Название: El evangelio
Автор: Jordi Sapés de Lema
Издательство: Bookwire
Жанр: Сделай Сам
isbn: 9788416680931
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Pretendemos que esta aproximación inicial sirva de introducción para los más jóvenes que, no sabemos si por suerte o por desgracia, han llegado a la madurez ignorando el mensaje del Evangelio. Nosotros hemos vuelto a él después de recorrer otras tradiciones religiosas o filosóficas, en busca de una luz que finalmente encontramos en el camino de Antonio Blay.
La propuesta de Blay resalta por su claridad, a la hora de presentar la existencia como una manifestación de la esencia, conectando así dos niveles que la educación que recibimos presentaba como mundos paralelos. Tanto la espiritualidad católica como las de matriz oriental proponían unos objetivos que parecían imposibles de encarnar para personas normales. Blay demostró, con su experiencia personal, que el nivel terrenal solo tiene sentido considerado desde la espiritualidad, y para transmitirla estableció una serie de conceptos que definen el ámbito psicológico y metafísico. Estos conceptos, que hemos denominado claves simbólicas, son los que hemos utilizado para traducir los textos evangélicos a un lenguaje actual, que habla de situaciones habituales en nuestra existencia.
La traducción aparece a continuación con el título explícito de: Interpretación según la línea de Antonio Blay. Está claro que es una interpretación que parte de unas premisas cuestionables: las citadas claves; pero a nosotros nos ha sorprendido la facilidad con que su aplicación revela el sentido oculto y las indicaciones concretas que los textos contienen, y nos ha parecido interesante comunicarlo a las personas que buscan una orientación procedente de lo Superior.
No hemos tenido más que establecer una equivalencia entre las figuras que aparecen en las parábolas y los conceptos que manejamos en nuestra línea de Trabajo, para constatar que el Evangelio contienen indicaciones muy precisas para atender situaciones que se resisten a ser asimiladas y tratadas en clave espiritual. Curiosamente, estas indicaciones suelen poner en solfa nuestra idea de bondad, espiritualidad, devoción etc. Y es que la trascendencia no tiene nada que ver con ninguna idea.
El Evangelio exige un salto previo en nuestra conciencia para aprovechar sus indicaciones; el famoso: «¡Levántate y anda!». Después de leer, reflexionar y asimilar estas observaciones, nuestra existencia cambia forzosamente. En el último apartado que titulamos Indicaciones para el Trabajo espiritual, queremos compartir con cualquier persona interesada en la trascendencia las enseñanzas que hemos descubierto trabajando estos fragmentos.
Capítulo I:
EL DESPERTAR
Según Antonio Blay, estamos identificados con una idea de nosotros mismos que él llama “personaje”. El personaje es una descripción imaginaria, basada en el prejuicio de que somos una mezcla de virtudes y defectos. Si no queremos vernos rechazados, debemos andar con tiento para disimular estos defectos y, al mismo tiempo, tenemos que aprovechar cualquier situación propicia para llamar la atención sobre las virtudes en las que destacamos, con el fin de ser reconocidos y aprobados.
En realidad, estos supuestos defectos y virtudes son los miedos e ilusiones de las personas que nos educaron: les preocupaba que tuviéramos las dificultades que ellos habían sufrido y querían que realizáramos los sueños que no habían alcanzado. En la práctica, lo que hicieron fue imbuirnos unos miedos y unas ilusiones que no tienen nada que ver con nosotros, pero que interfieren nuestro contacto personal con la realidad. Así, vemos convertida nuestra existencia en una especie de tragicomedia, en la que hemos de probar nuestro valor evitando el rechazo y alcanzando el éxito.
En esta comedia, partimos de la idea de no ser nadie; nuestra existencia se convierte en una cruzada para adquirir identidad y demostrar que valemos y que podemos. Según el personaje, lo demostraremos con nuestros logros: somos lo que tenemos. No todo es riqueza material, también podemos ser importantes y valiosos en clave de sabiduría, sacrificio y altura espiritual.
Llamamos despertar al hecho de reconocernos en el actor que está interpretando esta comedia. No necesitamos ninguna máscara para llamar la atención ni obtener prestigio o poder, porque ya somos capacidad de ver, amar y hacer; lo somos a imagen y semejanza de Dios. El problema es que nos hemos confundido con el papel que representamos y hemos acabado olvidando nuestra naturaleza esencial. Estamos buscando fuera lo que ya somos.
En esta cruzada por obtener identidad, reconocimiento y poder, podemos considerar también el propósito de hacer carrera espiritual. Muchos fracasos en lo material se subliman presentándolos como sacrificio o renuncia. Así que, también podemos desvirtuar la mística, utilizándola como un terreno en el que destacar. De hecho, el personaje nos puede angustiar y atormentar, acusándonos de no cumplir los requisitos que se nos exigen. Y podemos adoptar el papel de inquisidores para sobreponernos a la impotencia.
Despertar no tiene nada que ver con nuestra manera personal de ser ni con las teorías que profesamos, la moral que defendemos o la influencia que tenemos sobre los demás. Despertar es tomar conciencia de la realidad esencial que somos para vivir desde ella.
Esto no se consigue intentado quedar bien, se alcanza redescubriendo la identidad que nos permita descansar en lo que somos, tal como somos y anhelando, simplemente, el contacto con lo Superior que todo lo cura. La clave es el amor por la Esencia que se expresa en nosotros y en todo lo demás.
PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO
(Lucas 15, 11-32)
«Y añadió: Un hombre tenía dos hijos, y dijo el más joven de ellos al padre: Padre, dame la parte de hacienda que me corresponde. Les dividió la hacienda, y pasados
pocos días, el más joven, reuniéndolo todo, partió a una tierra lejana , y allí disipó toda su hacienda viviendo disolutamente.
Después de haberlo gastado todo, sobrevino una fuerte hambre en aquella tierra, y comenzó a sentir necesidad. Fue y se puso a servir a un ciudadano de aquella tierra, que le mandó a sus campos a apacentar puercos. Deseaba llenar su estómago de las algarrobas que comían los puercos, y no le era dado.
Volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, y yo estoy aquí me muero de hambre! Me levantaré e iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros.
Y levantándose, se vino a su padre. Cuando aún estaba lejos, viole el padre, y, compadecido, corrió a él y se arrojó a su cuello y le cubrió de besos. Díjole el hijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: Pronto, traed la túnica más rica y vestídsela, poned un anillo en su mano y unas sandalias en sus pies, y traed un becerro bien cebado y matadle, y comamos y alegrémonos, porque este mi hijo, que había muerto, ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado. Y se pusieron a celebrar la fiesta. El hijo mayor se hallaba en el campo, y cuando, de vuelta, se acercaba a la casa, oyó la música y los coros; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: Ha vuelto tu hermano, y tu padre ha mandado matar un becerro cebado, porque le ha recobrado sano. Él se enojó y no quería entrar; pero su padre salió y le llamó. Él respondió y dijo a su padre: Hace ya tantos años que te sirvo sin jamás haber СКАЧАТЬ