Название: Obras Inmortales de Aristóteles
Автор: Aristoteles
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Colección Oro
isbn: 9788418211713
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Parte VI
Puede plantearse idéntica duda relativamente a la unidad y a la pluralidad. En efecto, si la pluralidad es opuesta totalmente a la unidad, se derivan de aquí dificultades insuperables: la unidad será entonces lo poco o el pequeño número, puesto que la pluralidad está opuesta también al pequeño número. Además, dos es una pluralidad, puesto que el doble es múltiple: en este sentido dos es doble. La unidad es, pues, lo poco, porque ¿con relación a qué sería dos una pluralidad si no es con relación a la unidad y a lo poco? No existe duda de que sea más pequeña que la unidad. Además, existe lo mucho y lo poco en la multitud, como lo largo y lo corto en las longitudes; lo que es mucho es una pluralidad; toda pluralidad es mucho. A no ser, pues, que se trate de un continuo indeterminado, lo poco será una pluralidad; y entonces la unidad será asimismo una pluralidad porque es un poco. Esta consecuencia es inevitable si dos es una pluralidad. Pero puede decirse que la pluralidad es lo mismo que lo mucho en ciertas circunstancias, y en otras no; y así el agua es mucho y no es una multitud. En todas las cosas que son divisibles, mucho se dice de todo lo que constituye una multitud desmesurada, sea absolutamente, sea relativamente a otra cosa; lo poco es una multitud falsa o insignificante.
Multitud se refiere también al número, el cual es opuesto solo a la unidad. Se habla de unidad y multitud en idéntico sentido que se diría una unidad y unidades, blanco y blancos, medido y medida; y en este sentido toda pluralidad es una multitud. Todo número, en efecto, es una multitud, porque está compuesto de unidades, porque se puede medir por la unidad; es multitud en tanto que es opuesto a la unidad y no a lo poco. De esta forma el mismo dos es una multitud; pero no lo es en tanto que pluralidad excesiva, sea absolutamente, sea relativamente: dos es la primera multitud. Dos es el pequeño número: absolutamente hablando, porque es el primer grado de la pluralidad falta o defectuosa. Anaxágoras se ha equivocado, por tanto, al decir que todo era igualmente infinito en multitud y en pequeñez. En lugar de y en pequeñez, debía decir y en pequeño número; y entonces hubiera visto que no había infinidad, porque lo poco no es, como algunos quieren, la unidad, sino la díada.
He aquí en qué se fundamenta la oposición. La unidad y la multitud son opuestas en los números; la unidad es opuesta a la multitud, como la medida a lo medible. Otras cosas son opuestas por relación; en este caso se encuentran aquellas que no son relativas esencialmente. Hemos visto anteriormente que podría haber relación de dos maneras: relación de los contrarios entre sí, y relación de la ciencia a su objeto; una cosa en este caso se considera relativa en tanto que se la refiere a otra cosa.
Nada impide, sin embargo, que la unidad sea más pequeña que otra cosa, por ejemplo, que dos. Una cosa no es poco por ser más pequeña. En cuanto a la multitud, es como el género del número; el número es una multitud medible por la unidad. La unidad y el número son opuestos, no en concepto de contrarios sino como hemos dicho que lo eran ciertas cosas que están en relación; son opuestos en cuanto son el uno la medida, el otro lo que puede ser medido. Por esta razón, todo lo que tiene en sí la unidad no es número, por ejemplo, si es una cosa indivisible.
La ciencia se plantea relativa a su objeto; pero la relación no es la misma que respecto del número: sin esto la ciencia tendría los rasgos de ser la medida, y el objeto de la ciencia se ha de ocupar en lo que puede ser medido. Es verdad que toda ciencia es un objeto de conocimiento; pero no todo objeto de conocimiento es una ciencia; la ciencia es, desde un punto de vista, medida por su objeto.
En cuanto a la pluralidad, no es lo contrario de lo poco; lo mucho es lo opuesto a lo poco, como pluralidad más grande opuesta a una pluralidad más pequeña. Tampoco es siempre lo contrario de la unidad; pero así como lo hemos visto, la unidad puede ser considerada como divisible o indivisible; también se la puede considerar como relativa, del mismo modo que la ciencia es relativa al objeto de la ciencia; considérese la ciencia un número, y el objeto de la ciencia será la unidad, la medida.
Parte VII
Puesto que es posible que entre los contrarios existan intermedios, y que ciertamente los hay en algunos casos, se necesita que los intermedios provengan de los contrarios, porque todos los intermedios son del mismo género que los objetos entre los que son intermedios. Por intermedio nos referimos a aquello en lo que debe, ciertamente, mudarse inevitablemente lo que muda; por ejemplo, si se quiere pasar gradualmente de la última cuerda a la primera, habrá de pasarse por los sonidos intermedios. Lo mismo ocurre respecto de los colores; si se quiere pasar de lo blanco a lo negro, se pasará por lo encarnado o lo moreno antes de pasar a lo negro; y lo propio ocurre en todo lo demás. Pero no es posible que exista cambio de un género a otro si no es bajo la relación de lo accidental; que se verifique, por ejemplo, un cambio del color en figura. Es necesario, pues, que todos los intermediarios estén en el mismo género, y el mismo género que los objetos entre los que son intermedios. De otro lado, todos los intermedios son intermedios entre opuestos, porque solo entre los opuestos puede realizarse el cambio. Es imposible que haya intermedios sin opuestos, pues de otra manera habría un cambio que no sería de lo contrario a lo contrario.
Los opuestos por contradicción no tienen intermedios. La contradicción es, en efecto, la oposición de dos proposiciones entre las que no existe medio; uno de los dos términos se encuentra necesariamente en el objeto.
Las demás oposiciones son la relación, la privación, la contrariedad. Todas las cosas opuestas por relación y que no son contrarias no presentan intermedios; la causa es que no pertenecen al mismo género: ¿qué intermedio existe, en efecto, entre la ciencia y el objeto de la ciencia? Pero lo hay entre lo grande y lo pequeño. Si los intermedios pertenecen al mismo género, como hemos tenido ocasión de demostrar; si son intermedios entre los contemporáneos, es de toda necesidad que se compongan de estos contrarios. Porque, o los contrarios poseen un género, o no lo poseen. Si el género es algo anterior a los contrarios, las primeras diferencias contrarias serán las que habrán originado los contrarios en concepto de especies en el género. Las especies se componen, en efecto, del género y de las diferencias; por ejemplo, si lo blanco y lo negro son contrarios, y el uno es un color que hace que se distingan los objetos, el otro es un color que los confunde, estas propiedades de hacer que se distingan o se confunda los objetos serán las diferencias primeras, serán los primeros contrarios. Añádase a esto que las diferencias contrarias son más contrarias entre sí que los otros contrarios. El resto de contrarios y los intermedios se compondrán del género y de las diferencias: por ejemplo, todos los colores intermedios entre lo blanco y lo negro se definirán por el género (el género es el color), y por ciertas diferencias; pero no serán estos los primeros contrarios. Como no todo color es blanco o negro, existirán otras diferencias; serán intermedias entre los primeros contrarios; pero las primeras diferencias serán las que harán distinguir o confundir los objetos. Por consiguiente, es necesario buscar en principio estos primeros contrarios que no son opuestos genéricamente, y ver de cuáles provienen los intermedios.
Es del todo necesario que todo lo que está comprendido bajo un mismo género se componga de partes no compuestas en cuanto al género, o que no se componga. Los contrarios no se componen los unos con los otros, y entonces son principios; en cuanto a los intermedios, o son todos compuestos, o ninguno lo es. De los contrarios proviene algo; de forma que antes de producirse transformación en los contrarios se producirá transformación en este algo. Este algo no será más y menos que el uno y que el otro contrario; será intermedio entre ellos, y todos los demás intermedios se compondrán lo mismo. Porque ser más que el uno, menos que el otro, es estar compuesto de objetos con relación a los que se ha citado que eran más que el uno, menos que el otro. Por otra parte, como no existen otros principios anteriores a los contrarios que sean del mismo género que ellos, todos los intermedios se compondrán de contrarios, y entonces los contrarios y todos los intermedios inferiores se derivarán de los primeros contrarios. Está, pues, claro que todos los intermedios pertenecen al mismo género, que СКАЧАТЬ