E-Pack HQN Susan Mallery 3. Susan Mallery
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Название: E-Pack HQN Susan Mallery 3

Автор: Susan Mallery

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Pack

isbn: 9788413756455

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СКАЧАТЬ vio a la mujer marcharse. No había muchas situaciones en las que llegara a sentirse incómoda, pero esa había sido una de ellas.

      —¿Estaba intentando...?

      —¿Sugerirte que no le importaría tener un rollo contigo? —le preguntó Patience con los ojos brillantes de diversión—. ¡Claro! Eddie y su amiga Gladys se creen grandes entendidas en hombres guapos. Sobre todo en hombres guapos y desconocidos. Así que si te interesa, dímelo y te doy su número.

      —Muy graciosa.

      Ella sonrió.

      —Antes he actuado sin pensar. Ya sabes, cuando he dicho que estábamos juntos. Porque puedo decirle que solo somos amigos. Eddie es muy dulce. Lleva años trabajando para Josh.

      Justice supuso que ese hombre desconocido para él sería un tema de conversación más seguro.

      —¿Josh?

      —Josh Golden. Es un antiguo ciclista. Muy famoso.

      —He oído hablar de él. Ganó el Tour de Francia varias veces.

      —Entre otras carreras. Es un tipo genial y vive aquí en el pueblo.

      De pronto, Justice vio que los demás hombres empezaban a caerle mal.

      —¿Lo conoces?

      —Todo el mundo lo conoce. Es un miembro muy importante de la comunidad. Se casó hace tres años, y Charity y él han tenido su segundo hijo hace un par de meses. Un niño —se giró hacia el espacio abierto—. Bueno, aquí está, ¿qué te parece?

      Él centró su atención en el local. La sala principal tendría unos ciento cuarenta metros cuadrados y suponía que habría algo más atrás como almacén. Estanterías que iban de suelo a techo dominaban toda una pared y grandes ventanales dejaban entrar mucha luz.

      —Me encanta el suelo —dijo Patience señalando los listones de madera noble—. Está en muy buen estado. No lo cambiaría y está claro que las estanterías se quedan. He pensado poner unas puertas en la parte baja para guardar cosas.

      —Tendrás que cambiar las cerraduras.

      Ella arrugó la nariz.

      —Probablemente —y fue hacia el fondo del local—. En esta pared obraré mi magia. Tendremos un mostrador largo y ancho con tres pilas. El lavaplatos irá atrás.

      Se giró y avanzó tres pasos.

      —El mostrador principal estará aquí y habrá vitrinas con pasteles, sándwiches y cosas así. Mamá y yo hemos elegido una vitrina refrigerada genial—estiró las manos como señalándole dónde iría—. Llevamos meses mirándolas por Internet y ya sabemos qué electrodomésticos vamos a querer —su sonrisa aumentó—. Me he pasado la mañana mirando lo que tienen en oferta. ¡Es todo tan surrealista! Cuando termine aquí, voy a ir a hablar con un abogado sobre el tema del alquiler.

      Juntó las manos y dio una vuelta.

      —No me lo puedo creer. ¡Vamos a hacerlo! ¡Vamos a abrir el Brew-haha!

      Todo su cuerpo era la viva imagen de la felicidad. Su pelo se sacudió cuando se movió y cerró los ojos. Se la veía absolutamente emocionada, esperanzada y sexy.

      Cuando rozó una caja con el pie, tropezó e, instintivamente, Justice fue a sujetarla. En cuanto sus dedos se cerraron alrededor de su brazo, supo que estaba perdido y que solo había un modo de volver a encontrarse.

      Patience abrió los ojos mientras intentaba recuperar el equilibrio. Unos brazos cálidos y fuertes la rodeaban. Justice la acercó tanto a sí que no tuvo más opción que dejarse caer contra él. Había estado en peligro de caer al suelo, pero al segundo ya estaba viendo sus intensos ojos azules. La cabeza le daba vueltas, aunque ahora por una razón muy distinta.

      Apoyó las manos sobre sus hombros porque le parecía el lugar más sensato donde posarlas. Vio el sol colándose por las ventanas y diminutas motas de polvo flotando en el aire. Sintió cómo el corazón le latía demasiado deprisa y notó la intensidad de su mirada.

      Al momento, él estaba agachando la cabeza y ella solo tuvo un segundo para recuperar el aliento antes de que sus bocas se rozaran.

      Los labios de Justice eran firmes; no implacables, pero sí decididos. Él estaba tomando las riendas y, dadas las circunstancias, a ella le pareció bien. Ya había tenido demasiadas responsabilidades en su vida, así que era algo que agradecía.

      Él movía la boca lentamente, con suavidad, explorando, probando, como si disfrutara con lo que estaba haciendo, y ella se entregó a esa deliciosa presión.

      Hacía mucho tiempo que un hombre no la besaba; años en realidad. Casi había olvidado lo emocionante que era esa cercanía, el cosquilleo en su estómago, pensar que podía haber más; algo más que podría arrebatarle la respiración.

      Era consciente de la suavidad de su camisa bajo sus dedos y de sus esculpidos músculos. De que era mucho más alto y fuerte que antes y de cómo se había imaginado a sí misma recostada sobre él de muchas más formas.

      Entonces, su boca se movió un poco más, adelante y atrás, como si se estuviera pensando cómo hacerlo. Esos primeros cosquilleos comenzaron en lo más profundo de su ser y, en ese momento, razonar se volvió muy complicado. Ahora solo podía sentir. Sentir sus manos sobre su cintura, su boca sobre la suya. Sentir el acelerado palpitar de su corazón y cómo su sangre parecía fluir más y más deprisa.

      Él se movió, le besó una mejilla, y después la otra. Le besó la nariz y la barbilla antes de volver a centrarse en su boca.

      Con la primera caricia, Patience tuvo que contener un gemido. Con la segunda, le temblaron las rodillas. Con la tercera, quería suplicar. Su deseo no era nada sutil. Estalló en sus pechos y después salió disparado a cien kilómetros por hora en dirección al centro de su ser. Se excitó tanto y tan deprisa que casi le dolió.

      Lo rodeó por el cuello y, sin decir nada, lo animó a aprovecharse de ella, aunque fuera de forma poco apropiada. ¿Es que de verdad no quería tocarle los pechos o colar la mano entre sus muslos? La idea de que la llevara contra la pared y le hiciera el amor ahí la hizo estremecerse de placer. Era una idea tan vívida que empezó a respirar con dificultad.

      «Ahora», pensó desesperadamente. Debería actuar ahora.

      Él se echó atrás y le sonrió.

      —Tal vez debería dejarte ponerte con esto.

      «¿Esto?» No tenía ni idea de a qué se refería.

      Justice se aclaró la voz.

      —Tienes mucho que hacer.

      Dio otro paso atrás, fue hacia la puerta y antes de que ella pudiera enterarse de lo que pasaba, ya se había ido. Así, sin más. Un par de besos ardientes y se había largado por la puerta.

      Patience tenía la sensación de que debía de parecer tan impactada como se sentía. ¿Cómo podía haberla dejado así? La había besado. Apasionadamente. ¿Es СКАЧАТЬ