Название: ¡No valga la redundancia!
Автор: Juan Domingo Argüelles
Издательство: Bookwire
Жанр: Учебная литература
Серия: Studio
isbn: 9786075572475
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17. apología, ¿apología a favor?, ¿apología en contra?, ¿apología en favor?
¿Puede haber una “apología” en contra? Por supuesto que no. El sustantivo femenino “apología” (del latín tardío apologĭa, y éste del griego apología) significa “discurso de palabra o por escrito, en defensa o alabanza de alguien o algo” (DRAE). Ejemplo: Fulano hizo una apología vergonzosa y rastrera del presidente. Decir y escribir “apología a favor” es redundante, pues, por definición, toda apología es favorable. Basta con decir y escribir, como lo hizo Platón, Apología de Sócrates, es decir, elogio de Sócrates. Ni siquiera se presta a anfibología o ambigüedad: se hace la apología de esto o de aquello, de este o de aquel, y se dice y se escribe “apología de” porque la preposición sirve para introducir al destinatario de la apología. Contrariamente, un autoelogio, o elogio en boca propia, no es, exactamente, una “apología”, sino una idiotez. Que quede claro, entonces, que toda “apología” es favorable y hasta laudatoria; por ello resulta redundante agregar “a favor”, como en el siguiente ejemplo: “Apología a favor de Sócrates”. Si existieran “apologías en contra” de algo o de alguien, tendríamos que admitir que las hubiese “a favor”, pero, como ya vimos, por definición, esto es imposible. Y, sin embargo, así como muchos dicen y escriben “apología a favor”, hay otros muchos que dicen y escriben “apología en contra”. Y todo porque jamás en su vida han ido al diccionario para leer la definición de “apología”.
Incluso en libros académicos o literarios aparecen estas barbaridades. Justamente en un artículo académico leemos lo siguiente:
Con corrección, el autor debió escribir que Owen Fiss
18. ¿aporafobia?, aporofobia
El DRAE no incluye en sus páginas la mayor parte de las palabras formadas con el sufijo “-fobia”, elemento compositivo que significa “aversión” o “rechazo”, como en “agorafobia”, “claustrofobia” y “homofobia”. Entre estos términos, que no recoge el DRAE, está el sustantivo femenino “aporofobia”, contribución de la filósofa española Adela Cortina para referirse a la “aversión, odio o rechazo a los pobres”. Para Cortina, “era necesario poner nombre a un fenómeno que existe y es corrosivo”. El término está formado a partir del griego á-poros (“sin recursos” o “pobre”) más phobos o fobos (“aversión”, “miedo”, “odio”, “pánico”, “rechazo”, “repugnancia”): literalmente, “rechazo a la gente sin recursos, al desamparado, al pobre”. A decir de Cortina, “el 90% de las personas es aporofóbica”, es decir, siente aversión por los pobres. Pero, como ya vimos, de acuerdo con las raíces del término, se debe decir y escribir “aporofobia” y no, por ultracorrección, “aporafobia”, que no significa nada. Debido al influjo del término “agorafobia” (del griego agorá: “plaza pública” y fobia: “rechazo”): “temor a los espacios abiertos”, que muchos pronuncian y escriben, incorrectamente, “agorofobia”, por equivocado prurito de corrección, muchas personas del ámbito culto de la lengua transforman el correcto “aporofobia” en el desbarre “aporafobia”. Aun si estuviese en el diccionario el sustantivo “aporofobia”, muchos seguirían diciendo y escribiendo “aporafobia” porque, simplemente, de todos modos, no consultan el diccionario. El término que, con pertinencia y corrección, acuñó Adela Cortina es “aporofobia”.
El desbarre “aporafobia” es, por supuesto, del ámbito culto y, especialmente, de los medios académico y profesional, de donde ha pasado al periodismo. En el diario español La Voz, de Navarra, el columnista escribe, en el cuerpo de su artículo, la correcta voz “aporofobia”, pero en el titular leemos lo siguiente:
Como ya vimos, quien impuso tal titular disparatado, al colaborador del diario, debió escribir: