La caja de los hilos . Antonio Moreno Ruiz
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Название: La caja de los hilos

Автор: Antonio Moreno Ruiz

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Fuera de Colección

isbn: 9788428837835

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СКАЧАТЬ tiempo? Si ha sido un instante. Has llegado al fondo y has vuelto a subir en un pestañear de ojos –soltó sorprendido el recién casado.

      –¿En serio? A mí me ha parecido una eternidad. Y ese hombre, Joaquín… –dijo mientras le tomaba la cara con ambas manos– ¡Se parecía a ti!

      –Sí, sí, se parecía a mí –le siguió la corriente su joven esposo mientras la ayudaba a levantarse–. Anda, vámonos para la casa a ponerte ropa seca y a que te vea mi primo Absalón, que es médico porque yo no me quedo tranquilo.

      Los dos jóvenes novios volvieron junto a los invitados a la boda que acabó felizmente, a su tiempo, quedando el episodio de la serpiente y la piscina en una más de las múltiples anécdotas familiares.

      Esta historia de Joaquín y Ana me la contó mi madre, que es la partera de Nazaret. Nueve meses después de este episodio, un 8 de septiembre, nació un precioso bebé al que pusieron por nombre María. Mi madre, me contó que nunca vio a una madre tan feliz de ver que su primogénito no era un varón. Y en el parto ocurrió algo excepcional, al romper aguas, la sala se inundó de olor a nardo. Nardo puro como nunca mi madre había olido cosa igual.

      A la niña yo la he visto varias veces por el pueblo, y es verdad que tiene los ojos del padre. Cuando la gente se lo menciona, Ana siempre responde lo mismo: “Los ojos, de Joaquín; y la boca y la nariz de un ángel. De mi pequeña hermanita ángel Peraj”.

      “Virgen niña”, Colegio Obispo San Patricio, Málaga.

      2

      El cuerpo

      #HilodelaAsunción

      De Jesús, sabemos que murió, resucitó, visitó a los suyos y luego ascendió al cielo; pero ¿y de María? Si murió, ¿por qué no visitamos su tumba? Y, si vive, ¿por qué no hablamos de su resurrección? Te lo explico:

      Venerar las reliquias de los santos es una de las tradiciones más arraigadas en el cristianismo. Millones de fieles acuden cada año a Roma, a rezar ante la tumba de san Pedro y san Pablo; o a Santiago, donde reposan los restos del apóstol que da nombre a la ciudad. Las catacumbas romanas nos hablan de la importancia que daban los primeros cristianos a los enterramientos. Aquellas que albergaban los cuerpos de los santos más populares, pronto se convirtieron en lugar de culto y peregrinación.

      ¿No es curioso entonces que no se conserve el cuerpo de María, la madre de Jesucristo?

      Quienes se jugaron la vida por conservar las reliquias de los primeros mártires, ¿olvidaron guardar las de aquella de la que el Evangelio dice que será felicitada por “todas las generaciones” 7? ¿No tiene mucha lógica, verdad?

      Lo cierto es que, desde los primeros siglos, la tradición de la Iglesia creyó en el acontecimiento que celebramos cada año el 15 de agosto; aunque no fue hasta hace relativamente muy poco (1950) cuando la Iglesia proclamó solemnemente el dogma de la Asunción corporal de María. Es decir, ese día celebramos que María está en el cielo no solo en alma (como el resto de los que han muerto y han sido merecedores de dicho destino), sino también en cuerpo. Exactamente igual que Jesús.

      Te recuerdo que los cristianos creemos en la “resurrección de la carne”. Así lo proclamamos en el credo y así será al final de los tiempos, cuando tu cuerpo y tu alma, temporalmente separados por la muerte, se reúnan. Por eso, lo de María es un singular privilegio. Su cuerpo no ha experimentado la corrupción (lo que no haga un hijo por su madre…).

      Pero entonces, si estaba viva y ahora está en el cielo, ¿por qué nunca hemos escuchado hablar de la resurrección de María? La razón es inquietante… Y es que no podemos afirmar categóricamente que María muriese.

      –¡Bang! ¡Qué notición! ¿Decís los cristianos que hay una mujer, María de Nazaret, que lleva 2.000 años viviendo? Una razón más para pensar que estáis zumbados.

      –¡Quieto, que lo explico!

      Resulta que en los orígenes de esta fiesta está la celebración de la “Dormición de María”. Suponía esta efeméride que María no llegó a morir, sino que su asunción o “tránsito” se produjo tras quedarse “dormida”.

      La justificación teológica es que, si la muerte se considera consecuencia del pecado (la desobediencia de Adán y Eva), y María fue preservada de todo pecado desde su concepción (Inmaculada), la muerte no debería haberle hecho mella. Sin embargo, esta misma ausencia de pecado la tuvo su hijo Jesús. Y él sí que fue sometido a la muerte y recibió sepultura. Lo lógico, por tanto, es suponer que María también murió, como ser humano que es. Y, de hecho, son muchas las fuentes antiguas y los testimonios de teólogos insignes que se refieren a la Asunción usando términos alusivos a su muerte y posterior resurrección.

      Pero ojo a cómo en la definición solemne del dogma (un dogma es una verdad de fe contra la que no se puede ir en contra), el papa Pío XII evita hablar de qué ocurrió físicamente: Dice el texto: “pronunciamos, declaramos y definimos ser dogma de revelación divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celeste”.

      “Cumplido el curso de su vida terrena”, dice. Así evita decir si murió o si se durmió. ¡Listo el Papa!

      Tienes que entender que un dogma no se proclama todos los días y que hay que afinar mucho las palabras para decir solo lo que sabemos al 100%. Y, si caben dudas, aunque sean mínimas, mejor no mojarse.

      Aquí la cosa estaba muy clara. La fe nos lleva a afirmar la Asunción de María por la tradición milenaria, el testimonio ininterrumpido de santos, teólogos y del pueblo de Dios… ¡Si hasta se hizo una encuesta a todos los obispos del mundo para que opinaran!

      Es muy bonito leer el texto completo que acompaña la proclamación de este dogma y que explica que esto no es una verdad de fe porque se le haya ocurrido a un Papa sino porque es lo que ha creído, cree y seguirá creyendo toda la Iglesia 8.

      Quienes no conocen la Iglesia, piensan que la doctrina eclesial es vertical, que unos pocos (la jerarquía) dice a la mayoría (los fieles) en qué tienen que creer. Desconocen que el sentido común de los fieles o “sensus fidei” es, en muchas ocasiones, quien mueve a los Papas a pronunciarse.

      Así pasó también con el dogma de la Inmaculada Concepción que tanto promovieron los fieles españoles. Por eso, incluso antes de su proclamación solemne, el Papa puso a España bajo su patronazgo. Y no es que las verdades de fe sean como los puntos de un programa electoral que se votan democráticamente, sino que el Espíritu Santo sopla sobre la Iglesia toda, no solo sobre los obispos. Y cuando hay una verdad de fe creída, celebrada y vivida por la amplia mayoría de los creyentes, el magisterio con su debido discernimiento no puede más que considerar ese “instinto de la fe” como verdad revelada.

      En este caso, el papel de la jerarquía se parecería al de la Real Academia de la Lengua Española, con su lema: “Limpia, fija y da esplendor”.

      Volviendo al texto de definición del dogma, si te paras a leerlo detenidamente, es curioso que use el verbo “asumir” en pasiva. Dice que María “fue asunta en cuerpo y alma…”. Y es importante porque, si bien Cristo СКАЧАТЬ