Название: E-Pack HQN Jill Shalvis 2
Автор: Jill Shalvis
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Pack
isbn: 9788413756523
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–Creo que le da de comer todo el mundo del edificio. Tiene un buen truco. Cuando no me doy prisa en rellenarle el comedero, se pone delante de la pantalla de la puerta y me mira fijamente hasta que salgo –dijo ella.
Rebuscó sus llaves en el bolso y, después, Lucas se lo sujetó.
Molly abrió la puerta y entró a oscuras, sin vacilar, porque conocía la distribución. Él la siguió y, al oír que a ella se le caían las llaves al suelo, se agachó para recogerlas al mismo tiempo que ella.
Se golpearon las cabezas. Él vio las estrellas, pero intentó agarrarla, porque sabía que ella se había llevado la peor parte.
–Mierda, lo siento. ¿Te he hecho daño?
–¡Sí! ¡Tienes la cabeza más dura del planeta!
–¿Seguro? –preguntó él, pasándole la mano con cuidado por el pelo–. Yo creo que en esa categoría estamos empatados.
Estaban cara a cara, muy cerca, y saltaron chispas por el aire. Siguieron mirándose y, al final, Molly dijo:
–¿Sabes? Sadie está empeñada en que permita que tú seas el hombre de mi vida por una noche.
Él sonrió.
–¿De verdad?
–Sí.
–¿Y qué piensas tú?
–No quería ceder, pero ahora estoy empezando a replantearme las cosas.
Lucas estaba seguro de que la mente le estaba jugando una mala pasada. Pero lo cierto era que la deseaba más de lo que había deseado a nadie en mucho tiempo, tal vez nunca, y eso era decir mucho. Le acarició los brazos, y se dio cuenta de que tenía la piel de gallina.
Y no era por el frío.
Molly todavía estaba apoyada en él. Él medía un metro ochenta, y Molly, descalza, medía un metro sesenta, pero tenía una historia de amor con los zapatos de tacón, algo que, seguramente, agravaba sus problemas de piernas y espalda. En aquel momento, llevaba unas botas con un tacón de ocho centímetros, aunque cubiertas con las fundas que imitaban los zapatos verdes de elfo. De todos modos, la elevaban a una altura muy conveniente que podría hacerlos a los dos muy, muy felices.
–Sí, replantéatelo –murmuró él–. Y dime qué es lo que decides.
#Scrooge
A Molly le latía el corazón con fuerza. No sabía por qué estaba replanteándose lo que quería hacer con Lucas Knight. Necesitaba aquello. Lo necesitaba a él. Le asustaba pensar lo mucho que lo deseaba, pero los dos eran personas adultas y podían hacer aquello y continuar con su vida. Para empezar, Lucas no quería tener ataduras, y ella, tampoco. Y, para continuar, estaba muy oscuro y él no iba a poder ver nada.
En aquel preciso instante, volvió la electricidad y se encendió la luz del porche, que entró por la ventana.
Ella pestañeó mientras Lucas murmuraba su nombre. Él la besó y la abrazó. Después, la miró con intensidad.
–¿Has terminado de replantearte las cosas? –le preguntó–. Porque…
Él dejó de hablar cuando ella deslizó las manos por debajo de su camisa y le acarició la piel suave y cálida.
–Molly –dijo él con la voz enronquecida–. Necesito oírte decir las palabras.
–Sí, ya he terminado de replantearme las cosas –dijo ella.
–¿Y?
–Y te deseo. Por esta noche.
Al instante, él le quitó el impermeable que le había dejado, y se quitó inmediatamente la camisa. Después, la empujó suavemente, hasta que ella notó el sofá en las pantorrillas. Sin dejar de besarla, él los tendió a los dos sobre los almohadones, con cuidado de no aplastarla.
–¿Dónde está la luz? –preguntó él.
–Nada de luz.
Él se detuvo un instante, pero después continuó. Le besó la mandíbula y el cuello mientras susurraba palabras suaves y sexis. Ella no podía concentrarse en aquellas palabras, pero sí percibía su intención erótica.
Entonces, él le bajó el vestido por los hombros, junto a los tirantes del sujetador. Cuando atrapó uno de sus pezones con la lengua, ella sintió un calor que le arqueó la espalda e hizo que gritara. Trató de contener aquellos sonidos de desesperación, pero no lo consiguió. Él siguió quitándole la ropa, lentamente.
Y, después, se quitó la suya.
Y, después, se arrodilló en el suelo y le separó las piernas con unas manos fuertes, cálidas y encallecidas, y comenzó a besarla de nuevo, descendiendo hasta que llegó a su vientre. Un minuto después, encontró su sexo y la mantuvo al borde del orgasmo durante mucho tiempo, mientras ella se agarraba a su pelo con los puños.
Y olvidaba mantenerse en silencio. Había perdido el dominio sobre sí misma en cuanto él le había puesto la boca encima. Lucas utilizó los dientes y los labios y, cuando añadió la lengua, ella explotó entre estremecimientos y jadeos, y de ningún modo habría podido reprimirse.
Él emitió un sonido de satisfacción masculina mientras ella trataba de captar aire. Entonces, Molly oyó el sonido del paquete de un preservativo rasgándose, y él volvió, entró en su cuerpo con una embestida suave y lenta.
Había olvidado lo increíble que era sentir aquellos movimientos largos, lentos, controlados y profundos. Era más de lo que podía soportar, pero quería más, y se lo demostró a Lucas clavándole las yemas de los dedos en la espalda.
Lucas le agarró las muñecas y entrelazó sus dedos con los de ella por encima de su cabeza, y elevó su peso sobre ella para controlar mejor sus acometidas.
Y, por primera vez, ella hubiera querido encender la luz. No veía mucho, pero, por la penumbra que proporcionaba la luz del porche, vislumbraba el suave brillo de su piel y las flexiones de sus tendones y músculos. Observó fascinada su cuerpo, que se movía de un modo constante, incesante. No podía apartar la vista de él, de su cabeza estirada hacia atrás a causa del placer.
Entonces, él bajó la cabeza y la sorprendió mirándolo.
–Molly –susurró.
Tenía la voz entrecortada y una expresión de éxtasis y afecto. Gruñó, apoyó el peso en los codos y deslizó una mano por debajo de ella para arquearla y poder hundirse aún más profundamente. La acarició con todo el cuerpo hasta que empezó a formarse otra oleada de placer contenido en ella, y Molly, jadeante, metió las manos entre su pelo y susurró su nombre sin dejar de temblar. Notaba su boca en el cuello, y notó que él se estremecía al dejarse llevar por las sensaciones eróticas.
Cuando recuperó la conciencia, estaban los dos en el suelo, y él СКАЧАТЬ