Lecciones de compromiso. Люси Монро
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Название: Lecciones de compromiso

Автор: Люси Монро

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: elit

isbn: 9788413751948

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СКАЧАТЬ también hablaran español. Esperaba que supieran algo de inglés, porque el francés de la universidad no le iba a servir de gran cosa para comunicarse.

      –¿Qué más hacía Rosa?

      El entrecejo de Win se frunció aún más.

      –Ya te he dicho que no lo tengo claro. Yo me ocupo de mi rancho y mis cuadras; Rosa se ocupaba de la casa.

      –¿Y eso es lo que quieres que haga? ¿Que me ocupe de la casa?

      Él asintió, casi sonriendo.

      –Sí.

      –¿Rosa te preparaba todas las comidas?

      –Sí, a mí y a los trabajadores.

      –Bien –dijo ella, sintiendo que por fin se estaban entendiendo–. ¿Te hacía la cama?

      Carlene se maldijo por su pregunta. No era que no necesitara saberlo, sino que habría preferido no relacionar a aquel hombre con ninguna cama.

      Pero Win ya estaba pensando en la respuesta.

      –El servicio de limpieza no viene más de tres veces por semana, pero cuando me voy a dormir, siempre me encuentro la cama hecha y el baño recogido… Sí, supongo que me hacía la cama.

      –¿Y la colada?

      A Carlene se le ocurrían un montón de tareas domésticas en las que imaginaba que Win no había pensado nunca. Debía de ser agradable tener suficiente dinero para poder delegar aquellas cosas.

      –Sí, claro.

      –Cualquiera diría que quieres contratar una esposa –bromeó ella.

      Él no sólo no sonrió sino que frunció mucho más el ceño.

      –Lo último que quiero es una esposa, con contrato o sin él. Si estás pensando algo en ese sentido, deberíamos dar por terminada la entrevista.

      Carlene sintió una extraña mezcla de diversión y enfado ante las palabras de Win. Le hacía gracia que alguien pudiera ser tan directo, pero le molestaba que diera por sentado que tenía expectativas.

      No podía negar que, después de que el último hombre decente con el que había salido se casara con otra, había llegado a la conclusión de que quería un marido, una casa con jardín y dos o tres niños. Los tipos que había conocido en el Gulch no sólo no eran candidatos para aquel escenario romántico, sino que por lo general sólo les interesaba una cosa y, con el cuerpo que tenía Carlene, esperaban conseguirla sin mucho esfuerzo.

      Pero Win Garrison no conocía sus sueños secretos, y ella no había insinuado en ningún momento que lo estuviera considerando para el papel de padre y esposo.

      –He venido a ofrecerme para el puesto de ama de llaves, no de esposa –replicó–. Además, no me interesa casarme con un hombre que cree que las respuestas monosilábicas y la grosería son un comportamiento aceptable socialmente. No te preocupes. Si me contratas, tu soltería estará a salvo.

      Win no se inmutó por los insultos. De hecho, pareció satisfecho con la respuesta.

      –Bien –dijo–. En tal caso, podemos seguir con la entrevista.

      –Me temo que no es una buena idea.

      Carlene se puso en pie. Estaba usando la falta de modales de Garrison como excusa para alejarse de un hombre que le resultaba peligrosamente atractivo.

      –Te agradezco mucho tu tiempo –añadió–, pero creo que es mejor que me vaya.

      Tenía que haber otro trabajo que la ayudara a salir del Dry Gulch y tal vez volviera más atractiva su solicitud para enseñar en el colegio de Sunshine Springs. El hecho de que aquélla fuera la primera oferta decente que había visto en las dos semanas que llevaba buscando empleo no significaba que no hubiera otras posibilidades.

      –Siéntate, Carlene.

      –No, en serio. Tengo que irme.

      Ella se giró para marcharse, pero la detuvo la voz de Win.

      –He dicho que te sientes –le ordenó, con un tono pausado que sonaba más intenso que un grito.

      Carlene se volvió y, al verlo sonreír, se le hizo un nudo en el estómago. Era una mala señal.

      –Si no puedes acatar una orden sencilla –dijo él–, vamos a tener una relación laboral bastante complicada, ¿no crees?

      Carlene se quedó de pie con el ceño fruncido.

      –No creo que tengamos ninguna relación laboral.

      –¿Por qué? ¿Es porque a veces hablo con monosílabos?

      –No. Porque eres un grosero y no se me da bien trabajar con groseros.

      Era verdad. En el Dry Gulch la habían regañado más de una vez por increpar a algún cliente maleducado.

      –Si te pido disculpas, ¿seguirás con la entrevista? –preguntó él.

      Carlene no creía que Win fuera alguien que se disculpara muy a menudo.

      –Depende.

      –¿De qué?

      –Primero, de por qué has sido descortés.

      –¿Puedo preguntar qué te ha parecido una falta de cortesía? ¿Mis respuestas monosilábicas o mi advertencia?

      Ella se sonrojó, porque también había sido grosera. Lo había insultado, aunque Win no le había dado gran importancia. Suspiró.

      –La advertencia. A la mayoría de las mujeres les sentaría mal que nada más conocerlas dieras por sentado que te ven como un posible marido.

      Mientras hablaba, Carlene se sentía tonta. Se lo estaba tomando como algo demasiado personal.

      La risa sarcástica de Win no la hizo sentirse mejor.

      –Cariño, soy un hombre rico con un nivel de vida al que aspira mucha gente –replicó él–. Para muchas mujeres el matrimonio sería una buena forma de conseguirlo. Hace tiempo que aprendí a dejar claro desde el principio que no tengo ningún interés en casarme, sea cual sea la relación que tenga con ellas.

      Desde luego, aquélla no era una respuesta monosilábica.

      –¿Dices que se lo adviertes tanto a tus parejas como a tus empleadas?

      –Sí. En este momento no tengo trabajadoras en el Bar G, pero se lo advertí a la veterinaria la primera vez que vino a ver a los caballos.

      –Es una obsesión que tienes –dijo ella, intimidada por la vehemencia de Win.

      –Podría decirse que sí. Veo que tienes un vocabulario demasiado elaborado para dedicarte al servicio doméstico.

      Tenía razón. Carlene era profesora de lengua y tenía una licenciatura СКАЧАТЬ