Название: La riqueza de las naciones
Автор: Adam Smith
Издательство: Bookwire
Жанр: Зарубежная деловая литература
Серия: Autores
isbn: 9788417893309
isbn:
LA RIQUEZA
DE LAS NACIONES
CLÁSICOS DEL PENSAMIENTO
Colección fundada por Jacobo Muñoz
y dirigida por Vicente Sanfélix
ADAM SMITH
LA RIQUEZA
DE LAS NACIONES
LIBROS I-II-III
Y
SELECCIÓNDE LOS LIBROS IV Y V
TRADUCCIÓN DE CARLOS RODRÍGUEZ BRAUN
BIBLIOTECA NUEVA
Colección: Clásicos del pensamiento
Cubierta: Malpaso Holdings, S. L. U.
Título original: An Inquiry into the Nature and Causes of the Wealth of Nations
© Adam Smith
© Traducción: Carlos Rodríguez Braun. Cesión de la traducción Grupo Anaya S. A. U.
© Biblioteca Nueva S.L., Madrid 2019
© Malpaso Holdings, S. L.
C/ Diputació, 327, principal 1.ª
08009 Barcelona
ISBN: 978-84-17893-30-9
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ESTUDIO PRELIMINAR
Aunque hubo pensamiento económico desde la más remota antigüedad, la economía no se desarrolla como disciplina científica hasta el siglo XVIII. El libro que tiene el lector entre sus manos, y cuya versión original fue publicada en dos volúmenes en Londres a comienzos de marzo de 1776, es una suerte de partida de nacimiento de la ciencia económica. No sólo fue la referencia fundamental de la escuela clásica de economía, que agrupa a figuras como Malthus, Say, Ricardo, John Stuart Mill e incluso Karl Marx. Desde entonces hasta hoy los economistas lo han leído y existe un amplio consenso en que el primero y más ilustre de sus colegas fue el escocés Adam Smith, el autor de Una investigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones —tal es el título completo de la obra.
Esto sólo ya bastaría para que el libro mereciese un lugar en la biblioteca de cualquier persona medianamente culta. Pero hay algo más. Adam Smith no es solamente el padre de una ciencia sino también de una doctrina: el liberalismo económico. Es en este segundo aspecto donde se cimenta la fama de Smith más allá del círculo de los economistas. Probablemente muy pocos políticos han leído La riqueza de las naciones, pero muchos hablan del liberalismo smithiano y todos saben que fue Adam Smith el autor de la más célebre metáfora económica, según la cual el mercado libre actúa como una «mano invisible» que maximiza el bienestar general —el lector curioso podrá encontrar la cita apenas comenzado el capítulo II del Libro Cuarto; la expresión aparece solamente una vez en esta obra y Smith la había empleado antes en sólo dos oportunidades, una en La teoría de los sentimientos morales y otra en un temprano ensayo sobre la historia de la astronomía.
Adam Smith nació en Kirkcaldy, un pueblo de la costa este de Escocia, cerca de Edimburgo, en enero de 1723. Nunca conoció a su padre, llamado también Adam Smith, juez e inspector de aduanas, que murió pocas semanas antes de que naciera su hijo. Entre esta traumática circunstancia y la débil salud del niño, se anudó una estrechísima relación entre Adam Smith y su madre: vivió siempre con ella, nunca se casó y de hecho la sobrevivió apenas seis años.
Smith ha sido llamado el primer economista académico. En efecto, con anterioridad quienes escribían sobre economía fueron con frecuencia hombres de negocios o profesionales o intelectuales que sólo marginalmente abordaban cuestiones económicas. Incluso en el siglo XIX habría grandes economistas que ni estudiaron en la universidad ni fueron después profesores, como sucedió con David Ricardo y John Stuart Mill, quizás las dos mentes más importantes de la escuela clásica después del propio Smith, que fue un universitario. Hasta tenía las señas personales casi caricaturescas del profesor distraído: hablaba solo, se abstraía, salía a pasear y se perdía, etcétera.
En 1737 ingresó en la Universidad de Glasgow, y recibió la influencia de la escuela histórica escocesa, al estudiar con Francis Hutcheson y otros. Hutcheson era catedrático de Filosofía Moral; en su asignatura había una parte dedicada a moral práctica, que abordaba los cuatro temas siguientes: justicia, defensa, finanzas públicas y lo que llamaban entonces «policía», es decir, organización social o política. Allí está el germen de buena parte de La riqueza de las naciones.
En 1740 obtiene una beca para ir a estudiar en el Balliol College de Oxford, una universidad entonces decadente, como apunta Smith en el Libro Quinto de La riqueza. Seis años más tarde regresa a casa y dedica un par de años a escribir ensayos sobre retórica y literatura, astronomía, física y filosofía. En 1748 es invitado por un grupo de amigos a dictar una serie de conferencias sobre literatura y otros temas en Edimburgo. La experiencia resulta un éxito de público y en 1751 es nombrado catedrático en la Universidad de Glasgow, primero de Lógica y después de Filosofía Moral, y traba una firme amistad con el gran filósofo e historiador David Hume, que también escribió páginas extraordinarias sobre economía. Smith destruyó los originales de sus notas y manuscritos; por fortuna en 1896 y en 1963 se publicaron unos juegos de apuntes de clase tomados por dos alumnos suyos de los cursos de 1762 y 1763. En 1759 aparece su primer libro: La teoría de los sentimientos morales, que volverá a Smith muy conocido dentro y fuera de su país; hubo seis ediciones en vida del autor y tres traducciones francesas y dos alemanas antes de que acabara el siglo xviii.
El libro tuvo un éxito inmediato y de hecho cambiaría por completo la vida de Smith puesto que dio lugar a su siguiente y muy redituable empleo. Charles Townshend, que llegaría a ser ministro de Economía con el gobierno de William Pitt padre —y cuyas medidas fiscales avivarían la lucha por la independencia norteamericana— quedó fascinado con La teoría y decidió que su autor debía ser el mentor de su hijastro, el duque de Buccleugh; se lo propuso en 1763 y el pensador escocés aceptó.
En 1764 Smith abandona la universidad y durante tres años se convierte en el preceptor del joven duque de Buccleuch, con quien viaja a Francia. Smith, que en el capítulo I del Libro Quinto de La riqueza iba a despotricar contra la costumbre de hacer viajar a los jóvenes al extranjero, aprovecha su estancia en el continente para ir a Ginebra, donde conoce a Voltaire, y a París, donde su amigo David Hume terminaba su periodo como secretario de la embajada inglesa. En París trabó relación con la flor y nata del pensamiento galo, por ejemplo con el notable economista y político A. R. J. Turgot, y con François Quesnay, líder de primera escuela económica propiamente dicha, llamada hoy fisiocracia y conocida entonces como «escuela de los economistas».
De vuelta a Kirkcaldy en 1767, y gracias a una pensión vitalicia que le asignó СКАЧАТЬ