Castillos en la arena - La caricia del viento. Sherryl Woods
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Название: Castillos en la arena - La caricia del viento

Автор: Sherryl Woods

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Tiffany

isbn: 9788413752235

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СКАЧАТЬ de juegos, ni de fingir, ni de motivos ulteriores. Ella quería casarse y fundar una familia, y me gustó esa actitud después de que tú me dijeras que no estabas preparada para nada de todo eso.

      Emily hizo de tripas corazón y le preguntó abiertamente:

      –¿La querías, Boone?

      Él la miró con una expresión inescrutable en el rostro durante unos segundos antes de contestar:

      –¿Te sentirías mejor si te dijera que no? La verdad es que sí que la quise, Emily; de no ser así, no me habría casado con ella. No me considero tan mezquino como para hacer algo así.

      Ella sintió el inesperado escozor de las lágrimas en los ojos. En el fondo, había guardado la esperanza de que no hubiera existido amor entre ellos, pero eso era muy egoísta por su parte. La idea de que Boone se hubiera sentenciado a sí mismo a un matrimonio sin amor era absurda.

      –Lo siento –le dijo, sin saber del todo por qué estaba disculpándose. Quizás fuera por la pérdida que él había sufrido, o por su propio deseo infantil de seguir siendo la primera en su corazón–. ¿Fuiste feliz?

      Él volvió a mirarla en silencio durante un largo momento.

      –Sí, sí que lo fui. Y, cuando llegó B.J., creí que todas mis aspiraciones se habían cumplido.

      –Te entiendo, es un niño fantástico.

      –Sí, y está claro que le has caído muy bien.

      A juzgar por su tono de voz, estaba claro que aquello seguía sin gustarle demasiado, y Emily le aseguró:

      –El sentimiento es mutuo. Espero que no le prohíbas venir a verme por lo que ha pasado hoy.

      –Me dan ganas de hacerlo –admitió, antes de admitir con resignación–: Pero dudo que lo consiga si lo intento, casi siempre se las ingenia para salirse con la suya. Soy un blandengue, sus tácticas suelen funcionar conmigo. Jenny era mucho más dura a la hora de imponer disciplina, pero, desde que ella murió, quiero que tenga todo lo que quiera o necesite. Supongo que esa actitud acabará por salirme cara tarde o temprano.

      –No creo. Si quieres mi opinión, yo veo a un niño que sabe que le quieren y que reacciona en consonancia. No creo que esté aprovechándose de la situación, es un crío muy responsable.

      –Ha tenido que crecer demasiado deprisa.

      –Ya sabes que se preocupa por ti. No quiere mencionar a su madre para no entristecerte.

      –Sí, hoy le he oído cuando estaba contándotelo y me he quedado hecho polvo. Supongo que voy a tener que hablar con él del tema, tengo que dejarle claro que puede hablar conmigo de Jenny siempre que quiera.

      –Eso es lo que le he dicho yo.

      –Ya lo sé, le has tratado de maravilla.

      –¿Y eso te sorprende?

      –Sí, supongo que sí, al menos un poco. Nunca tuve la sensación de que te interesara demasiado tener hijos. Esa fue otra de las razones que me hicieron pensar que tú y yo no teníamos futuro.

      Emily frunció el ceño al oír aquello, aunque pudo llegar a entender que él opinara así.

      –Que no estuviera preparada para tener hijos hace diez años no quiere decir que nunca me lo haya planteado, lo que pasa es que tú ibas muy por delante. Me dio miedo lo preparado que estabas para todo… una esposa, una familia, echar raíces… Yo sentía que estaba empezando mi vida. Había un montón de sitios que quería ver, tenía muchas metas.

      –Y pensaste que estar conmigo sería un obstáculo.

      –Sí.

      –El hecho de estar casado y de tener a B.J. no me impidió abrir mis restaurantes, ni expandir mis negocios a varios mercados más.

      –Está claro que hacer mil cosas al mismo tiempo se te da mejor que a mí, yo pensé que tenía que centrarme en mis sueños al cien por cien.

      –¿Has alcanzado todas tus metas?

      –No todas, pero tengo una carrera fantástica.

      –¿Y cómo te va en tu vida personal?

      –Salgo de vez en cuando.

      –¿Con alguien en especial?

      Ella negó con la cabeza. No quería admitir que, al margen de unos cuantos clientes, nadie iba a darse cuenta de que iba a pasar una temporada fuera de Los Ángeles. Era algo que le sonaba demasiado deprimente incluso a ella misma, a pesar de que en gran medida se sentía satisfecha con la vida que llevaba. Era como si perder la relación más importante que había tenido en toda su vida le hubiera quitado las ganas de volver a intentarlo.

      –Supongo que estoy demasiado ocupada para tener una relación seria –se limitó a decir al fin–. ¿Y tú qué?, ¿sales con alguien?

      –He tenido un par de citas, pero aún es demasiado pronto para que entre alguien nuevo en la vida de mi hijo. Estoy demasiado ocupado como para tener que preocuparme también por una relación; además, también estoy intentando ser respetuoso y tener en cuenta los sentimientos de los Farmer, la muerte de Jenny los dejó destrozados. Me odiarían por intentar reemplazarla si tuviera una relación seria, y las cosas ya están bastante tensas entre nosotros.

      –¿No te llevas bien con tus exsuegros?

      –No nos llevamos mal, mientras yo no haga nada que les cabree. Salir con alguien en este momento les cabrearía, y mucho.

      –Puede que tengamos motivos distintos, pero me da la impresión de que nuestros puntos de vista coinciden bastante.

      Él se volvió a mirarla y le preguntó, sorprendido:

      –¿Así es como lo ves?

      –Sí, ¿tú no?

      –Em, yo creo que nuestros puntos de vista no han coincidido desde que éramos unos adolescentes y nos sentábamos aquí en noches como esta.

      El inesperado dardo dio de lleno en la diana. Emily volvió a sentir que los ojos se le inundaban de lágrimas, y solo pudo contestar con voz queda:

      –Ah.

      –¿Estás a punto de llorar? –le preguntó, ceñudo.

      –No, claro que no –le aseguró, antes de secarse una lágrima con impaciencia–. Es que pensaba que… no sé, tenía la impresión de que las cosas iba mejorando entre nosotros, que estábamos haciendo las paces.

      –¿Eso es lo que quieres?, ¿que hagamos las paces?

      –Fuiste mi mejor amigo, y viceversa. ¿No te parece un buen punto de partida?

      –Sí, supongo que sí –saltaba a la vista que no estaba demasiado convencido.

      –¿No te parece posible?

      –Todo es posible. El hombre llegó a la luna, ¿no?

      –¿Estás СКАЧАТЬ