El libro de la vida y la muerte. Osho
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Название: El libro de la vida y la muerte

Автор: Osho

Издательство: Bookwire

Жанр: Философия

Серия: Sabiduría Perenne

isbn: 9788499888682

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СКАЧАТЬ libre de deseos y te liberarás del samsara, del mundo».

      Así que no albergues ningún deseo. Sé feliz con lo que eres y permanece satisfecho. Así no existirán más nacimientos para ti. Debes morar en el contento, como si hubieras alcanzado tu objetivo; como si no hubiese más viajes que realizar; como si no hubiese adonde ir. No importa lo que logres, será más que suficiente. No debe existir deseo alguno de lograr más de lo que ya posees.

      ¿Cómo podrían tener lugar más nacimientos si consigues ese estado? Morirás totalmente satisfecho. Y quien muere totalmente satisfecho no tiene razón alguna para regresar. Una persona así conoce el arte de la muerte. Quien muere sin deseos conoce el arte de la muerte.

      Kabir muere tras alcanzar la sabiduría y la plenitud. Muere tras conocer la realidad, la verdad. Y tú morirás sin conocerla. Morirás sin estar satisfecho, sin haber despertado y sin sabiduría. Morirás al envejecer; el iluminado muere tras alcanzar la sabiduría. Eso es lo que dice Kabir. Tú mueres en un estado de desesperación, pidiendo la ayuda de alguien y llorando en busca de médicos y medicamentos.

      El ser humano muere pero no sabe cómo morir. Muere porque está indefenso. Intenta muchos trucos para no morir. Cree en las falsas seguridades ofrecidas por los astrólogos y los denominados hombres santos. Algunas personas incluso llevan amuletos en un intento por salvarse de la muerte. Intentan todo tipo de cosas para salvarse.

      Envejecer no significa ganar en sabiduría. Alcanzar la sabiduría significa darse cuenta de que en esta vida no hay nada que merezca ser logrado ni guardado. Alcanzar la sabiduría significa haber explorado todos los deseos y descubrir que carecen de sustancia. Hacer el amor y descubrir que no es más que lujuria; descubrir que la naturaleza os utiliza como medio para la procreación de la especie. Habéis ganado dinero y descubierto que, aunque la sociedad lo considere algo valioso, no es más que gastados pedazos de papel. Habéis alcanzado una elevada posición y son cientos de miles los que alzan la mirada hacia vosotros, llenos de respeto y temor, pero os habéis dado cuenta de que esa posición no os ha reportado contento alguno, de que vuestra mente continúa descontenta.

      Habéis escalado las alturas del ego y descubierto que allí sólo hay bajeza y mezquindad. Habéis vivido en palacios pero vuestra pobreza interna no ha desaparecido.

      Podéis haberlo conseguido todo, logrado todo, pero sólo os convertiréis en una persona sabia cuando caigáis en la cuenta de que todo ello no vale nada. Sólo entonces comprenderéis que en la vida no hay nada que valga la pena alcanzar. A pesar de haber buscado por todos los rincones, habéis descubierto que en vuestra vida no hay nada que tenga sustancia.

      Lo aprendéis a través de vuestra propia y vasta experiencia. No es algo que se aprenda escuchando a alguien, ni leyendo las palabras de Kabir o escuchándome a mí. De ninguna de esas maneras comprenderéis que el juego de la vida se lleva a cabo sumidos en la ignorancia. Sólo lo comprenderéis a través de vosotros mismos y de vuestra propia experiencia.

      En este mundo no hay lugar para la persona iluminada. Aquí no tiene nada que hacer. Este mundo es un juego de niños; son niños los que juegan enfrascados en él. Cuando estéis iluminados os reiréis; entonces también veréis que sólo es un juguete. Entonces sabréis. Entonces estaréis iluminados. Y en el momento en que os deis cuenta de esto se romperá la cadena de los deseos.

      Cuando llega la hora de morir hacéis todo lo posible por salvaros. Estáis aterrados y tembláis. Sois un océano de inquietud y agitación. Os veis arrastrados hacia la muerte; no queréis que la fuerza vital abandone vuestro cuerpo. Os aferráis al cuerpo todo lo posible y hay que separaros de él por la fuerza. Morís llorando; morís angustiados. Morís como hombres derrotados, totalmente desamparados.

      Sentaos cerca de un hombre que esté muriendo y veréis los desesperados esfuerzos que hace por aferrarse a la vida. Hacedlo porque puede que no estéis lo suficientemente conscientes para verlo en el momento de vuestra propia muerte. El hombre agonizante trata de aferrarse a cualquier cosa para permanecer vivo un poco más y para quedarse en esta orilla un poco más. Ha llegado la llamada para partir procedente de la otra orilla, el barco os está esperando en esta orilla, el barquero os hace señas, os dice que os deis prisa: «Se le ha acabado el tiempo», dice, y pregunta: «¿Por qué se aferra a esta orilla?».

      Entonces dices: «Por favor, espere un momento. ¡Déjeme disfrutar un poco más!». Has sido infeliz a lo largo de toda tu vida y no obstante deseas un momento más con la esperanza de alcanzar un poco de felicidad. Ésa es la tragedia.

      Mueres insatisfecho y sediento. Has bebido agua de varios arroyos pero no has podido apagar la sed. Tu hambre es insaciable y no pudiste satisfacer tus gustos, y por ello tus deseos permanecen donde estaban. Tus deseos permanecen aunque hayas pasado por todo tipo de experiencias. Continúan molestándote hasta el momento de la muerte. Ese tipo de muerte es la que padece alguien ignorante y estúpido.

      Si tras haber pasado por todo tipo de experiencias tus deseos empiezan a desaparecer y empiezas a reír, si comprendes que tratar de obtener felicidad de esta vida es como intentar obtener aceite de la arena… Si te das cuenta de que en esta vida no puede existir ningún tipo de relación auténtica y que no hay forma de obtener felicidad… Si ves que has estado vagando en vano, que has viajado en un sueño… Si te haces consciente de todo ello, entonces te habrás convertido en un ser sabio. Conviértete en sabio antes de morir. Ya has muerto muchas veces.

      Cuando la muerte llama a tu puerta vete con ella totalmente consciente. Acompaña a la muerte como haría alguien iluminado. No llores ni grites como un niño al que le quitan un juguete. No seas infantil en el momento de tu muerte.

      Muere con una sonrisa en el rostro.

      Dile a la muerte: «Eres bien venida. Estoy preparado».

      Y al decirlo no debe quedar en ti ni el más mínimo rastro de pesar. En realidad, si has llegado a conocer realmente la vida, en tu voz habrá gozo y éxtasis, y ningún rastro de pesar.

      En una ocasión, un músico aficionado llegó a una población habitada por músicos. Todos se reunieron para escuchar al recién llegado. Era un principiante, estaba aprendiendo. Apenas sabía el ABC de la música, y no obstante tenía la costumbre de visitar lugares donde nadie sabía nada de música y, por tanto, sus escasos conocimientos siempre eran muy bien considerados. Pero este pueblo estaba lleno de expertos; la música clásica circulaba por sus venas.

      Apenas hubo cantado la primera nota cuando todos los presentes gritaron: «¡Otra vez, otra vez!». Él no lo comprendió. Pensó: «¡Qué gente tan agradable! ¡Son grandes amantes de la música! Son exactamente como me habían dicho que eran». Así que volvió a cantar y de nuevo toda la sala gritó: «¡Otra vez!». Y así siguió, siete u ocho veces más.

      A estas alturas ya le dolía la garganta y estaba exhausto. Así que dijo:

      –Amigos míos, su amor me emociona pero, por favor, excúsenme. ¡No puedo más! Mi voz está a punto de quebrarse.

      Entonces toda la audiencia dijo:

      –¡Tendrás que seguir cantando hasta que lo hagas correctamente!

      Durante todo el tiempo, el neófito había creído que los gritos de «¡Otra vez!» eran una alabanza a su arte. Pero el público estaba compuesto de expertos.

      –Si se te quiebra la voz –gritaron–, entonces deja que se te quiebre, ¡pero tendrás que seguir cantando hasta que cantes bien!

      A menudo sois enviados de vuelta al samsara, a este mundo, pero no creáis que es porque sois tan importantes que no puede pasarse sin СКАЧАТЬ