Suya hasta medianoche - Te enamorarás de mí - Oscura venganza. Ким Лоренс
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Название: Suya hasta medianoche - Te enamorarás de mí - Oscura venganza

Автор: Ким Лоренс

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Omnibus Jazmin

isbn: 9788413751733

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СКАЧАТЬ iba a traicionarla.

      –Pensé que podría tener algo que ver con mi viaje a Hong Kong, que no le gustaba que viniera.

      –Pero era él quien te animaba a venir, ¿no?

      –Sí, por eso no lo entiendo. Sabía que no le gustaba el trato que había entre nosotros y pensé que tal vez creía…

      Audrey no terminó la frase.

      «El trato que había entre nosotros». Oliver sabía a qué se refería.

      –¿Blake creía que había algo entre nosotros?

      –Es la única explicación que encuentro.

      –¿De verdad, Audrey? ¿Esa es la única explicación que encuentras?

      No había querido decirlo en voz alta, pero lo hizo.

      –¿Qué quieres decir?

      «Demonios».

      –Que podría haber otras opciones. Blake sabía que podía confiar en mí.

      Y por eso la traición era más vil.

      –Pensé que tal vez había hablado contigo y… no sé, os habíais enfadado. Tal vez te sentiste insultado porque Blake pensó eso…

      Tal vez eso era lo que ella quería creer.

      –No, no ocurrió nada de eso.

      –Ah, muy bien.

      Oliver sabía que podría cambiar de tema y ella lo aceptaría. Jugaba con varias posibilidades, pero estaba decidida a no acercarse a la verdad. Y era comprensible.

      Pero… ¿sería así para siempre?

      Audrey tomó una vieira y sorbió la rica salsa.

      No. No iba a dejar que la curiosidad muriese con su marido. Iba a dejar que las dudas se pudriesen, como ocurría con todos los secretos. Pero contarle la verdad no serviría de nada.

      Claro que, si lo sacara a la luz… tal vez entonces podría enfrentarse a ello. Esas cosas perdían fuerza cuando eran expuestas a la luz. Si Audrey no sospechase nada lo habría dejado estar, pero tarde o temprano lo descubriría. O alguien se lo contaría. Alguien que no sería su amigo.

      Oliver tomó una decisión.

      –Se sentía culpable. Estaba compensándote porque sabía lo que iba a pasar en cuanto te fueras del país.

      Audrey dejó la vieira sobre el plato.

      –¿Qué quieres decir?

      Él respiró profundamente.

      –Tu marido te engañaba. Muchas veces. Cada año, cuando venías a Hong Kong…

      Audrey se levantó de un salto, justo en el momento en que un camarero le servía una copa, manchándose la blusa y la falda de vino.

      La traición de Blake le había dolido como una bofetada y se le llenaron los ojos de lágrimas. Ni siquiera se dio cuenta de que tenía la blusa empapada, a pesar de las profusas disculpas del camarero.

      –Ming-húa –Oliver habló en voz baja con el maître–. Vamos –dijo después, tomándola del brazo–. Arriba podrás cambiarte.

      Lo que en realidad quería decir era: «Voy a llevarte a un sitio donde podrás llorar sin que nadie te vea».

      Audrey se dejó llevar, apoyándose en su mano, fuerte y cálida, pero en lugar de llevarla hacia los ascensores la llevó hacia la escalera circular que conducía al ático.

      Al final de la escalera, la decoración oriental se convertía en occidental, con suelos de madera y tonos beiges y grises. Como su casa. Todo del gusto de Blake, no del suyo. Con mucho estilo, pero sin alma.

      Como su matrimonio.

      Oliver sacó una tarjeta magnética para abrir la puerta… tras la que había un espacio asombroso.

      La vista desde las paredes de cristal debería haberla dejado admirada. Podía ver todo Hong Kong desde allí. Daba igual que la suite no fuese grande, tenía el patio más grande que había visto nunca.

      Era una pena que no estuviese de humor para disfrutarlo.

      –Cuéntamelo –dijo, con los dientes apretados, en cuanto cerró la puerta.

      –Lo llamaba «el extra de Navidad» –empezó a decir él, suspirando.

      –¿Quiénes eran esas mujeres? ¿Dónde las conocía?

      –No lo sé, Audrey.

      –¿Y desde cuándo lo sabías? ¿Todo este tiempo?

      –El primer año pensé que había sido un tropiezo, pero cuando volvió a hacerlo al año siguiente me di cuenta de que no iba a cambiar, así que hablé con él.

      –Entonces… ¿cinco años en total?

      O sea, durante todo su matrimonio.

      –Lo siento mucho, Audrey. Tú no te mereces esto.

      –¿Por qué no me lo contaste antes?

      –Porque sabía cuánto iba a dolerte.

      –¿Y preferiste no decirme nada? ¿Sabiendo que Blake se reía de mí?

      –No estaba seguro de que tú no lo supieras…

      –¿Pensabas que yo lo sabía? –lo interrumpió ella–. ¿Que lo sabía y lo aceptaba?

      –No podía estar seguro –repitió Oliver–. Y no era fácil sacar el tema.

      –¿Es por eso por lo que no fuiste al funeral?

      –Ya te he explicado por qué…

      –Sí, claro. Porque temías no poder apartar tus manos de mí –volvió a interrumpirlo Audrey, irónica.

      –¿Por qué crees que envié tus flores favoritas y no las de Blake? Las mandé por ti.

      –Es una pena que Blake no compartiera tu entusiasmo por mi persona. Si hubiera sido así, no habría tenido que buscar fuera de casa.

      Aunque Blake había sido el débil, el traidor, ella no podía dejar de sentirse patética.

      –Entonces, él y tú…

      –¿Quieres saber si teníamos una vida sexual plena? Aparentemente no. Yo sabía que no le entusiasmaba, pero no hasta el punto de tener que tomar medidas tan desesperadas.

      –No eras tú, Audrey.

      –Yo era al menos la mitad.

      Oliver tomó sus manos.

      –No СКАЧАТЬ