Название: Treinta decasilabos descalzos
Автор: [Víctor Roura
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Colección indócil ballenato
isbn: 9786078312252
isbn:
e insensato
1
Incluso sin sangre aún palpitan
Dos cuerpos nunca, jamás, son uno.
Y que me lo diga enfrente mío
quien asegure ese tal escándalo.
Por supuesto, hacer el amor no
une a dos personas sino acaso
de manera fugaz, momentánea,
aunque hay los que escapan de ese rito:
vaya uno a saber cómo demonios
permanecen intactos, inmunes,
invulnerables, indiferentes.
Salen ilesos de los ardores
corporales, lejos de las llamas
que incendian, ¡ay!, a los corazones
que, incluso sin sangre, aún palpitan.
Un cuerpo no lo arman dos figuras
en movimiento; sólo aparentan
un pétreo enlace, una conjunción
tonal en perfecta simetría.
¿Quién, pregunto, de los sumergidos
está más compenetrado, más
inmerso en el otro, ajeno, cuerpo?
¿El que ama, tal vez, o el que es amado?
¿Puede amar acaso el que es amado
más que el que ama con todas sus células?
Quizá pierden menos los que no aman
(o no pueden amar, que es distinto):
por eso se dejan querer, débiles;
por eso sus simulacros cálidos
pasan por verídicos, genuinos,
axiomáticos, certificados.
Pero ellos únicamente saben,
pueriles e intensos, que el amor
es sólo un divertimiento extraño:
ingenuo y recio, urgente e insensato,
que eso representa muchas veces
el amor en su hosco anudamiento.
2
Huye el torrente de la pasión
Una hoja, postrada en una lápida,
tiembla inmovilizada, vencida.
Breve colibrí en una estampida
de una dicha domada, invadida.
Elementos inertes, carnada
de lenguas mancilladas, morada
de muertas naturalezas, nada
retorna al amor ciega, callada,
sorpresivamente: entonces huye
el torrente de la pasión, fluye
el rumor acrisolado, arguye
el inopinado silencio, huye
la palabra, el gesto, el reconcomio.
Conduce el amor al manicomio
(¿duerme al despertar?, ¿despierta insomnio?,
¿celebratorio, enfermizo, momio?),
pero también a la negra tumba.
Aturde el sentimiento, retumba
en la cabeza, arde, explota, zumba:
nace, vive y de nuevo a la tumba.
Una hoja, un colibrí, una morada,
elementos inertes, carnada
enferma, sorpresiva y callada:
aprensión invisibilizada.
3
Pared blanca con niña en la cuerda
Dice la gente que las paredes
se pintan de blanco para darles
luz a las casas. Puede ser. Yo
las pinto de blanco por razones
diferentes. Para que me escriban
dos o cinco poemas, por ejemplo.
Una mujer que se dice tonta
vino a mi casa. Le hablé de barcos
solitarios que navegan en
los jardines, de árboles que crecen
en la palma de la mano izquierda;
de hormigas que en los anocheceres
con sus cánticos hacen cosquillas,
de monstruos que habitan al cerrar
los ojos. De su desnudez en
mis labios entreabiertos. Le hablé
también de los trenes que recorren
mi cuerpo y de los vientos que silban
con violencia cada amanecer.
Pero ella sólo miraba las
paredes blancas. “Voy a escribir
un poema”, dijo. Entonces le di una
pluma, en el preciso momento en
que un tren empezaba a circular
en mis brazos rumbo a no sé qué
destinos. Escribió en la pared:
“No lo digo porque tú me lo
dijiste. СКАЧАТЬ