Acuerdo de Colaboración y Cooperación (en la isla de Corfú,1994). Era un buen acuerdo, fundamental, orientado a la integración, multifacético, con todos los regímenes jurídicos necesarios, con las normas de acción directa, dirigido a la perspectiva, con que se había formado una base sólida para la formación de todo el complejo de los vínculos bilaterales y multilaterales.

      ¿Por qué no desarrollar las relaciones de partenariado?¿Cuál es el problema? Pues no. Nada de eso. La UE y sus Estados-miembros en seguida trataron de usarlo como instrumento de presión. Moscú reaccionó adecuadamente. Muchas de sus cláusulas resultaron en suspenso. Al pasar el tiempo el Acuerdo fue calificadocomo caduco, sin tener en consideración la evolución rápida que experimentaban las partes.

      Así pues, no se logró establecer relaciones de partenariado fuertes o por lo menos normales. Entonces Moscú y Bruselas declararon amistosamente que desde aquel entonces tenían relaciones del partenariado estratégico.

      A decir verdad, la asociación estratégica tampoco funcionó bien. Nadie y nunca pudo conocer qué tipo de compromisos estratégicos mutuos asumían los socios estratégicos y qué cosa era el partenariado estratégico como tal. Pero la consigna proclamada no aminoró las críticas al Kremlin, ni las divergencias profundas ni la feroz competencia.

      Las partes no tardaron en proponer lo nuevo: la formación de los espacios comunes en el campo de la economía, la seguridad exterior e interior, la ciencia y la educación. Más tarde con estos fines fueron adoptadas las hojas de ruta de su construcción y formación.

      Pero a las hojas de ruta se les atribuyó un carácter no vinculante. La abstracción de espacios comunes no se llenó en gran parte con un contenido concreto. A pesar de varios éxitos locales, nada cambió significativamente después de emprenderse su construcción. O sea, el resultado es de siempre.

      Cuando los interminables discursos sobre los espacios comunes y las hojas de ruta fastidiaron hasta la coronilla, las partes inventaron una cosa de moda. Presentaron la iniciativa del “Partenariado para la modernización”, la que fue discutida en la Cumbre de Estocolmo y adoptada seis meses después en la Reunión Cumbre de Rostov del Don. Luego se dedicaron a componer un plan de trabajo renovable regularmente para materializar la iniciativa.

      Suena muy hermoso, es indudable. Está de moda, es impactante y actual. Además, responde a las exigencias reales de desarrollo de las relaciones entre Rusia y la Unión Europea. Aunque las anteriores tampoco sonaban mal. Al mismo tiempo, presentaban una visión clara de cómo tendría que ser su futuro común.

      De tal modo, lo principal es tomar en cuenta los errores del pasado y no aceptar la iniciativa como consigna, sino una tarea concreta a realizar. Pues, es de reconocer, es mucho más constructiva.

      Libro de cocina para los políticos

      Contiene todo lo necesario para abordar al fin de cuentas la resolución práctica de los problemas que preocupan a Rusia y la UE, a nuestros pueblos, la sociedad europea. Incluye todas las recetas que se necesitan. Como en un buen libro de recetas, que si uno las cumple puede convertirse en un excelente culinario.

      En Rusia prácticamente en cada hogar se guarda el Libro de comida saludable y útil editado por primera vez en los años 50 del siglo pasado. No conozco otro libro de cocina que sea mejor. Es sencillo, refinado, comprensible, práctico. Con su ayuda uno puede preparar cualquier plato sabroso: entremeses, primer plato, segundo plato y el postre. Lo único que se requiere son las ganas. El “Partenariado para la modernización” se parece mucho a ese Libro.

      La iniciativa y el plan de trabajo de su realización no rompen nada. Nada abolen. Nada borran. Son continuación de las hojas de ruta de la formación de espacios comunes y proponen hacer más exitosos los mecanismos y las estructuras organizativas creados para su materialización.

      Las ventajas del “Partenariado para la modernización” son, como mínimo, varias. Primero, ofrecen la lectura más actualizada del contenido de las relaciones entre Rusia y la UE y de las necesidades a las que deberían responder.

      Segundo, priorizan las tareas a las que Moscú y Bruselas deberían dedicarse.

      Tercero, orientan hacia el logro del resultado concreto necesario a la sociedad, el Estado y el negocio en los plazos establecidos.

      Cuarto, permiten construir un techo común para albergar diferentes programas, proyectos y líneas de la actividad.

      Quinto, es ventajoso para Rusia y la UE. Con su ayuda es posible plantear y resolver tareas del mejoramiento de la competitividad de Europa en general.

      Sexto, es formidablemente concreto. No da cabida a las abstracciones y consignas (¡ojalá!).

      El “Partenariado para la modernización” contiene todo lo principal. La plasmación de la iniciativa permitirá concluir el proceso de la incorporación de Rusia en la economía global. Por ello, las conversaciones sobre la pronta formalización de la adhesión de Rusia a la OMC se convierten en uno de los elementos del plan de acción para llevarla a cabo.

      El “Partenariado para la modernización” orienta al trabajo conjunto para el paso de Rusia a la vía de la “economía verde”. Por consiguiente, el hincapié particular en el plan de trabajo se hace en la colaboración en el sector energético: el ahorro energético, el uso activo de las fuentes renovables de la energía, las producciones y tecnologías concretas o la proyección conjunta de desarrollo del sector hasta el año 2050.

      El “Partenariado para la modernización” apoya la realización de los proyectos industriales e innovadores de grandes dimensiones mutuamente beneficiosos importantes a los que Rusia, la UE y sus Estados miembros prestan una especial atención. Entre ellos, el lanzamiento de los vehículos espaciales rusos del cosmodromo francés en el ecuador, el acoplamiento de los sistemas espaciales de posicionamiento diseñados en Rusia y la Unión Europea, etc.

      El “Partenariado para la modernización” incluye la renovación tecnológica de muchos sectores de la producción industrial que la dirección rusa considera como los campos posibles de la especialización de la economía nacional. Entre ellos, la farmacéutica, las nanotecnologías, СКАЧАТЬ