Название: Solo el amor nos puede salvar
Автор: Juan Pablo García Maestro
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Proa
isbn: 9788428563949
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El segundo capítulo es una reflexión con motivo del Año de la Fe que desde el mes de octubre de 2012 hasta noviembre de 2013 se celebró en la Iglesia Universal. En esas fechas (del 11 al 27 de octubre de 2012) se celebró un Sínodo de los Obispos sobre la Nueva Evangelización y conmemorábamos también los 50 años del inicio del concilio Vaticano II.
Sostenemos que la auténtica fe es la que afirma un Dios verdaderamente liberador de todos. Solo podemos reconocer a Dios como Dios si se le concibe como Aquel que impele al hombre a ser hombre. Los «dioses» que los hombres utilizan para encubrir sus injusticias o para destruirse unos a otros no pueden ser expresión del Misterio absoluto e inefable.
Solo el amor es digno de fe. Por eso el papa Benedicto XVI en su Carta Apostólica Porta fidei afirma que el Año de la Fe era también una ocasión para intensificar el testimonio de la caridad (PF 14). Con el apóstol Santiago también nos preguntamos nosotros: «¿De qué le sirve a uno, hermanos míos decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá salvarlo la fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen de sustento diario, y alguno de vosotros le dice: «Idos en paz, calentaos y hartaos, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta» (Sant 2,14-17).
Las religiones si quieren aportar su sentido y significado más genuino no han de ser instrumento de poder, violencia y guerra, a causa de los fundamentalismos. Por eso el tercer capítulo es una reflexión sobre las religiones y su compromiso por la paz. Somos conscientes del hecho que la guerra puede ser decidida por pocos, la paz supone el empeño solidario de todos (Juan Pablo II).
En los últimos veinticinco años, la Iglesia católica ha recorrido el camino nada fácil pero necesario de la paz, todo ello bajo el espíritu de Asís. Creemos que Juan Pablo II realizó un gesto profético de gran hondura al reunir por primera vez en Asís a todos los líderes religiosos del mundo para orar por la paz. Asís fue un fruto maduro del concilio Vaticano II, que un Papa del Concilio, Juan Pablo II, se encargó de recoger. Y otro papa del Concilio, Benedicto XVI, se ha encargado de hacer de nuevo el jueves 27 de octubre de 2011 en la ciudad de Asís.
En el capítulo cuarto nos centramos en el diálogo islam y cristianismo. El Corán afirma que aquellos que entran en el paraíso «no escucharán allí ningún discurso vano, sino solamente: “Paz” (Sura 19, 26), y Jesús prometió a sus discípulos una paz que no es de este mundo (cf Jn 20,19-21).
Somos conscientes que estamos lejos de esta meta, pero más que dejarlo por imposible de realizar, deberíamos comprometernos cristianos y musulmanes para crear ya aquí la cultura de la paz. En Kaduna (Nigeria), una ciudad que ha sufrido tanta violencia a causa de las diferencias religiosas, un grupo de cristianos y musulmanes colaboran para educar a la resolución de los conflictos.
El quinto capítulo es un análisis del por qué la Vida Religiosa debe tomar en serio el reto del diálogo
interreligioso. El 2015 es un año también dedicado a la Vida Consagrada y creemos que sería una ocasión para hacer una relectura de nuestros carismas y compromisos de caridad a partir de las otras espiritualidades de otras creencias.
El papa Juan Pablo II recordó que por el diálogo hacemos a Dios presente en nosotros; cuando nos abrimos al diálogo con los otros, nos abrimos a Dios. También nos ayuda a reavivar nuestra Vida Consagrada y ahondar nuestra identidad de consagrados.
El religioso hoy es interreligioso. La praxis interreligiosa debe marcar su vida. Ayuda a los religiosos y religiosas a experimentar su empobrecimiento; a dejar entrar en su casa, a ser hospitalarios, a acoger, a retocar su propia identidad; nos pondrá en camino hacia el encuentro de un mismo Dios, o en expresión de Javier Melloni a ser nómadas del Absoluto, aunque a ese camino lleguemos por senderos diversos. Nos confirma que nuestra sed de Dios es compartida por muchos y que la revelación que nos ha llegado por Cristo Jesús es providencial y espléndida para los otros. Este diálogo nos lleva hasta la Trinidad; de ahí parte la gran fuerza de intercambio de creyente cristiano y hacer nuestras las palabras de Juan Pablo II: «La presencia y la actividad del Espíritu no llega solamente a los individuos sino que también llega a la sociedad y a la historia, a los pueblos, las culturas y las religiones»[4].
El sexto y último capítulo pretende ser una reflexión, aún incompleta, del diálogo interreligioso en el pontificado del papa Francisco, teniendo especialmente en cuenta sus gestos y encuentros cuando era arzobispo en Buenos Aires y a su vez sus aportaciones en el tiempo que lleva como Papa en la Iglesia católica.
El papa Jorge Bergoglio está convencido de que todas las religiones tienen un punto en el que se conectan. La habilidad es encontrar ese punto y dejar de lado las diferencias, para avanzar en el diálogo y la unidad. La Iglesia católica es consciente de la importancia que tiene la promoción de la amistad y el respeto entre los hombres y mujeres de diferentes tradiciones religiosas. Y podemos hacer mucho por el bien de los que son más pobres, de los más débiles, de los que sufren, para promover la justicia y la reconciliación, para construir la paz.
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