Название: Un beso apasionado
Автор: Jessica Lemmon
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Miniserie Deseo
isbn: 9788413486314
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–No puedes hacer que dos personas se enamoren solo porque sean guapos –dijo Bran y arqueó una ceja–. Lo sabes muy bien.
–Ja, ja. Esa no es la única razón.
Por la forma en que Taylor se quedó mirando el suelo, había algo sospechoso.
–¿Qué otra razón habría?
–¿Qué quieres decir?
La conocía lo suficientemente bien para saber que su inocencia era fingida.
–Taylor…
–Solo quiero que seas feliz. Me preocupas.
Taylor era una mujer muy dulce.
–¿Te preocupo?
–Sí. Estuviste a punto de pedirme matrimonio.
–Eso fue un error.
–Es obvio. Pero me gustaría verte con una buena chica. Y a Addi le gustas, a pesar de lo que dice.
–Taylor, no eres mi madre, no tienes que buscarme pareja. Haz caso a Addi. La estás asustando y no quiero que se vaya o quedaré degradado al departamento de tecnología, con Cooper.
Jayson Cooper era el excuñado de Bran. Taylor rio ante el comentario de Bran. Cooper y Gia, la hermana de Bran, trabajaban codo con codo en el departamento de tecnología. Era el alma de ThomKnox.
–Lo único que digo es que tienes derecho a ser feliz.
Le puso la mano en el hombro, contento de tener una amiga que se preocupaba tanto por él.
–Estoy intentando encontrar mi sitio. No estoy celoso de Royce por haber sido nombrado presidente ni nada por el estilo –dijo y le dirigió una mirada significativa–. Además, salir con Addi no va a hacerme más feliz. En todo caso, acabará mal y me sentiré más solo que nunca. ¿No querrás que me busque una secretaria como la de Royce, verdad?
Melinda era muy eficiente, pero también aterradora. Como si estuviera leyendo sus pensamientos, Taylor se estremeció.
–No, mejor Addi.
–Bueno, pues dejémoslo estar –dijo Bran y abrió la puerta del cuarto de la fotocopiadora–. ¿Para qué querías verme? ¿Quieres que vayamos a la sala de reuniones?
–Estoy muerta de hambre. ¿Qué te parece si vamos a picar algo?
–Me parece bien –respondió y se dirigieron al ascensor–. Y para que quede claro entre nosotros, que sepas que Addi y yo estamos intentando seguir comportándonos como compañeros de trabajo después de que le dijeras que tendría que haber algo entre nosotros. ¿Puedes hacerme el favor de no volver a mencionarlo?
Ella suspiró con expresión inocente y hundió los hombros.
–Está bien, pero solo porque me lo pides.
Bran apretó el botón de llamada del ascensor y sonrió.
–Te lo agradezco.
Después de aquel desayuno improvisado con Taylor, Bran se fue a su despacho. Al ver a Addi buscando un pañuelo en un cajón, con lágrimas surcando sus mejillas, se detuvo en seco. Ella forzó una sonrisa.
–Hola –dijo, sin saber muy bien qué decir.
Cada vez que había visto a su madre o a su hermana llorando, se había sentido impotente, al igual que en aquel momento.
–Buenos días. ¿Qué tal la reunión con Frank?
Podía fingir que no se había dado cuenta y ahorrarle el mal rato. ¿Pero qué clase de imbécil sería si lo hacía? Su objetivo era impedir que se fuera y si sus lágrimas tenían que ver con alguna cuestión profesional, tenía que saberlo.
–La reunión fue bien. Me he encontrado a Taylor al volver.
–Ah, estupendo, te estaba buscando.
Addi parpadeó con los ojos húmedos. Su mirada era de tristeza. Algo o alguien le había roto el corazón. Tal vez estaba equivocado y tenía un novio del que nunca le había hablado.
Se sentó en una esquina de su mesa y se fijó en una elegante tarjeta color crema junto a un sobre negro. La clase de papel para…
–¿Una invitación de boda?
Aquellos tristes ojos azules se alzaron para mirarlo.
–No, se trata de… una reunión familiar –contestó y guardó la invitación dentro de la agenda.
–¿Va todo bien?
–Sí, todo bien –respondió con una sonrisa temblorosa–. Los asuntos de familia a veces son un poco peliagudos.
–Imagínate si trabajaras con ellos a diario.
Esta vez la sonrisa de Taylor fue sincera.
–No podía pasar por delante y fingir que no me había dado cuenta. No soy tan obtuso.
–Lo siento, no me hagas caso. Estoy bien, de verdad.
–No pasa nada por llorar.
En contra de todo sentido común, Bran tomó su mano y sintió su calidez subiéndole por el brazo. Fue como si la atracción entre ellos se desatara. Addi lo miraba como si fuera un depredador.
Le apretó la mano antes de soltársela y se puso de pie.
–Si necesitas salir…
–No, gracias.
Las lágrimas habían desaparecido y la sonrisa volvía a estar en sus labios.
–Luego no digas que no te lo he ofrecido –dijo Bran, y señaló la puerta de su despacho–. Ya sabes dónde encontrarme.
Entró en su despacho y cerró la puerta. Al sentarse en su sillón, leyó la nota pegada en la pantalla de su ordenador: Taylor ha venido a verte. Dice que no es urgente.
La letra de Addi era cuidadosa y delicada, como lo había sido ella misma un momento antes. Fuera lo que fuese lo que le preocupaba, no le había agradado verla tan afectada.
Su teléfono vibró al recibir la respuesta de Ta-mmie al mensaje que le había enviado un rato antes. Cuando lo había mandado, no estaba seguro de si quería que le respondiera. Del mismo modo, tampoco sabía si quería leerlo o no.
Sacó el teléfono, demasiado intrigado para ignorar su respuesta.
Hace tiempo.
Mucho tiempo.
En un esfuerzo por volver a la normalidad, había un asunto del que tenía que ocuparse y del que no había hablado con nadie.
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