Название: Guerra y viaje
Автор: Autores Varios
Издательство: Bookwire
Жанр: Социология
Серия: Oberta
isbn: 9788437082516
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En el Cantar de Rolando, la combinación de las guerras carolingias con la nueva temática de las Cruzadas2 vuelve a conectar el viaje con la incursión guerrera, pero esta vez en sentido recíproco: los cristianos y los infieles se invaden y se devastan mutuamente. El narrador dice: «Er waere frî oder eigen, si kêrten ûf die heiden» («Ya fueran libres o siervos, se pusieron en marcha contra los paganos») (vv. 165-6).3 Carlomagno se lamenta: «die heiden tuont uns grôzen scaden. / si rîtent in diu lant. / si stiftent roub unde brant. / diu gotes hûs si stoerent. / daz liut si hinfüerent / unt opherent si den abgoten» (vv. 200-205) («Los paganos nos causan graves perjuicios: irrumpen en nuestras tierras, roban e incendian, destruyen las iglesias, raptan a las gentes y las sacrifican a los ídolos»). Después dice el narrador de los infieles: «unz an der erde ende / hêten si sich besendet / ûz allen heidenisken rîchen. / vil harte vermezzenlîchen / fuoren si ir strâze» («habían pedido refuerzos a todos los reinos paganos, hasta en el fin del mundo; y siguieron su camino con gran osadía») (vv. 291-295).
En esta versión alemana, la temática de la cruzada está más acentuada que en la francesa: los héroes mueren como mártires de la fe sin rastro de ambiciones de gloria terrena o sin implicaciones políticas aparentes (Brunner, 1996: 102). Probablemente nos encontramos aquí ante un fenómeno de literaturización de la experiencia histórica de las primeras cruzadas (Kartschoke, 1996: 796), cuando surgen las ya mencionadas conexiones con el peregrinaje. Desde el momento en que, en el Concilio de Clermont (1095), el papa Urbano II había hecho un llamamiento a una guerra de liberación de los Santos Lugares y proclamado la Primera Cruzada, dichas expediciones guerreras se equipararon con una peregrinación, es decir, con una de las formas de viaje más extendidas en la Edad Media. La expectativa de conseguir indulgencias participando en ellas las acerca todavía más al peregrinaje. Al principio del Cantar de Rolando, el obispo Turpín, que también forma parte del ejército carolingio, dice en su arenga a los guerreros: «Wol ir heiligen pilgerîme, / nû lât wol schînen, / durch waz ir ûz sît komen / unt daz heilige criuze habet genomen» («Bien, santos peregrinos, ahora tenéis que hacer patente por qué os habéis puesto en camino y habéis tomado la cruz») (vv. 245-248). Y más tarde, ya durante la batalla, «mit den worten sprechen wir iu antlâz» («con estas palabras os concedemos la absolución») (vv. 3929).
Pero en la literatura alemana medieval existe otro poema épico de temática de cruzadas de mucha mayor profundidad y envergadura que el Cantar de Rolando. Se trata del Willehalm de Wolfram von Eschenbach, de principios del siglo XIII. También este texto está basado en una fuente francesa, La Bataille d’Aliscans, que, al igual que la Chanson de Roland, pertenece al ciclo de las guerras carolingias, con una estructura muy similar: dos batallas, de las cuales la primera es ganada por los infieles y la segunda por los cristianos. En el Willehalm, la causa del viaje es una reedición de la de la Guerra de Troya (recuperar a la mujer robada) enmarcada en las luchas entre cristianos e infieles.
Willehalm, hijo del conde Enrique de Narbona, y desheredado por su padre, tiene que vagar por el mundo en busca de honores y recompensas en las guerras contra los sarracenos. Durante su cautiverio en Bailie, se enamora de Arabel, hija de Terramer, rey de nueve países o territorios infieles (entre ellos Cordes, que podría identificarse con Córdoba) y esposa de Tybald, rey de cuatro países (entre ellos Sybilje, que podría identificarse con Sevilla), y sobrino de Marsilje, rey de Zaragoza en el Cantar de Rolando. Ella le corresponde, y abandonando a su marido e hijo, huye con él a la Provenza y se bautiza bajo el nombre de Gyburc. Terramer y Tybald reúnen entonces una gran coalición de príncipes y dignatarios sarracenos que irrumpe en la Provenza para recuperar a Gyburc/ Arabel y vengarse de Willehalm (más aparte una serie de reivindicaciones territoriales). Así empieza ese gran viaje: «die vürsten uz sime riche, / die vuoren kreftecliche, / den erz gebieten wolte (...) er bedacte berge und tal, / do man komen sah den werden / uz den schiffen uf die erden / durh den künic Tybalt» (10, 3-5; 12-15)4 («Los príncipes de su reino se pusieron en camino con gran poderío en cuanto él se lo pidió (...) Cuando se vio venir al noble señor Terramer saliendo de los barcos hacia tierra en ayuda del rey Tybalt, cubrió los montes y el valle con sus huestes»). En una primera batalla en Alischanz (junto a la actual Arles), la superioridad numérica de los infieles es abrumadora y los cristianos tienen que darse por vencidos. Los infieles avanzan hasta el castillo de Willehalm en Oransche, que es defendido valientemente por Gyburc y sus gentes. Willehalm, por su parte, acude a la corte del rey Luis (hijo de Carlomagno) en Munleun para pedir ayuda. El rey en un principio se muestra muy reticente a concederla hasta que Willehalm monta en cólera y la descarga violentamente en su hermana, la reina. Las súplicas de Alyze, hija del rey, y la mediación de Irmschart, madre de Willehalm, consiguen la reconciliación, hasta el punto de que el rey decide enviar al ejército imperial (hasta entonces Willehalm había luchado sólo con su propia gente) para un segundo encuentro contra los infieles. Antes de esta segunda batalla, Gyburc pronuncia un largo discurso ante las tropas cristianas en el que muestra su horror ante la guerra, que sin embargo considera como inevitable, y pide a los combatientes que respeten a los infieles, que son también criaturas de Dios. Este discurso es el más importante añadido de Wolfram con respecto a la fuente francesa. Suele llamársele «Toleranzrede», y es considerado como algo inusitado en la época.5 En realidad, lo que pide aquí Gyburc es simplemente que se respeten las leyes caballerescas de combate honroso, no que se deje de luchar: por un lado dice «die roemischen vürsten ich hie man / daz ir kristenlich ere meret» («a los príncipes del Sacro Imperio Romano os exhorto a que aumentéis la honra del cristianismo») (306, 18-19); por otro, «hoeret eines tumben wibes rat, / schonet der gotes hantgetat» («escuchad el consejo de una mujer ignorante: respetad a las criaturas de Dios») (306, 27-28). En la primera batalla eso no había sucedido: «da wart sölhiu riterschaft getan, / sol man ir geben rehtez wort, / diu mac vür war wol heizen mort» («ahí se luchó de tal manera que, en palabras exactas, puede hablarse de una masacre») (10, 18-20); «man nam da wenic sicherheit, / swer den andern überstreit» («si alguno vencía al otro, no se hacían prisioneros») (10, 27-28). En la segunda batalla los cristianos vencen, aunque a costa de muchas y muy graves pérdidas. Willehalm devuelve a Terramer a todos los reyes prisioneros y también a los reyes caídos en el combate para que reciban honras fúnebres de acuerdo con las costumbres de su religión. El final está incompleto, y no se sabe si es debido a la voluntad o a la muerte del autor. En todo caso, aquí se cierra el ciclo con otro viaje: la retirada del ejército sarraceno.
Willehalm es una de las pocas epopeyas medievales alemanas que tematizan la guerra: describe batallas campales interétnicas y combates individuales con cambios de perspectiva, de cerca y de lejos (Bumke, 1997: 210). Wolfram se distancia de las descripciones de batallas en la épica heroica «Man sol dem strite tuon sin reht: / da von diu maere werdent sleht» («Hay que describir la batalla correctamente, para que la narración no se resienta») (385, 1-2), y narra de forma «realista», destacando las pérdidas por ambas partes. Pero ante todo reflexiona sobre los motivos y el sentido СКАЧАТЬ