E-Pack HQN Susan Mallery 3. Susan Mallery
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Название: E-Pack HQN Susan Mallery 3

Автор: Susan Mallery

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Pack

isbn: 9788413756455

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СКАЧАТЬ que a ella no le hizo gracia el chiste.

      —Yo tenía catorce.

      —Lo sé. Por eso nunca... —agarró su café—. Bueno, el caso es que vieron a mi padre por la zona. En aquel momento, yo estaba viviendo con un federal del programa de protección e inmediatamente decidieron sacarme del pueblo. Quería decírtelo, Patience, pero no pude. Pasó mucho tiempo hasta que detuvieron a mi padre y lo encerraron, y, después, ya no estaba seguro de que fueras a acordarte de mí.

      O de que debiera ponerse en contacto con ella. Incluso ahora, mientras le contaba la versión saneada de su pasado, veía que estaba siendo demasiado para ella. Parecía impactada. Él mismo lo había vivido y aún le costaba creer lo sucedido.

      —¿Y qué pasó con tu padre? ¿Aún sigue entre rejas?

      —Está muerto. Murió en un incendio en la cárcel.

      «Murió y quedó irreconocible», pensó. Lo habían identificado mediante informes dentales. Pero Justice no sentía nada por ese hombre, lo único que sintió cuando murió fue alivio.

      Y la pregunta sobre cuánto había de su padre en él no era algo que quisiera discutir con ella. Patience no formaba parte de todo eso; era la luz para su oscuridad y no quería que eso cambiara.

      —La cabeza me da vueltas —admitió Patience y soltó el café—. ¿Sabes qué es lo más retorcido? Que lo que más me sorprende es que tuvieras dieciocho años cuando yo creía que tenías dieciséis; me sorprende más que el hecho de que estuvieras en un programa de protección de testigos porque tu padre te quería ver muerto. Creo que eso significa que algo no me funciona bien y me disculpo por ello.

      Él le sonrió.

      —Al menos tienes prioridades.

      Se quedó observándolo un segundo y después agachó la cabeza.

      —No puedo imaginarme todo por lo que has pasado. ¡Y yo aquí compadeciéndome de mí misma porque estaba loquita por ti! Quería contártelo. Es más, iba a contártelo aquel día, pero apareció Ford.

      Él se dijo que esa información era interesante, aunque no importante. Aun así, sintió cierta satisfacción seguida rápidamente por una sensación de pérdida. A menudo se había preguntado qué habría pasado si hubiera sido un chico normal que vivía en Fool’s Gold, pero, por desgracia, nunca había tenido tan buena suerte.

      Sabía que si fuera un tipo medianamente decente, se marcharía de inmediato. Que un hombre como él no tenía cabida en su vida. Pero no podía marcharse, al igual que no había sido capaz de olvidar.

      —Recuerdo aquel día —admitió—. Actuabas como si estuvieras pensando en algo.

      —Y así era. Pensaba en ti. Con catorce años, mi corazón de chiquilla temblaba cada vez que estabas cerca.

      Le gustó cómo sonó eso.

      —Qué mal, ¿eh?

      Ella asintió.

      —Me daba esperanzas que no parecieras interesado en nadie, pero me preocupaba que solo me vieras como amiga. Estaba decidida a contarte la verdad, aunque también estaba aterrorizada. ¿Y si yo no te gustaba?

      —Sí que me gustabas. Pero era demasiado mayor para ti.

      —Eso lo veo ahora –sonrió—. Dieciocho. ¿Cómo puede ser? Estoy totalmente alucinada. Me recuperaré, pero necesitaré un momento —su sonrisa se desvaneció—. Justice, cuando te marchaste... Bueno, todos te echamos de menos y nos preocupamos por ti.

      Él alargó la mano por encima de la mesa y le acarició el dorso de la mano.

      —Lo sé. Y lo siento.

      —Fue como si nunca hubieras estado allí. Solía pasar por tu casa esperando que aparecieras tan misteriosamente como te marchaste.

      Y él, por su parte, había esperado que ella lo hiciera. A menudo había pensado en Patience, se había preguntado si se acordaría de él. En algunos momentos, pensar en ella había sido lo que le había ayudado a seguir adelante.

      —¿De verdad estuviste aquí el otoño pasado?

      —Un poco. Tenía una clienta.

      —Dominique Guérin. Lo sé. Soy amiga de su hija —Patience ladeó la cabeza—. ¿Por qué no fuiste a buscarme?

      Antes de que él pudiera pensar en una excusa que sonara mejor que decir que había tenido miedo, una niña entró en el establecimiento. Debía de tener diez u once años, tenía el pelo largo y unos ojos marrones que le resultaban familiares. Miró a su alrededor y corrió hacia su mesa.

      —Hola, mamá.

      Patience se giró y sonrió.

      —Hola, cielo. ¿Cómo sabías que estaba aquí?

      —Julia me ha dicho que ibas a tomar un café —miró a Justice—. Con un hombre.

      Patience suspiró.

      —A este pueblo le encanta cotillear —rodeó a su hija con el brazo—. Lillie, te presento a Justice Garrett. Es amigo mío. Justice, te presento a mi hija, Lillie.

      En cuanto pronunció la palabra «hija», supo que había un problema. ¿Cómo iba a decir sin más que no estaba casada delante de su hija y mientras Justice no dejaba de mirarle el dedo anular izquierdo? E igual de complicado fue contener el deseo de ir directa al grano y decir: «estoy soltera». Sin embargo, se resistió. Darle información era una cosa; parecer desesperada, otra.

      —Hola —dijo Lillie con timidez y curiosidad a la vez que se inclinaba hacia su madre—. ¿De qué conoces a mamá?

      —La conocí cuando era solo un poco mayor que tú ahora.

      Lillie se giró hacia ella.

      —¿De verdad, mamá?

      —Ajá. Tenía catorce años cuando conocí a Justice. Vivió aquí un tiempo, aunque después tuvo que irse. Somos viejos amigos.

      «Más amigos que viejos», pensó. O, al menos, eso esperaba.

      Seguía rodeando a su hija con el brazo.

      —Lillie tiene diez años y es la niña más inteligente, más preciosa y con más talento de todo Fool’s Gold.

      Su hija se rio.

      —Mamá siempre dice eso —se inclinó hacia Justice y bajó la voz—. No es verdad, pero me quiere y por eso se cree eso.

      —Es el mejor amor que te pueden dar.

      Ella estaba a punto de aprovechar para decir que no estaba casada cuando pensó que no sabía nada de la vida íntima de Justice. Respiró hondo y luchó contra el calor que ardía en sus mejillas. ¿Y si era la mitad de una feliz pareja con una docena de niños encantadores?

      ¿Pero СКАЧАТЬ