Название: Vida en marte
Автор: Tracy K. Smith
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Poesia
isbn: 9788412359879
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Que no es, en realidad, un hombre, enviado para entender
A la ristra de estadounidenses de culo inquieto
Que ahora lo persiguen. Un hombre que huye.
Un hombre que debe coger un barco, desechar una carga,
Este mensaje lanzado al espacio… Aunque
Tal vez se parezca más a la vida debajo del mar: silenciosa,
Boyante, extrañamente benigna. Reliquias
De un diseño obsoleto. Hay a quienes les gusta imaginar
A una madre cósmica mirando a través del polvo de las estrellas,
Diciendo sí, sí, cuando nos tambaleamos hacia la luz,
Mordiéndose el labio si titubeamos al borde de algún precipicio. Anhelando
Estrecharnos contra su pecho, ella confía en que todo saldrá bien.
Mientras el padre irrumpe a través de habitaciones contiguas
Vociferando con la fuerza del Venga Tu Reino
Sin preocuparle nada lo que pudiera mordernos con su mandíbula.
A veces, lo que veo es una biblioteca en una población rural.
La amplia sala repleta de estanterías. Y los lápices
En una taza de Tráfico, mordisqueados por todo el vecindario.
Los libros han vivido aquí desde siempre, perteneciendo
Por largos periodos a uno u otro en la breve secuencia
De apellidos, hablando (sobre todo por la noche) a un rostro,
Un par de ojos. Las más extraordinarias mentiras.
2.
Charlton Heston está esperando a que lo dejen entrar. La primera vez lo pidió
[educadamente.
La segunda vez, con fuerza desde el diafragma. La tercera,
Lo hizo como Moisés: con los brazos alzados, el rostro un blanco apócrifo
Camisa impoluta, traje de corte, se inclina un poco al llegar,
Luego se estira. Examina la habitación. Permanece de pie hasta que le hago una señal,
Entonces se sienta. Los pájaros comienzan su charla nocturna. Alguien enciende
Una hoguera afuera. Si me queda, tomará whiskey. Si no, agua.
Le pido empezar por el principio, pero empieza su narración a la mitad.
Así fue una vez el futuro, dijo. Antes de que el mundo se volviera loco.
Héroe, superviviente, la mano derecha de Dios, yo sé que él ve la blanca
Cara de la luna donde yo veo un lenguaje construido con ladrillo y hueso.
Se acomoda erguido en su asiento, toma un largo y melodramático aliento,
Después lo deja escapar. Por lo que sé, fui el último hombre verdadero en la tierra, Y:
¿Puedo fumar? Las voces de fuera se apagan. Los aviones sobrevuelan yendo y viniendo.
Alguien grita que ella no quiere irse a la cama. Pasos sobre nuestras cabezas.
Una fuente en el patio del vecino balbucea para sí, y el aire de la noche
Suena dentro. Eran otros tiempos, dice, comenzando de nuevo.
Fuimos pioneros. ¿Vas a luchar para sobrevivir aquí, cabalgando la tierra
¿Hacia Dios sabe dónde? Pienso en la Atlántida sepultada bajo el hielo,
Un día perdida de vista, la orilla de donde emergió ya glacial y desolada.
Nuestros ojos se acostumbran a la oscuridad.
3.
Quizá el gran error sea creer que estamos solos,
Que los otros vinieron y se marcharon –en un abrir y cerrar de ojos–
Cuando en toda su extensión, el universo podría estar congestionado,
Repleto hasta los bordes de energías que jamás sentimos
Ni vemos, que se adhieren a nosotros, viviendo, muriendo, decidiendo,
Pisando con pies de plomo cualquier planeta
Doblegándose ante las estrellas gigantes que dominan, arrojando rocas
A cualquiera de sus lunas. Viven preguntándose
Si son los únicos, sólo conocen el deseo de conocer,
Y esa gran distancia negra en la que ellos –y nosotros– palpitamos.
Quizá los muertos comprendan, sus ojos por fin abiertos,
Viendo las luces largas de un millón de galaxias titilando
En el crepúsculo. Oyendo la ignición de los motores, bocinas
Que no dan tregua, el frenesí del ser. Lo quiero
Rayando la locura, como una radio sin dial.
Completamente abierto, para que todo se inunde de una vez.
Y bien sellado, para que nada escape. Ni siquiera el tiempo
Que ha de enrollarse sobre sí mismo y hacer un anillo como el humo.
Entonces yo podría estar ahora sentada con mi padre
Mientras pone un fósforo encendido en el hueco de su pipa
Por primera vez en el invierno de 1959.
4.
En esas últimas escenas de 2001, de Kubrick,
Cuando Dave es transportado al centro del espacio,
El cual se despliega en una aurora de luz orgásmica
Para luego abrirse ampliamente, como una orquídea salvaje
Para una abeja perdidamente enamorada, y después diluirse
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