Redes de innovación como factor de desarrollo. Daniel Goya
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Название: Redes de innovación como factor de desarrollo

Автор: Daniel Goya

Издательство: Bookwire

Жанр: Зарубежная деловая литература

Серия:

isbn: 9789561708952

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СКАЧАТЬ style="font-size:15px;">      Como indica el primer informe del CNIC, “estamos obligados a seguir un camino alternativo de mayor esfuerzo –también de menos certidumbre– y aprovechar la explotación y exportación de nuestros recursos naturales que nos ha favorecido hasta hoy para perfeccionar y dar coherencia a nuestro sistema de innovación e invertir en capital humano, aumentar nuestro esfuerzo en Investigación y Desarrollo (I+D) e Innovación y generar un círculo virtuoso entre ambas. Para ello, se hace necesario aprovechar las ventajas de los incipientes clusters basados principalmente en recursos naturales, para generar en torno a los mismos prácticas de innovación que, aumentando la productividad primaria, nos permitan transformar nuestras ventajas estáticas en dinámicas” (CNIC, 2006).

      El mismo informe recalca sin embargo que “Chile es aun un país en desarrollo emergente, limitado en dimensión y recursos, por lo cual resulta inevitable que la mayor parte del nuevo conocimiento científico y tecnológico se seguirá produciendo más allá de nuestras fronteras.[…] Los procesos de adaptación y adopción tecnológica tendrán un significativo componente de transferencia tecnológica local, de una empresa innovadora a otras, y entre regiones del país, todo lo cual liga la transferencia tecnológica a los procesos de información y difusión tecnológica” (Ibíd.).

      Y en relación a esto último, el informe nombra entre los criterios estratégicos la promoción de la “asociatividad entre empresas, y entre estas, universidades y entidades tecnológicas y de investigación“, el “difundir las mejores prácticas y tecnologías ya en uso en una o más de nuestras empresas líderes al resto de las empresas nacionales, en particular a la pequeña empresa emergente” (Ibíd.), y al considerar las fallas de coordinación que dificultan la innovación (oferta y demanda tecnológica, masa crítica de recursos humanos, infraestructura e inversión), propone “priorizar el esfuerzo de innovación en torno a clusters existentes en que ya se han creado las masas críticas de los factores necesarios para el éxito de la innovación empresarial”(Ibíd.).

      Estos criterios estratégicos coinciden claramente con lo aquí planteado sobre la necesidad de intercambio de conocimiento entre empresas. Por otra parte, los clusters son precisamente uno de los prismas que se considerarán para estudiar el tema de las redes de innovación.

      A continuación se comentarán algunos casos de países que han logrado dar el salto que Chile necesita.

      La excelente situación en que está Chile en relación a la región no debe llevar a la complacencia, al compararse con los países que realmente debería hacerse la situación es preocupante. Alfredo Piquer, Presidente de la Asociación Chilena de Empresas de Tecnologías de Información, comenta que “si vemos otros países como Corea o Taiwán la innovación es un tema obvio, no es un tema que haya que discutir, y se destinan grandes cantidades de recursos a innovación; acá en cambio es un tema irrelevante para la población en general” (Piquer, 2005).

      Hay una serie de países que han ido más allá de ser promesas, y han salido del montón para ocupar los primeros puestos en innovación y competitividad a nivel mundial, como Irlanda, Singapur o Hong Kong12.

      Finlandia es quizás el ejemplo más espectacular, a comienzos de los noventa tuvo una crisis que hizo caer en 10% el PIB y aumentar del 3% al 17% el desempleo. Diez años después estaba en el primer lugar de competitividad mundial. Si bien la presencia de Nokia en el país es un factor clave –representa el 20% de las exportaciones, y poco menos de la mitad del 10% del PIB destinado a I+D– no debe desmerecerse el esfuerzo de la economía en su conjunto. Las industrias tradicionales también aumentaron su productividad, y surgió un gran cluster de industrias tecnológicas (Pekka, 2005).

      Dentro de los factores que explican este cambio están un altísimo nivel educacional, buenas instituciones públicas, apertura internacional de la economía, inversión en infraestructura tecnológica de alto nivel, y otros menos obvios, como la cohesión social, sustentabilidad ambiental, y la existencia de redes de cooperación tanto en la sociedad en general, como en particular en los negocios y entre empresas y universidades. Esto ha sido posible al cambiar el énfasis de las políticas macroeconómicas a corto plazo a las políticas microeconómicas a largo plazo, donde se sientan las bases de la competitividad (Ibíd.).

      El reporte de competitividad 2001-2002, donde Finlandia llega al primer lugar, también destaca que se llegó a un alto nivel de competitividad y al mismo tiempo de equidad social, ubicando los primeros puestos en equidad en educación y salud, además de una buena posición en los índices de cumplimiento de la ley y corrupción (McArthur y Sachs, 2002). Finlandia parece haber dado el increíble salto de pasar de depender de su industria forestal –recursos naturales– directamente a la innovación.

      Otros países que han dado grandes saltos cuantitativos y cualitativos en su crecimiento, en base a las tecnologías son Taiwán y Corea del Sur, que han aumentado su competitividad gracias a grandes inversiones en infraestructura y capacidades tecnológicas, ubicándose entre los diez primeros en innovación a nivel mundial. Noruega y Nueva Zelanda también son países que han invertido fuertemente en tecnología durante los últimos años, y con esto han recuperado el terreno que estaban empezando a perder en materia de innovación, en relación a su situación durante las últimas décadas.

      Irlanda, que en los años setenta tenía un PIB per cápita similar al chileno, actualmente lo cuadruplica. Aunque tienen ciertas ventajas, como una ubicación geográfica privilegiada y el hecho de hablar inglés, las claves fueron un excelente sistema de educación, financiado en su totalidad por el Estado, y la atracción de inversión mediante fuertes rebajas tributarias (Lavín, 2007). La gran cantidad de inversión que se atrajo, además de crecimiento, les ha permitido a través de industrias de alta tecnología como la farmacéutica entrar al grupo de “economías núcleo”. Pero su capacidad estructural de innovación no es todavía coincidente con el gran aumento en los ingresos y los costos de vida que ha tenido lugar, por lo que de no dar el salto definitivo podrían estancarse (McArthur y Sachs, 2002).

      Algo parecido pasa con Hong Kong y Singapur, han entrado al “núcleo” pero están en el límite entre ser buenos absorbedores de inversión y conocimiento y ubicar a la innovación como su principal fuente de crecimiento, lo que muestra que ni siquiera estas naciones que han dado grandes saltos económicos tienen el camino totalmente recorrido.

      Al mirar en detalle el índice de competitividad, se puede ver que todas estas economías superan a Chile en las tres áreas: tecnología, instituciones y ambiente macroeconómico. Sólo en instituciones públicas Chile se ubica cerca del último del grupo en esa área (Irlanda, a 3 posiciones); en ambiente macroeconómico Chile está a 6 posiciones de Taiwán; y en tecnología, a 9 de Hong Kong y 14 de Irlanda, las peores del grupo en ese aspecto. El siguiente de abajo hacia arriba en el ranking de tecnología es Singapur, coincidentemente otra de las economías que todavía no logran despegar totalmente, mostrando que este es un esfuerzo en varias etapas, donde la clave parece ser la capacidad tecnológica.

      Es posible llegar a conclusiones similares observando otro indicador, el Índice de Economía del Conocimiento del Banco Mundial (figura 3.4). Como se ha hablado a lo largo del capítulo y se verá con el desarrollo del trabajo, no sólo las condiciones macroeconómicas son importantes, sino también la educación, la infraestructura tecnológica y la capacidad de un país de innovar. Estos cuatro componen este índice desarrollado por el Banco Mundial, que muestra cómo Latinoamérica está bajo el promedio mundial, y Chile por sobre este, pero se ve la diferencia que hay con Irlanda en innovación, educación y tecnología, la que es mayor todavía con Finlandia, que a diferencia de Irlanda, ya se convirtió plenamente en una economía impulsada por la innovación.

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      Figura 3.4. Índice de СКАЧАТЬ