Destinados a amarse. Annette Broadrick
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Название: Destinados a amarse

Автор: Annette Broadrick

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: elit

isbn: 9788413751931

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СКАЧАТЬ le tomó la mano y se puso en pie.

      –Ha sido un placer conocerte –le dijo a Pam y siguió a Clay a la pista de baile–. ¿De qué iba eso?

      Clay la apretó contra sí de forma que sus cuerpos se tocaran desde el pecho hasta las rodillas.

      –No sé a qué te refieres –contestó él.

      Ella se separó ligeramente de él y lo miró a los ojos.

      –Qué interesante, es la primera vez que me hablas con evasivas –comentó ella y lo oyó suspirar–. Me refiero a qué ocurre entre la señorita McCall y tú. Entre los dos había una tensión palpable. Si no es asunto mío, dímelo y ya está, pero no finjas que no sabes de qué te hablo.

      –Tienes razón. No quería responderte porque ella no es una de las personas a las que más aprecio tengo precisamente. Sin embargo, a mi familia les encanta. Creció como parte de nosotros, yo diría que pasaba más tiempo con nosotros que en su propia casa –contestó él mientras bailaban suavemente–. Y luego, estuvimos saliendo juntos en el instituto hasta que ella me dejó muy claro que no estaba interesada en tener un compromiso conmigo.

      –Vaya… Debías de estar muy enamorado o no seguirías dolido con ella hoy en día.

      –Entonces yo era un niño. Y para tu información, no me preocupa haberla visto hoy, de veras. No me había acordado de ella en años.

      Él supo que eso era mentira en cuanto lo dijo. Se había esforzado por no pensar en ella todo el rato y algunas veces lo había conseguido. Pero estaba decidido a dejar el pasado enterrado.

      –Estoy mucho más interesado en el futuro que en el pasado –afirmó con rotundidad, y era cierto.

      –Es muy atractiva –murmuró Melanie.

      Él le acarició la oreja con la boca.

      –Tal vez, pero yo sólo tengo ojos para ti, muñeca.

      Pam los observó bailar juntos unos momentos antes de volverse hacia Carina.

      –Clay ha cambiado mucho, ¿no? –dijo y supo que se le notaba en la voz lo arrepentida que se sentía.

      –El primer amor siempre es difícil de superar. Él logró salir adelante, igual que tú. Fueron tiempos difíciles para vosotros dos.

      –Pero es muy evidente que no me ha perdonado.

      Pam no comprendía por qué la preocupaba tanto después de tantos años que Clay siguiera considerándola su enemiga, pero lo cierto era que le dolía. En aquel tiempo ella era tan niña y estaba tan absorbida por su propio dolor, que no había sido consciente de las consecuencias de su comportamiento.

      –A él le está yendo muy bien, ¿sabes? –comentó Carina señalándolo con la cabeza–. Le encanta su profesión, trabajar en los Comandos Especiales del ejército. No creo que se arrepienta de nada, sólo está así porque no se esperaba encontrarte aquí.

      Pam lo observó unos minutos en silencio.

      –Quiero que sea feliz. Me imaginé que se quedaría dolido durante un tiempo, pero esperaba que se diera cuenta de que evité que cometiéramos un grave error.

      –Decirle a tu prometido la noche antes de la boda que no vas a casarte con él tiene su precio, cariño. Los dos erais demasiado jóvenes, es cierto, pero nadie quiso escucharme entonces. Para Clay fue muy duro. Se recuperó de ello lo mejor que supo –dijo Carina y se la quedó mirando unos instantes en silencio–. Será mejor que dejemos el pasado en su sitio, ¿no crees? Cuéntame qué tal tu trabajo en el FBI y quién es el encantador hombre que te acompaña.

      La canción terminó y la banda anunció un descanso.

      –¿Sabes cuánto tiempo más necesitamos quedarnos? Estoy muy cansada –comentó Melanie.

      –¿Por qué no subes a la habitación? Yo tengo que reunirme con mi tío y no sé cuánto voy a tardar, pero no tienes que quedarte aquí hasta que hayamos terminado.

      –Si no te importa, aprovecharé para descansar un rato –dijo ella apoyándose contra él.

      Él le dio un beso fugaz.

      –Me parece que cuando se me pase esta ola de adrenalina yo también voy a caer rendido. En los últimos días no he dormido casi nada.

      –¿De verdad no te importa?

      –No, súbete. Por cierto, ¿qué habitación es? –le preguntó mientras salían del salón de baile.

      –Es una suite, como tú querías. La 973. Insiste al llamar a la puerta, por si me he quedado dormida.

      –Mejor aún, pediré otra llave en Recepción –le dijo él y la besó de nuevo, esa vez más apasionadamente–. Será divertido despertarte.

      Clay la observó dirigirse hacia el vestíbulo. Ojalá pudiera subirse con ella en aquel momento, pero aún tenía que acudir a la reunión. Se giró y regresó al salón de baile decidido a concentrarse en el futuro que esperaba poder construir con Melanie y a borrar el pasado de su memoria.

      Capítulo Dos

      Cuando Clay regresó al salón de baile, vio que Pam se había marchado de la mesa de su familia y se sintió mucho más tranquilo. Sus hermanas lo recibieron alegremente y el tiempo pasó volando mientras se ponían al día de sus vidas.

      –Carina, voy a robarte a tu marido y a tu hijo durante un momento –dijo Cole acercándose a su mesa.

      Cody y Clay lo siguieron.

      –Siento que la reunión sea a estas horas –se disculpó Cole–, pero el hombre que va a dirigir el grupo acaba de llegar y estaba deseoso de hablar con nosotros unos minutos. Y como vosotros aún estabais aquí, me ha parecido que podíamos celebrar la reunión.

      Llegaron a una habitación y Cole la abrió. Al fondo había dos hombres hablando. Clay reconoció inmediatamente a su tío, Cameron Callaway, que era el segundo al mando del emporio Callaway. Fue el otro hombre el que lo hizo detenerse en seco.

      Cole entró y se dirigió a la mesa de reuniones.

      –Sentaos y dejad que os presente al teniente coronel Sam Carruthers, que está aquí para explicar la razón de esta reunión –dijo y sonrió a Clay, divertido por su expresión de sorpresa–, y también para explicar por qué estás aquí, Clay. Sam, éstos son mis hermanos, Cameron y Cody. Y creo que ya conoces a Clay.

      Aunque ninguno de los dos vestía de uniforme, Clay tuvo que esforzarse para no saludar a un oficial superior. ¿Qué demonios estaba haciendo allí ese hombre?

      Carruthers los miró uno a uno.

      –Antes que nada, quiero disculparme por haber llegado tan tarde –comenzó el militar–. Vengo de una reunión con el subdirector de la CIA, el subdirector de la Agencia de Seguridad Nacional y el general Allred, jefe del Departamento de Inteligencia del ejército. Todos estamos muy preocupados por los problemas que han ocurrido recientemente СКАЧАТЬ