Tres años después - Por un escándalo. Andrea Laurence
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Название: Tres años después - Por un escándalo

Автор: Andrea Laurence

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Ómnibus Deseo

isbn: 9788413751658

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      Sabine tragó saliva. En eso, Gavin tenía razón. Ella se había mudado a Nueva York para convertirse en pintora. Le apasionaba su trabajo y había empezado a tener éxito. Una galería hizo una exposición de sus cuadros y vendió algunos de ellos. Sin embargo, lo que podía sacar con eso no era suficiente para criar a un hijo. Por eso, sus prioridades habían cambiado. Los niños requerían tiempo, energía y dinero. Echaba de menos la creatividad en su vida, pero no lo lamentaba.

      –Están en el armario –admitió ella con el ceño fruncido.

      –¿Y cuándo fue la última vez que pintaste?

      –El sábado –se apresuró a responder.

      Gavin afiló la mirada con desconfianza.

      –De acuerdo, estuve pintando con las manos con Jared –confesó ella, y bajó la vista–. Pero nos lo pasamos genial haciéndolo. Jared es lo más importante en el mundo para mí. Más importante que pintar.

      –No deberías renunciar a una cosa que amas por otra.

      –La vida es una cuestión de compromisos, Gavin. Tú también sabes lo que significa dejar de lado lo que amas para dar prioridad a tus obligaciones.

      Él se puso rígido. Al parecer, los dos eran culpables de renunciar a sus sueños, aunque por diferentes razones. Sabine tenía un hijo al que criar. Gavin sobrellevaba el peso de las expectativas de su familia y tenía un imperio que dirigir. La presión de sus obligaciones se había interpuesto entre ellos cuando salían juntos.

      Al ver que Gavin no decía nada, Sabine lo miró. Él tenía la vista puesta en la ventana, sus pensamientos estaban muy lejos de allí.

      No tenía sentido estar en el mismo coche que él después de tanto tiempo, se dijo ella. Podía sentir la atracción que seguía latiendo entre ambos. Cuando había decidido dejarlo hacía años, le había resultado muy difícil. Solo habían salido juntos un mes y medio, pero cada minuto había sido especial y apasionado. Habían disfrutado juntos del sexo, sí, y habían hecho el amor bajo las estrellas, pero no había sido solo eso. Habían compartido comidas exóticas, debates políticos, visitas a museos, y habían hablado durante horas.

      La chispa que había habido entre ellos casi había sido suficiente para hacerle olvidar a Sabine que ambos habían querido cosas diferentes de la vida. Y, aunque él se había mostrado encandilado por esas diferencias, ella había sabido que no duraría mucho. Había sido solo cuestión de tiempo que Gavin le hubiera pedido que cambiara. Y eso era algo que ella no estaba dispuesta a hacer. No se amoldaría para darle gusto a nadie. Había dejado su pequeño pueblo en Nebraska para irse a Nueva York y ser ella misma. No estaba dispuesta a ser una más de las mujeres de los Brooks.

      Cuando Sabine había conocido a su familia, se había asustado hasta el tuétano. Se habían encontrado con los padres de él en un restaurante, pocos días después de que hubieran empezado a salir juntos. Su madre era poco más que un lujoso accesorio del brazo de su padre.

      Por mucho que amara a Gavin, no quería terminar como ella. Y lo había amado. Pero se amaba más a sí misma. Y amaba más a Jared.

      Sin embargo, estar a tan corta distancia de él le hizo sentir vulnerable. Llevaba demasiado tiempo desatendiendo sus necesidades sexuales.

      –¿Qué hacemos ahora? –preguntó ella.

      Como si le hubiera leído el pensamiento, Gavin le tomó la mano. Su calidez la envolvió, haciendo que un delicioso escalofrío la recorriera. Solo con ese pequeño contacto, era capaz de derretirla… ¿Qué podría hacer con ella si se atreviera a besarla?

      Al instante, Sabine se reprendió a sí misma por siquiera imaginar esa posibilidad. Ella lo había abandonado en el pasado por una buena razón. Necesitaba mantener las distancias. El único motivo por el que había ido a buscarla era Jared. Nada más.

      Pero, cuando él le acarició la mano con el pulgar, ella recordó todo lo que se había negado a sí misma desde que había sido madre…

      –Nos casaremos –contestó él con tono serio.

      Gavin nunca le había pedido a ninguna mujer que se casara con él. Bueno, en realidad, tampoco se lo acababa de pedir a Sabine. Había sido, más bien, una afirmación. De todos modos, ni en sus sueños más bizarros habría podido anticipar una respuesta así.

      Sabine se rio en su cara. Fueron carcajadas sinceras, salidas del corazón. Sin duda, ella no tenía ni idea de lo mucho que le costaba pedirle a nadie que fuera su esposa, sobre todo, a una mujer que ya lo había abandonado una vez.

      –¡Hablo en serio! –exclamó él, pero solo logró hacerla reír con más fuerza. Armándose de paciencia, se recostó en su asiento y esperó a que se le parara–. Cásate conmigo, Sabine.

      –No.

      Aquella firme y decidida negativa fue peor que su risa.

      –¿Por qué no? –quiso saber él, ofendido. Era un gran partido. Cualquier mujer debería estar agradecida por una proposición así.

      Sabine sonrió y le dio una palmadita tranquilizadora en la mano.

      –Porque tú no quieres casarte conmigo, Gavin. Quieres hacer lo correcto y darle un hogar estable a tu hijo. Un sentimiento muy noble, de verdad. Te lo agradezco, pero no voy a casarme con alguien que no me ama.

      –Tenemos un hijo.

      –Esa no es razón suficiente para mí.

      –¿No es razón suficiente convertir a Jared en hijo legítimo? –preguntó él, sin dar crédito.

      –No estamos hablando de la sucesión al trono de Inglaterra. Y hoy en día, no pasa nada por ser hijo de madre soltera. Si quieres formar parte de su vida, eso es suficiente para mí. Lo único que quiero de ti es que le dediques tiempo de calidad.

      –¿Tiempo de calidad? –repitió él, frunciendo el ceño. Casarse le parecía una manera más fácil de hacer las cosas.

      –Sí. Si estás dispuesto a casarte con la madre de tu hijo a pesar de que no la amas, deberías estar dispuesto a dedicarle tiempo a Jared. No voy a presentarle a su padre para que sigas trabajando hasta medianoche y lo ignores. Jared está mejor sin padre que con uno que no quiere esforzarse por él. No puedes perderte sus cumpleaños, ni sus partidos. Tienes que presentarte siempre que hayas quedado con él. Si no puedes ser su padre al cien por cien, es mejor que no te molestes.

      Sus palabras le resultaron a Gavin demasiado duras. Él no consideraba a sus progenitores malos padres, sino personas ocupadas. Aunque sabía lo que se sentía al ser el último en su lista de prioridades. Miles de veces se había sentado a esperar a sus padres frente a la entrada de casa, en vano. Y otras tantas los había buscado entre la multitud en sus partidos de fútbol, rezando por que hubieran ido a verlo, sin éxito.

      Siempre se había dicho que no repetiría con sus hijos los mismos esquemas. Sin embargo, a pesar de que había visto a Jared y estaba decidido a reclamar un lugar en su vida, no tenía mucha idea de qué iba a hacer con él.

      Sabine tenía razón. Era un completo ignorante en ese terreno. Por reflejo, lo primero que haría sería entregárselo a alguien que supiera cuidar niños y continuar centrándose en su negocio.

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