Poli. Valentin Gendrot
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Название: Poli

Автор: Valentin Gendrot

Издательство: Bookwire

Жанр: Философия

Серия:

isbn: 9788418216138

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СКАЧАТЬ de policía parece haberse creado para otro mundo, un mundo de burocracia desconectado de la realidad.

      Poli muestra el día a día de un policía acorralado. Por un lado, debido a la falta de consideración de los altos cargos. Y, por otro, a causa de la hostilidad de una parte de la población. Valentin y sus compañeros trabajan en una comisaría decrépita donde los vehículos que conducen están llenos de abolladuras. Y, a final de mes, el sueldo que reciben es de 1340 euros netos. Un informe del Senado francés publicado en 2018 señala que, al principio de su carrera, los policías destinados en la región parisina de la Isla de Francia duermen, en ocasiones, en grupos de «más de cinco en 20 m² […] o incluso en sus coches».

      Durante la infiltración de Valentin, un compañero que está de vacaciones se lleva su pistola de servicio y se dispara en la cabeza. Uno de los cincuenta y nueve suicidios que llevaron a cabo miembros de la policía francesa en 2019, un 60 % más que el año anterior.

      Valentin Gendrot no se guarda nada. Relata un caso de abuso policial, pero también cómo él mismo participa en la redacción del acta de detención falsa para encubrir a su compañero. En ese punto, la infiltración deja de tener sentido, pero nos ayuda a descubrir los secretos que comparten los policías: el periodista nos abre las puertas de lugares donde nadie ha entrado jamás.

      Para evitar posibles represalias o la violación del derecho a la intimidad de sus antiguos compañeros, el autor ha modificado sus nombres, sus motes y sus características físicas a la hora de escribir Poli.

      Este libro confluye con su tiempo. Llega a nosotros durante el gobierno de cinco años del presidente Emmanuel Macron, marcado por una explosión de violencia policial contra el movimiento de los «chalecos amarillos». Además, en 2020, veinte mil personas se congregaron frente al Tribunal de París para manifestarse en contra de la violencia policial al grito de «las vidas de los negros importan». Al mismo tiempo, las investigaciones publicadas por Mediapart,1 Arte radio2 y StreetPress3 han sacado a la luz numerosos comentarios discriminatorios y racistas por parte de miembros de las fuerzas del orden.

      Ante el descontento generado por estas revelaciones, Emmanuel Macron pidió al ministro de Interior, Christophe Castaner, que presentara una propuesta para «mejorar la deontología de las fuerzas del orden». Al día siguiente, el ministro en cuestión declaró: «En las últimas semanas, demasiados agentes han incumplido su deber para con la república. Se han proferido comentarios racistas que han revelado la discriminación latente. Esto es inaceptable». Así, el «primer policía de Francia» reconoció por primera vez que existe un problema entre sus filas. Un problema de racismo.

      ¿Infiltrarse en la policía? Muchos podrían considerarlo un proyecto hostil, pero basta con leer Poli para comprender que ese no es el caso. Valentin Gendrot plasma lo que ve, oye y siente, y humaniza a los agentes de policía y a las víctimas de sus abusos.

      Con el paso de los días, su forma de hablar y su comportamiento cambian. Eso hace que Valentin se plantee una serie de preguntas: ¿Está comenzando a sentir una especie de espíritu de equipo? ¿Los niveles de empatía disminuyen? Se sorprende al sentir cómo la policía se infiltra, también, en él mismo.

      Geoffrey Le Guilcher,

      Clara Tellier Savary

      y Johann Zarca

      

      

       A mi querido padre.

      

       A La Merguez.

       A Marcelo.

      Capítulo 1

      —¿Qué has hecho ahora?

      Toto4 agarra al tipo y lo empuja contra la marquesina. Le va a pegar, eso está claro. Los curiosos se detienen a nuestro alrededor y algunos incluso sacan el móvil para grabar la escena.

      —¡Ponte ahí! —me grita François—. Establezcamos un perímetro de seguridad.

      Es uno de mis primeros días en el equipo y por fin han atrapado a uno. Ellos los llaman «los bastardos». Y, cuando salen a patrullar, su objetivo es dar caza a los bastardos. Toto no ha tenido demasiados problemas para pillar a este en concreto. Es un tío enclenque, seguramente no sea nadie importante. Vamos, un bastardo de pacotilla.

      Vigilo los alrededores para que nadie los interrumpa. Tengo la mandíbula tensa y las manos en las caderas; la izquierda está a unos centímetros de la pistola. Frente a mí se encuentran los colegas del flacucho, que me miran con hostilidad. Sudo y siento un escalofrío. Noto la adrenalina. El corazón me late con fuerza.

      —Den la vuelta, no pasen por aquí —digo con firmeza a los peatones que se acercan.

      Me giro, el tipo sigue aprisionado contra la marquesina. La escena se me hace interminable.

      —Nos vamos —suelta François—. Seguidme.

      Los seis nos subimos en el furgón blanco y nos llevamos al chico con nosotros. Toto pisa a fondo el acelerador. En la parte trasera, nos caemos de nuestros asientos de cuero sintético. Nos agarramos. El joven está sentado entre nosotros, aterrorizado. A los otros ni se les ocurre tocarlo, está claro que este asunto tienen que resolverlo Toto y él. Recorremos las arterias parisinas a toda velocidad hasta que salimos de nuestra zona y ya no reconozco las calles. Llegamos a Pantin. ¿Qué hacemos aquí? Estamos obligados a permanecer en el distrito 19…

      Toto aparca en mitad de la calle. Se baja del furgón, abre la puerta trasera y se monta con nosotros. Agarra al tipo flacucho y le tira del pelo.

      —¿Qué has hecho ahora? ¿Eh?

      Uno de mis compañeros me pide que salga para vigilar. Me bajo, cierro la puerta corredera y espero fuera. El vehículo se sacude y oigo gritos. Espero un momento mientras controlo a los transeúntes que pasan. La puerta se abre de nuevo y se oye la voz del policía:

      —Muy bien, ¿lo entiendes ahora? ¡Venga, lárgate!

      El tipo baja, encogido sobre sí mismo. Se sujeta la cabeza con las manos, parece desorientado.

      —Sí, claro… ¿La policía francesa…? —farfulla.

      Lo dejamos allí, solo, a unos cuantos kilómetros del lugar donde lo hemos atrapado. Forma parte del castigo.

      Solo llevo dos semanas con el uniforme de policía y ya soy cómplice de una paliza a un joven inmigrante. ¿Dónde me he metido? Vuelvo a sentarme en la parte trasera del furgón.

      —¡Me ha tocado la ceja con el móvil! —nos explica Toto—. Me ha tocado al bajar en Porte de la Villette, cuando hemos registrado a aquellos dos inmigrantes. Bueno…, creo que no lo ha hecho a propósito.

      —No te preocupes, los tíos como ese merecen la muerte —suelta Bisonte.

      Los agentes de policía tienen la obligación de presentar un informe de cada intervención, servicio u «operación». En el software del registro policial digital (MCI),5 debe quedar СКАЧАТЬ