El libro rojo. Карл Густав Юнг
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Название: El libro rojo

Автор: Карл Густав Юнг

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Catena Aurea

isbn: 9789873761515

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СКАЧАТЬ supo. (125)

      En Recuerdos, Jung relató lo que sigue:

      El domingo alrededor de las cinco de la tarde la campana de la puerta de entrada sonó sin cesar… y las dos muchachas estaban en la cocina desde donde no se puede ver el lugar abierto frente a la puerta de entrada. Yo me encontraba cerca de la campana, la escuché y vi como se movía el badajo. Todos corrieron inmediatamente hacia la puerta para ver quién estaba allí, ¡pero no había nadie! Sólo nos miramos unos a otros. La atmósfera era densa, ¡créame usted! Entonces supe: ahora tiene que suceder algo. Toda la casa estaba colmada como por una multitud repleta de espíritus. Ellos estaban hasta debajo de la puerta y uno tenía la sensación de apenas poder respirar. Naturalmente en mí ardía la pregunta: “¡Por el amor de Dios, ¿qué es esto?!”. Entonces ellos exclamaron fuertemente a coro; “Hemos regresado de Jerusalén, donde no encontramos lo que buscábamos”. Estas palabras corresponden a las primeras líneas del Septem Sermones ad Mortuos.

      Luego eso comenzó a fluir de mí, y en el transcurso de tres noches la cosa ya estaba escrita. Tan pronto como levanté la lapicera, toda la caravana de espíritus se desintegró. La aparición había finalizado. (126)

      Los muertos habían aparecido en una fantasía el 17 de enero de 1914, y habían dicho que estaban a punto de ir a Jerusalén a rezar en las tumbas más sagradas. (127) Su viaje, evidentemente, no había sido exitoso. Los Septem Sermones ad Mortuos es una culminación de las fantasías de este período. Es una cosmología psicológica con la forma de un mito de creación gnóstico. En las fantasías de Jung, un nuevo Dios había nacido en su alma, el Dios que es hijo de las ranas, Abraxas. Jung comprendió esto simbólicamente. Vio esta figura como representativa de la unión del Dios cristiano con Satán y, por lo tanto, como describiendo una transformación de la imagen occidental de Dios. No fue hasta 1952, en Respuesta a Job, que elaboró este tema públicamente.

      Jung había estudiado la bibliografía sobre el gnosticismo en el curso de sus lecturas preliminares para Transformaciones y símbolos de la libido. En enero y octubre de 1915, mientras se encontraba haciendo el servicio militar, estudió las obras del gnosticismo. Luego de escribir los Septem Sermones en los Libros negros, Jung los copió en un escrito caligráfico en un libro aparte, reacomodando la secuencia ligeramente. Agregó la siguiente inscripción bajo el título: ‘Las siete instrucciones de los muertos. Escrito por Basílides en Alejandría, la ciudad donde Oriente toca Occidente’. (128) Lo imprimió entonces en forma privada, agregando a la inscripción: ‘Traducido del griego original al alemán’. Esta leyenda indica el efecto estilístico que había tenido en Jung la escritura erudita clásica de fines del siglo XIX. Recordó que había escrito esto con ocasión de la fundación del Club Psicológico, y lo veía como un regalo a Edith Rockefeller McCormick por financiarlo. (129) Les dio copias a amigos y confidentes. Al obsequiarle una copia a Alphonse Maeder, escribió:

      De ahí que no podía presumir poniendo mi nombre adelante, sino que elegí en cambio el nombre de uno de aquellos grandes espíritus de los primeros tiempos del cristianismo que la cristiandad obliteró. Cayó inesperadamente en mi regazo como un fruto maduro en el apremio de una época dificultosa, y en las horas difíciles ha encendido una luz de esperanza y consuelo para mí. (130)

      El 16 de enero de 1916, Jung dibujó un mándala en los Libros negros (ver el Anexo A). Este fue el primer bosquejo del ‘Systema Munditotius’. Procedió entonces a pintarlo. En su reverso escribió en inglés: ‘Este es el primer mándala que construí en el año 1916, completamente inconsciente de lo que significaba’. Las fantasías en los Libros negros continuaron. El Systema Munditotius es una cosmología pictórica de los Sermones.

      Entre el 11 de junio y el 2 de octubre de 1917, Jung estaba de servicio militar en Chateau d’Oex, como comandante de prisioneros de guerra ingleses. Alrededor de agosto, le escribió a Smith Ely Jeliffe contándole que su servicio militar lo había retirado completamente de su trabajo y que, a su regreso, esperaba terminar un extenso trabajo acerca de los tipos psicológicos. Concluyó la carta escribiendo: “Entre nosotros todo permanece inalterado y silencioso. Todo lo demás es tragado por la guerra. La psicosis aún sigue incrementándose, cada vez más y más”. (131)

      Por esta época, sentía que aún estaba en un estado de caos que sólo comenzaba a aclararse hacia el fin de la guerra. (132) Desde el inicio de agosto hasta el fin de septiembre dibujó en lápiz una serie de veintisiete mándalas, que conservó, en su libreta del ejército. (133) Al principio, no los comprendía, pero sentía que eran muy importantes. Desde el 20 de agosto dibujó un mándala casi todos los días. Esto le dio la impresión de que estaba tomando fotografías de cada día, y observaba cómo estos mándalas cambiaban. Recuerda que recibió una carta de “esta mujer neerlandesa que me puso los nervios de punta”. (134) En su carta, esta mujer, es decir, Moltzer, argumentaba que “las imágenes derivadas de lo inconsciente poseen valor artístico y deben ser consideradas como arte”. (135) Jung encontró ello perturbador, porque no era algo estúpido; por otra parte, los pintores modernos estaban intentando hacer arte a partir de lo inconsciente. Esto lo hizo dudar acerca de si sus fantasías eran realmente espontáneas y naturales. Al día siguiente, dibujó un mándala, y una parte de él se rompió, con lo que perdió la simetría:

      Sólo paulatinamente he llegado a comprender lo que el mándala en realidad es: ‘Formación, reconfiguración, la recreación eterna del sentido eterno’. Y esto es el sí-mismo, la totalidad de la personalidad que, cuando todo está bien, es armoniosa, pero que no puede soportar ni un autoengaño.

      Mis imágenes mandálicas son criptogramas sobre el estado de mi sí-mismo que me fueron entregadas diariamente. (136)

      El mándala en cuestión parece ser el del 6 de agosto de 1917. (137) La segunda línea es del Fausto de Goethe. Mefistófeles se está dirigiendo a Fausto, dándole instrucciones para el reino de las Madres:

      MEFISTÓFELES

      Un trípode te dará a conocer al fin

      Que has llegado al fondo, a lo más profundo de todo.

      A su resplandor verás las Madres;

      Unas están sentadas, otras de pie y andan

      Vagando al azar. Formación, transformación,

      Eterno juego del Pensamiento eterno.

      Rodeadas de las flotantes imágenes de toda criatura,

      Ellas no te verán, pues sólo perciben los esquemas.

      Cobra entonces valor, porque es grande el peligro;

      Corre en derechura al trípode,

      Y tócalo con la llave. (138)

      La carta en cuestión no ha salido a la luz. Sin embargo, en una carta posterior tampoco publicada, del 21 de noviembre de 1918, mientras está en Chateau d’Oex, Jung escribe que “M. Moltzer ha vuelto a perturbarme con sus cartas”. (139) Jung reprodujo los mándalas en el Liber Novus. Comentó que fue durante este período que una vívida idea del sí-mismo vino a él por primera vez: “El sí-mismo, pensé, era como la mónada que soy, y que es mi mundo. El mándala representa esta mónada, y se corresponde con la naturaleza microcósmica del alma”. (140) A esta altura, no sabía adónde lo estaba conduciendo este proceso, pero comenzó a comprender que el mándala representaba la meta: “Recién cuando comencé a pintar los mándalas, vi todos los caminos que había tomado, todos los pasos que había dado, todo conducía de nuevo al único punto, esto es, al medio. Se me hizo cada vez más claro: el mándala es el centro, es la expresión para todos los caminos.” (141) En la década de 1920, la comprensión de Jung del significado del mándala se profundizó.

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