Название: Más allá del vicio y la virtud
Автор: Группа авторов
Издательство: Bookwire
Жанр: Социология
Серия: Derecho y Política
isbn: 9789878010663
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AA: Has sugerido que al decir “tomar un descanso del feminismo” solo te refieres a algo como hacer una “pausa para fumar”. Entonces, no estás diciendo que deberíamos abandonar el feminismo por completo, ¿verdad?
JH: Cuando propongo que podría estar bien que algunas personas se tomaran un descanso del feminismo, lo hago asumiendo que el feminismo, que es una parte indispensable de nuestro repertorio político, está vivo y activo, y está haciendo muchas cosas buenas, ha hecho muchas cosas buenas y necesita hacer más cosas buenas en muchos, muchísimos lugares del planeta donde el feminismo es precisamente el instrumento que hay que usar. No estoy diciendo que todos deban tomar un descanso del feminismo. Creo que eso sería un desastre; si eso comenzara a suceder, entonces yo empezaría a argumentar en contra de tomar un descanso del feminismo, porque necesitamos el feminismo.
Lo que no necesitamos es comprometernos con la idea de que solo el feminismo, el feminismo de 24 horas los 7 días de la semana, el feminismo trascendental sublime, es el único instrumento que tenemos para pensar en el sexo, la sexualidad, el género y la familia, o el lugar de trabajo, o la guerra, o cualquier cosa. Y tienes razón; empecé a tratar de que la gente recuerde que “tomar un descanso” tiene una connotación muy temporal, como hacer una pausa para fumar. Una persona puede ser feminista todo el día y luego hacer una pausa. Yo lo estaba haciendo –tomar un descanso– porque creía que era valioso tener a alguien que mantuviera abierta la otra posibilidad. Desde entonces, he vuelto a entrar en el feminismo y a suspenderlo muchas veces.[58]
Así que, básicamente, estoy buscando lo que en Split Decisions llamo una “política de inconmensurabilidad teórica”, la proliferación de teorías de izquierda sobre el poder con las que podamos relacionarnos como si cambiáramos un par de lentes por otro, poniendo en práctica una teoría y luego otra para ver cuál hace que el mundo sea más inteligible. ¿Cuál de ellas hace que el mundo tenga más sentido? Si llevamos puestos los lentes feministas todo el tiempo, solo veremos lo que estos nos permiten ver, y tal vez no nos permitan ver cosas que el conjunto de ideas feministas aún no incluye.
AA: Has estado describiendo tu propio itinerario hacia ese espacio conocido como “teoría queer”. Por supuesto, sabemos que este giro posmodernista en el trabajo en materia de sexualidad ha sido resistido muy vigorosamente por las feministas comprometidas con el modelo de la “dominación”, es decir, la idea de que la dominación masculina y la subordinación femenina son tan ubicuas que el feminismo no debe prestar atención a nada más.[59] Las ideas de que la inteligibilidad del mundo depende de nuestras teorías al respecto y de que tenemos cierto tipo de control sobre ellas eran endémicas en el feminismo radical de los años sesenta y setenta, pero han desaparecido, posiblemente desde las guerras de los sexos. ¿Qué análisis haces del retorno de lo queer a estas ideas?
JH: No estoy segura de que diría que el trabajo queer como lo vemos en los Estados Unidos y en el mundo siempre simpatiza con este enfoque de “cambio de lentes”. Hay una gran parte de la teoría queer muy dogmática que coincide con cómo suena y se siente el feminismo de la dominación, aunque en clave de las minorías sexuales. Y hay una gran parte de la teoría queer que ejemplifica el tipo de proyecto de movilidad que creo que has dicho que tu propio trabajo ejemplifica.
Por lo tanto, el proyecto queer que me gustaría ver, que no es ni equivalente ni idéntico a todo el trabajo sobre los derechos queer, sería un intento de enriquecer el vocabulario teórico de la izquierda para que se abra a ver las cosas de otra manera. Es decir, ver no solo el sexo, la sexualidad, el género y la familia de nuevas maneras experimentales, sino tener ese tipo de apertura epistémica sobre muchas cosas.
AA: ¿Cómo podría tu crítica de la distinción m/f abordar la reproducción y el sexo? Se podría argumentar que ocuparse de la política de reproducción hace aún más difícil que el feminismo se aleje del marco m/f.
JH: Muy buena pregunta. En cierto modo, la política feminista de la reproducción dio un giro extraño cuando complementó una visión estadounidense con base en los derechos civiles y centrada en los derechos de aborto garantizados por una adjudicación constitucional con un enfoque de salud pública. Aziza, tú sabes mucho más de esto que yo, pero me parece claro que el enfoque de los derechos civiles deja en primer plano el aborto como tema de las mujeres y se centra en la necesidad de la mujer de controlar las consecuencias, para ella, del coito heterosexual. Es definitivamente el tipo de feminismo que se basa en la analítica de “m/f, m>f”, aunque solo sea en el sentido mínimo de que las consecuencias del coito heterosexual pueden ser notablemente diferentes para las mujeres que para los varones. Además, el marco de los derechos civiles constitucionalizados es el feminismo m/f en el sentido de que se posiciona como defensa de las mujeres: estamos buscando el acceso de las mujeres al aborto y la anticoncepción, la libertad de la esterilización y el aborto forzados, etc. La Corte Suprema parece empeñada en asegurarse de que gastemos mucha energía en mantener los derechos que tenemos, tal como están.[60] Muchos de nosotros percibimos el marco oficial de privacidad para todo este trabajo como ligeramente torcido por varias razones: vemos los derechos a las decisiones reproductivas de las mujeres como piedra angular de cualquier proyecto de igualdad plausible.
Sin embargo, el marco de la salud pública, aun cuando se trata solo de la reproducción, pero mucho más si se extiende a la sexualidad y salud sexual, se desplaza en la práctica del mismo modo que lo hicieron Sedgwick y Rubin a nivel teórico. La sexualidad y la reproducción entendidas como cuestiones de salud condujeron a un proyecto que ahora es muchísimo más grande, que incluye muchísimos aspectos diferentes de la experiencia humana, que apela a muchísimos instrumentos legales y políticas diferentes, y que visualiza el bienestar humano de muchísimas maneras diferentes. Yo lo veo como el giro queer en clave de la reproducción.[61]
Solo sigamos el tema del VIH, por ejemplo, y sumémoslo al de los derechos reproductivos. El VIH es un rastreador de la miríada de actos de contacto de tejidos húmedos entre seres humanos. No respeta el marco m/m en que lo observamos por primera vez ni el marco m/f en que tantos enfoques de derechos parecen querer contenerlo. Es tanto un problema de todos como un problema de una serie infinitamente extensa de intimidades entre seres humanos. ¡He aprendido esto de ti, Aziza![62]
Por supuesto, eso no garantiza una divergencia real. Como muestra tu trabajo, se puede recurrir a un modelo de derechos de las minorías, y vemos que eso sucede todo el tiempo. Pero una y otra vez, la gente me responde desde el campo de trabajo, en el que esta visión se ha reducido a una lista de “minorías afectadas”, preguntando con tristeza: “¿Por qué lo hicimos, cuando lo que vi ahí fuera en la vida erótica y reproductiva de la gente atraviesa la identidad de tantas maneras?”.
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