E-Pack HQN Susan Mallery 3. Susan Mallery
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Читать онлайн книгу E-Pack HQN Susan Mallery 3 - Susan Mallery страница 22

Название: E-Pack HQN Susan Mallery 3

Автор: Susan Mallery

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Pack

isbn: 9788413756455

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СКАЧАТЬ mirando la carta de la cafetería.

      Lillie negó con la cabeza.

      —Creo que nada. Solo quería hablar contigo, si no te importa.

      —Por supuesto.

      Tenía los ojos del mismo marrón que su madre y en ella podía ver mucho de Patience además de otros rasgos que no reconocía y que le vendrían por parte de padre. Patience había dicho que las cosas no habían funcionado con él, aunque no le había dado detalles.

      Se sentó frente al sofá en una silla.

      —¿Cómo has sabido dónde estaba alojado?

      Lillie sonrió.

      —No hay muchos hoteles en el pueblo y la abuela estaba hablando de ti el otro día y dijo que no eras chico de alojarte en un hostal —se detuvo—. Aquí hay un par.

      —Ya lo he visto.

      Lillie se inclinó hacia delante y bajó la cremallera de su mochila. Sacó unos cuantos billetes y se los acercó.

      —Quiero contratarte.

      Era lo último que Justice se habría esperado.

      —¿Para qué trabajo?

      —Necesito un guardaespaldas. Hay un chico en el cole, Zack —arrugó la nariz—. Siempre está persiguiéndome y observándome. Me da miedo, ¿sabes? No sé qué hacer y no quiero contárselo a mamá porque a lo mejor se enfada y habla con mi profesora y eso me daría mucha vergüenza. Pero eres un chico y he pensado que sería mejor si tú hablaras con Zack.

      Justice la observaba fijamente.

      —¿Y qué ha hecho exactamente? ¿Te ha pegado? ¿Te ha empujado?

      Lillie frunció el ceño.

      —No, ni siquiera me habla. ¡Pero, no! —dijo sacudiendo la cabeza—. No me amenaza ni nada de eso. Ya hemos hablado del acoso en el cole y hemos visto pelis sobre el tema. No me están acosando. Solo está ahí todo el tiempo y no sé qué querrá. Le he preguntado, pero sale corriendo. Los chicos son muy raros. Mamá dice que algún día me gustarán, pero no lo creo.

      Él se relajó un poco.

      —De acuerdo.

      —No quiero que se preocupe. No se lo puedes contar.

      —Lillie, si te pasa algo, tengo que contárselo.

      La niña suspiró.

      —¿Y no puedes decírselo mejor a mi abuela?

      Era una buena negociadora.

      —Claro. Si descubro algo, se lo diré a Ava y te informaré a ti —porque si alguien estaba molestando a Lillie, quería asegurarse de que esa situación terminara.

      —Genial —volvió a mostrarle el dinero—. ¿Con esto vale?

      —No tienes que pagarme. El primer encargo es gratuito.

      Ella sonrió.

      —Gracias —se guardó el dinero en la mochila y sacó un trozo de papel—. Aquí están su nombre y dirección y esas cosas. Para que puedas encontrarlo.

      Él se quedó con la información.

      —Investigaré y me pondré en contacto contigo —no estaba seguro de qué pasaba con Zack, pero lo averiguaría.

      —Gracias por ayudarme. Mamá está ocupada con la cafetería. Está muy alegre y sabía que esto la preocuparía. La abuela también está muy emocionada, así que no sabía con quién hablar. A lo mejor si tuviera padre sería distinto —apoyó los codos en sus muslos y la barbilla en las manos—. Quiero decir, tengo padre, pero nunca lo he visto.

      —Lo siento.

      —No pasa nada. No lo recuerdo. Se marchó cuando nací o algo así. No viene a verme.

      Hablaba sin emoción porque era todo lo que sabía. Él se preguntó qué clase de hombre podía alejarse de su hija, pero entonces se dijo que esa pregunta era estúpida. Los padres se alejaban de sus hijos constantemente o hacían cosas peores. No había más que mirar al suyo. Justice había vivido la pesadilla del maltrato paterno, así que si su padre lo hubiera abandonado habría sido una bendición para él.

      —Si tienes preguntas, seguro que puedes hablar con tu madre.

      —Lo sé. O con la abuela. Siempre me lo dicen. ¿Pero qué voy a preguntarles? —se levantó—. Gracias por ayudarme.

      —De nada. Te informaré en un par de días.

      Ella sonrió.

      —¿Podemos quedar en un sitio secreto como si fuéramos espías?

      —Claro.

      —Me gustaría, aunque tampoco pasa nada si vienes al cole. Mamá dice que estás ocupado con tu negocio.

      Recogió su libro y la mochila y fue hasta la entrada del hotel. Justice la siguió a la puerta y la vio marcharse. Después, volvió a su habitación subiendo por las escaleras y retomó su tarea con el ordenador, aunque en lugar de ver la detallada hoja de cálculos de Felicia, lo que vio fue el pasado. Vio a una Patience mucho más joven y sonriéndole.

      Por entonces solo era cuatro años mayor que su hija. Una niña preciosa que se había convertido en una bella mujer.

      Se levantó y fue a la ventana para asomarse y contemplar las vistas de la montaña.

      Ojalá las cosas hubieran sido distintas, pensó, aunque sabía que pensar eso era una pérdida de tiempo. Las cosas no podían haber sido distintas. No, teniendo en cuenta quién era y cómo lo habían criado. A Bart Hanson le había gustado vivir al otro lado de la ley, le había gustado el riesgo y flirtear con la muerte. Sus tendencias sociópatas habían hecho que todo aquel que los rodeaba viviera intranquilo.

      Recordaba la última noche que había pasado en Fool’s Gold, cómo habían recibido la llamada alertándolos de que habían visto a Bart por la zona. A Justice lo habían sacado de allí en cuestión de segundos y, menos de una hora después, un equipo había llegado a recoger la casa. Por la mañana había sido como si nunca hubieran estado allí.

      Se había resistido a que se lo llevaran e incluso había intentado negociar con ellos para que le permitieran al menos telefonear a Patience y contarle lo sucedido, pero uno de los federales le había explicado que, si ella se enteraba, podían ponerla en peligro. Justice lo había entendido y había dejado de preguntar.

      Después de que capturaran a Bart, por fin había quedado libre, ya que la condena por homicidio junto con sus otros crímenes había asegurado que muriera entre rejas. Sin embargo, no había tenido una entrada en la cárcel muy discreta y sus últimos gritos mientras se lo llevaban habían sido el juramento de que su hijo moriría. De que lo perseguiría y lo mataría.

      Incluso ahora, mucho después de la muerte de su padre, Justice no podía quitarse de encima la sensación de que Bart СКАЧАТЬ