Polvo y decadencia. Jonathan Maberry
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Название: Polvo y decadencia

Автор: Jonathan Maberry

Издательство: Bookwire

Жанр: Книги для детей: прочее

Серия: Ruina y putrefacción

isbn: 9786075573465

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СКАЧАТЬ intercambió un asentimiento de cabeza con Tom, y ambos entraron cuidadosamente a la casa.

      —Definitivamente ella sí es una guerrera inteligente —observó Chong—, pero no está muy cuerda que digamos.

      —¿Deberíamos entrar nosotros también? —preguntó Morgie—. Quizá necesiten de nuestra ayuda.

      —¿Tom y Lilah? ¿Necesitar de nuestra ayuda? No seas torpe —replicó Nix.

      Nix, Chong y Benny voltearon hacia él al unísono.

      Morgie se ruborizó.

      —Sí… claro —concedió—. Fue un poco tonto, ¿no?

      Chong posó una mano en el brazo de su amigo para consolarlo.

      —No, Morgie —dijo—, no sólo “un poco”.

      Benny volvió a percibir un movimiento en la casa de los Matthias. Vio a Zak alejándose de la ventana, pero algo en su rostro hizo que Benny mirara con mayor atención. Los ojos de aquel chico estaban rodeados de círculos muy oscuros. Como si toda su cara estuviera repleta de moretones. Quizás un par de ojos morados. ¿Su padre lo había hecho?

      —Diablos —susurró Benny.

      Nix siguió la dirección de su mirada.

      —¿Qué…?

      —Es Zak —dijo hablando quedo—. Creo que está herido. No deja de mirar hacia aquí.

      Nix abrió la boca para decir algo mordaz contra aquel chico, pero volvió a cerrarla.

      Benny miró hacia la casa de los Houser, todo parecía tranquilo. La gente comenzaba a acercarse cuidadosamente al porche. Se giró para dar la espalda a la casa de Zak, mordiéndose un labio, indeciso.

      Entonces, antes siquiera de saber qué pretendía en realidad, comenzó a caminar hacia la casa de los Matthias.

      DEL DIARIO DE NIX

      Primera Noche

      Así es como la gente llama al día en que los muertos se levantaron. Según Tom, comenzó por la mañana en algunos lugares, pero para la noche ya se había extendido en todos lados.

      Nadie sabe por qué comenzó.

      Nadie sabe dónde comenzó.

      Tom dice que el primer reporte que escuchó provino de Pittsburgh, Pensilvania.

      Para el amanecer del día siguiente el brote ya se había esparcido a todo el mundo. Se declaró un estado de emergencia. Tom dice que esa medida fue demasiado laxa y llegó demasiado tarde.

      Para el mediodía del día siguiente se perdió comunicación con sesenta ciudades de Estados Unidos, y con más de trescientas alrededor del mundo. Nadie llevaba la cuenta de cuántos pueblos y ciudades pequeñas habían sido arrasadas.

      Las estaciones de radio y televisión dejaron de transmitir informes noticiosos al quinto día. Para entonces los teléfonos móviles ya no funcionaban.

      Después de eso ya no se tuvo manera de saber qué tan catastrófico era lo que estaba ocurriendo.

      6

      Benny rodeó la casa y se dirigió a la puerta trasera. Él sabía que cuando el padre de Zak se embriagaba solía perder el sentido en el sofá de la sala, así que la parte trasera parecía ser el mejor lugar para echar un vistazo al interior.

      —¡Benny! —lo llamó Nix mientras corría a alcanzarlo—. ¿Qué está sucediendo?

      —Yo… —comenzó él, pero ¿cómo podría Nix, comprender y aceptar que Benny quisiera ver si Zak Matthias estaba bien? Esa casa representaba todo lo que ella había perdido. Benny creía que si los roles estuvieran invertidos, ella se sentiría del mismo modo.

      Él le dedicó una sonrisa desprovista de significado —casi una mueca— y subió al porche trasero de Zak. Nix permaneció sobre el césped, cerca de los escalones. Benny dejó en el suelo su bokken —era seguro que Zak no abriría la puerta con Benny ahí parado sosteniendo una espada— y curvó sus manos a ambos lados de los ojos para asomarse al interior por la ventana de la cocina. No había ninguna linterna encendida.

      El lugar estaba vacío. No había señales de Zak.

      Benny golpeó en la puerta con un débil toc-toc.

      Nada. Benny vaciló. ¿Qué pretendía decirle realmente a Zak? Su tío había asesinado a la madre de Nix. Benny había matado al propio Charlie Ojo Rosa. Bueno, probablemente lo había hecho: lo había golpeado con el tubo negro del Martillo de Detroit y había visto a Charlie caer un centenar de metros en la oscuridad.

      ¿Cómo podría algo de aquello dar pie a una conversación pacífica?

      Qué tal, Zak, ¿alguien ha sido asesinado hoy?

      Llamó nuevamente a la puerta.

      Una figura se movió detrás de la cortina y giró el picaporte. La puerta se abrió, y Benny aspiro, no del todo seguro sobre las palabras que saldrían de su boca.

      No era Zak.

      Era el padre de Zak.

      Aunque no tan fornido, ni albino, como su hermano Charlie, el señor Matthias, de piel pálida y cabello rubio, sí era lo suficientemente grande e igual de escalofriante que Ojo Rosa..

      Especialmente ahora.

      Todo el frente de la camiseta del señor Matthias estaba manchado de brillante sangre roja.

      —Yo… yo… —dijo con voz grave y rasposa, pero no le quedaba suficiente garganta para decir algo más. Dio un único paso tembloroso para salir a su porche y entonces cayó justo encima de Benny. El peso del hombretón aplastó a Benny contra las tablas del porche, sacando todo el aire de sus pulmones y haciendo que su cabeza se golpeara con la suficiente fuerza para llenar su mundo de fuegos artificiales.

      —¡Benny! —gritó Nix.

      El oía que su propia voz también gritaba.

      Benny miraba el rostro del señor Matthias que había quedado a pocos centímetros del suyo. Tenía cortadas y arañazos por todos lados, y sus ojos estaban desorbitados por el miedo y el dolor. Benny intentaba quitarse el aplastante peso de encima.

      —Ayúda… me… —dijo el hombre con esa voz ronca—. Por… favor…

      Y entonces el brillo se apagó en los ojos del señor Matthias. Todo su peso se concentró ya sin tensión. Sin vida.

      Benny entró en pánico tratando de retirar ese aplastante peso muerto de encima. Torcía desesperadamente la cadera debajo del señor Matthias para mover la masa del cadáver. Mientras realizaba semejante forcejeo, se preguntaba por qué Nix no lo ayudaba. Ella estaba justo ahí…

      Como si le hubieran marcado la entrada, Nix gritó:

      —¡Benny, СКАЧАТЬ