Название: Boda en Eilean Donan
Автор: Lorraine Murray
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: HQÑ
isbn: 9788413750132
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El gesto de él cambió de inmediato cuando la voz de Ilona lo sacó de sus pensamientos.
—Seguro que mejor que a ti. ¿Nervios, hermanita?
—Van in crescendo. Pero no se lo digas a mamá o le dará algo.
—Descuida. Tu secreto está a salvo conmigo.
—¿Qué tal con ellas? —Hizo un gesto con su mentón en dirección a Karen y a Denise, que avanzaban hacia el restaurante escoltadas por su padre y por Edmund, su futuro suegro.
—¿Por qué todos me estáis haciendo la misma pregunta desde que he llegado? —Se detuvo para mirar a su hermana con curiosidad.
—¿Todos te la han hecho? —le preguntó ella con gesto de sorpresa.
—No sé qué esperáis que diga. No he tenido tiempo suficiente para hablar con ellas, excepto para preguntarles qué tal el viaje y poco más. La he llamado como me indicó nuestro padre para pedirle que estuvieran en el vestíbulo esta tarde porque queríais hablar con ellas sobre el reportaje. No hemos intercambiado más palabras.
Ilona sonrió con un leve movimiento de su cabeza.
—Entiendo. Tal vez lo hagamos porque no eres muy dado a relacionarte con la gente después de lo de William y Fiona. Supongo que ya sabes que vendrán. —Ilona entornó la mirada hacia su hermano para asegurarse de que lo sabía. Le preocupaba su reacción, no porque fuera su boda, sino porque no quería verlo sufrir más.
—Lo sé. Es lógico que vengan a tu boda.
—¿Sigues sin hablarles?
—Bueno… Imagino que llegará el día que tenga que hacerlo, ¿no? No te preocupes por tu día. No voy a estropearlo.
—Sé que no vas a hacerlo, pero no es por eso por lo que te pregunto. Quiero que estés bien —le dijo reteniéndolo por el brazo y mirándolo de manera fija a los ojos.
—Tranquila. Lo estoy. Vamos, que te están esperando.
Andrew acompañó a su hermana al interior del restaurante. Cuando lo hicieron, los demás ya habían sido colocados a la mesa. No se trataba de un local grande, ni muy sofisticado, sino uno más bien recogido y moderno que serviría para una primera toma de contacto de los novios con Karen y Denise.
La primera charlaba de manera animada con su madre mientras él ocupaba la silla vacía, que le habían dejado justo frente a Karen, como si alguien lo hubiera hecho a posta para que no perdiera detalle de cada uno de sus gestos.
—¿Todo bien en el periódico? —Edmund, padre de Fraser, se dirigió a él.
—Sí. Todo marcha lo bien que puede ir un trabajo como ese. No es nada sencillo dirigirlo.
—Lo entiendo, pero es el diario de Inverness. Y todos queremos estar puestos al día sobre lo que sucede en la ciudad, básicamente —le recordó con un toque de orgullo.
—Sin duda.
—¿Has hablado con Maggie sobre la cobertura de la boda? —intervino su padre mirando y apuntando a su hijo con un dedo, para recalcar este hecho.
—Sí. Lo hemos hecho hoy mismo antes de pasarme por el aeropuerto —le dijo haciendo un gesto con el mentón hacia las dos fotógrafas—. Le he pedido a Maggie que, al ser parte de los invitados, buscara a alguien para que hiciera un par de fotos para el periódico. Algo sencillo y normal. Para algo más profesional están ellas. —Andrew movió sus cejas en dirección a Karen que, en esta ocasión, sí se fijó en él.
Ella creía que se trataba de una simple casualidad, pero al mismo tiempo le daba qué pensar que cada vez que desviaba la atención de la pareja de novios se topara con la mirada de Andrew. Como si tuviera un imán que la atraía.
Este volvió a centrarse en la conversación con su padre.
—Bien hecho. No es justo que se pierda la boda por ir a cubrirla.
—Además, las fotos están en buenas manos —apuntó Edmund—. ¿Has echado un vistazo a sus trabajos? —le preguntó haciendo un gesto hacia Karen.
Andrew se limitó a asentir cogiendo su pinta para echar un trago.
—Sus fotografías están en todas partes. Como imagino que sabrás, algunas de estas han sido portada de prestigiosas revistas.
—Eso me comentó mi padre —asintió sin dejar de pensar en la imagen de ella misma en su web, y que bien podría valer para una revista especializada en motos. No había sentido interés en las demás después de ver esa.
—Todo un lujo tenerla para la boda. Tu hermana quería un reportaje digno de recordar y me la sugirió. Al parecer es una admiradora de su trabajo —apuntó Roger mirando a su hija—. Y ya que estamos hablando de esto, quiero que mañana acompañes a tu hermana y a Fraser a Eilean Donan. —Andrew miró a su padre sin entender a qué venía aquella petición. Pero todo se complicó más cuando este prosiguió sin darle tiempo a rebatirlo—: Ya puestos, sería bueno que te encargaras de llevar a las fotógrafas, ya que no conocen la región.
Andrew estaba viendo venir otra encerrona de su padre. ¿Por qué le tocaba hacer de chófer de las dos francesas? ¿No tenía gente suficiente para hacerlo? Él tenía que dirigir un periódico.
—Podrían ir con Ilona y Fraser. Si ellos van a ir…
—Cierto, pero ya que te has encargado de ellas esta tarde, me gustaría que fueses su anfitrión durante los días que pasen aquí. Además, apuesto a que querrán pararse y sacar algunas fotografías del lago Ness desde el castillo de Urquhart. O de los alrededores de Eilean Donan.
—¿Y qué hago con el periódico?
—Vaya, parece que después de todo te interesa. Puedes dirigirlo desde tu móvil como haces otras veces. —Le señaló este con la mano y sonrió con toda intención a su hijo—. Venga, Andrew, tu hermana estará más pendiente de otras cuestiones. Si Karen no te pide parar el coche para hacer unas fotos, pues nada. La vuelves a dejar en el hotel y puedes regresar al periódico. Habla con Ilona y con Fraser para ver a qué hora irán.
—Está bien, seguiré haciendo de chófer. —Asintió con un ligero resoplido y bebiendo otro trago de cerveza para calmar su cabreo. No quería pasar más tiempo del necesario junto a Karen. No cuando comenzaba a darse cuenta de cuánto le gustaba quedarse contemplándola desde la distancia, que en ese momento le permitía la mesa. Pero cuando ella le devolvía la mirada sentía una especie de aviso. Una ligera palmada en la espalda que venía a recordarle que pusiera los pies en la tierra y dejara de fantasear. Ella se marcharía cuando la boda hubiera concluido y se acabó. No volverían a verse.
Karen se había metido de lleno en su trabajo. Para eso le pagaban lo que ella pedía por una sesión de fotos como aquella. Era una profesional desde el segundo uno al último. Y le gustaba controlarlo todo. Luz, enfoque, perspectivas, colores… No tenía por costumbre dejar algo al azar. Por eso acosaba a los novios a preguntas, que al mismo tiempo le servían para apartar de sus pensamientos al hermano de Ilona. Tal vez más tarde se atreviera a preguntarle el motivo de su comportamiento. Como si la boda no fuera con él. Pero lo que tocaba en ese momento СКАЧАТЬ