Cómo entender la economía del Ecuador 1965-2017. Franklin Maiguashca
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      El capítulo 4 estudia el sector agropecuario. Se ingresa así a lo que Adam Smith llama “la ruta de la opulencia”: empieza con la agricultura, continúa con la industria y concluye con el comercio internacional. En las dos secciones iniciales se estructura un andamiaje conceptual que sustenta los argumentos de las secciones restantes. La primera parte familiariza al lector con características muy propias del sector agropecuario. Destaca que hasta no hace mucho la participación humana en sus procesos productivos había sido consecuente con la naturaleza, pero, con el advenimiento de la ingeniería genética esta se ha vuelto alarmantemente interviniente. En la segunda sección se propone un marco estratégico que impulse el desarrollo del sector. El propósito central es generar un círculo que, promovido por mecanismos de asociación y acción colectiva, capture la sinergia de las siguientes fuerzas: aumentos en la productividad de las unidades productivas, conversión de estos incrementos en mejores ingresos para los productores y traducción de estas mejoras en progresos tangibles en la calidad de vida de sus familias. En la tercera sección, con el apoyo de datos obtenidos desde 1965 hasta 2013, se formula la hipótesis de que cuando los cultivos se mueven en mercados informales e ineficientes, como sucede con la mayoría de productos de primera necesidad, los ingresos de los productores sufren un deterioro notable, pero cuando los mercados se formalizan y se vuelven cada vez más eficientes, como es el caso de la agricultura por contrato, los ingresos de los productores mejoran sensiblemente. En la última sección, al examinar esta hipótesis con detenimiento, con cifras tomadas desde 1965 hasta 2010, se encuentra que cuando las políticas gubernamentales inhiben la estructuración y el acceso a mercados funcionales, como en los casos del maíz suave, las papas y la yuca, son evidentes los deterioros en los rendimientos, es decir en la productividad. En cambio, cuando esas políticas propician la estructuración y el acceso a mercados funcionales, como en el caso del maíz duro y la palma africana, los rendimientos crecen exponencialmente. Un resultado similar, pero más modesto, se encontró en exportables como el banano y el cacao. En síntesis, el hecho de que la producción per cápita de cultivos como el maíz suave, las papas y la yuca haya disminuido sistemáticamente por décadas, mientras que la misma producción para maíz duro, palma, banano y cacao aumentó en esos mismos años, sugiere que, efectivamente, las mejoras en productividad son conducentes a una mejoría en el ingreso cuando las condiciones de los mercados son propicias. Como lo anota el título del capítulo: “El agricultor no siembra para hacer paisaje”.

      En las dos secciones iniciales del capítulo 5, que trata del sector industrial, se argumenta que todo lo que se necesita saber sobre el desarrollo del sector industrial contemporáneo está en las lecciones que se pueden derivar de la Revolución Industrial de hace dos siglos. Además, mientras en la agricultura los procesos productivos son esencialmente biológicos, en la industria son esencialmente tecnológicos y, cuando se los confunde, ocurren desastres como los que Stalin impuso al agro de la Unión Soviética. En la tercera sección se propone un marco estratégico para el desarrollo del sector, en el que sobresalen tres procesos de interacción de vital importancia. El primero tiene que ver con las correspondencias que deben existir entre los mercados nacionales e internacionales y las capacidades productivas de las empresas industriales de todo tipo. El segundo se refiere a las interrelaciones mutuas que es indispensable propiciar entre proveedores y usuarios de materias primas y de productos intermedios en el mercado nacional. El tercero enfatiza en la colaboración inteligente, pragmática y continua que debe existir entre los funcionarios públicos y los empresarios industriales. En la cuarta sección se trata caso ecuatoriano con una panorámica del recorrido del PIB industrial desde 1965 hasta 2017. De este análisis surgió la necesidad de estudiar el desarrollo del sector a lo largo de cuatro episodios y un epílogo, que se caracterizaron así: de 1965 a 1981: ISI con auge exportador; de 1982 a 1999: dos décadas perdidas; de 2000 a 2006: recuperación del sector sin política industrial; de 2007 a 2014: auge exportador con industrialización por sustitución de importaciones (ISI), y de 2015 a 2017: posible cierre de la era del petróleo en Ecuador. En la quinta sección se indaga sobre los cambios estructurales en el sector industrial, para llegar a la conclusión de que la estructura que se estableció en los años de la ISI, en el siglo XX, todavía prevalece en la industria de hoy. En la última sección entra en escena el sector internacional y se encuentra que los años se han encargado de respaldar las intuiciones de Prebisch. Efectivamente, durante el siglo XX los términos de intercambio de los productos primarios se deterioraron y lo que predomina en el comercio internacional es el comercio de productos manufacturados en procesos de intercambio intraindustrial, esto es exportando e importando artículos industriales similares: carros del Japón a los Estados Unidos y viceversa.

      El capítulo 6 trata del comercio internacional. En las tres primeras secciones se establecen tres escenarios en los cuales se mueve el sector en el mundo entero. El primero es de naturaleza histórica y hace referencia a las principales tendencias que han tomado forma desde 1980 y que han constituido en las fuerzas determinantes de cómo es y cómo funciona el comercio internacional en la actualidad. El segundo es de carácter conceptual y en él se subrayan cómo las ideas propias del mercantilismo, de la ventaja comparativa y de la ventaja competitiva son útiles para entender los caleidoscopios comerciales contemporáneos. El tercero pone en presente que, a pesar de las reducciones arancelarias y de las medidas no arancelarias que se han implementado a lo largo de todos estos años, en la actualidad, predomina un proteccionismo que favorece a los productos industriales y desfavorece a los agropecuarios. Finaliza el capítulo con el análisis del caso ecuatoriano desde que se empezó a exportar petróleo, en 1972, hasta las incertidumbres de 2017. Se destaca cómo, en el caso de las exportaciones, el logro más importante del país, a partir de los años noventa, ha sido y es el surgimiento y la consolidación de las exportaciones no tradicionales. Se recalca que, en cuanto a las importaciones, la tendencia de los bienes de consumo y de los combustibles y lubricantes ha sido creciente, mientras que las correspondientes a las materias primas y bienes de capital se han mantenido decrecientes, se ha privilegiado el gasto en mengua de la inversión. Se deja en claro que la balanza comercial no petrolera, a excepción de 1999, ha sido siempre deficitaria, al igual que las balanzas de servicios y de rentas, y que si no fuera por las remesas de los emigrantes la cuenta corriente correría igual suerte. Por último, se advierte que en el período 2015-2017 la supervivencia de la economía del país dependió de los endeudamientos externos de los sectores público y privado. Para cerrar el capítulo, se hace una comparación sencilla de cómo en los años del epílogo Colombia supo usar la tasa de cambio como variable de ajuste y cómo el Ecuador, al no contar con ese instrumento de trabajo, está dando palos de ciego.

      Al igual que en el capítulo anterior, en las tres primeras secciones del capítulo 7 se acopian los elementos propicios para la construcción del marco conceptual para analizar el caso ecuatoriano. Esto a partir de consignar hallazgos que la investigación teórica y empírica ha puesto a nuestra disposición sobre tres preguntas de primordial interés para el estudio del Ecuador contemporáneo: ¿qué se ha aprendido sobre la relación del Estado con el desarrollo?, ¿qué se conoce sobre lo que el Estado puede hacer para sacar adelante procesos de transformación de la base productiva de un país? y ¿qué se sabe sobre el papel que las instituciones pueden jugar en el desarrollo económico y social de las naciones? En la cuarta sección se entra en el caso ecuatoriano. Para ello se traza un panorama de cómo los gobiernos del Ecuador, desde la Revolución Juliana hasta la Revolución Ciudadana, han experimentado un movimiento pendular entre los extremos de la dicotomía Estado y mercado y, cómo, al ritmo de este vaivén, se han estructurado, modificado e incluso desmantelado instituciones claves para la vida de la nación. En la quinta sección, tomando como referencia la Constitución de la República del Ecuador de 2008, se caracteriza a los tres componentes estructurales básicos del gobierno pasado que todavía subsisten: las cinco funciones del Estado, los Gobiernos Autónomos Descentralizados (GAD) y el Plan Nacional de Desarrollo. En la última sección se examinan los déficits y superávits primarios del Gobierno central desde 1992 hasta la fecha, el comportamiento de los СКАЧАТЬ