Secretos sin fin. Valerie Parv
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Название: Secretos sin fin

Автор: Valerie Parv

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Jazmín

isbn: 9788413487212

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СКАЧАТЬ que se apañaría mejor sola. Con cariño, pero con firmeza, animó a su madre a que volviera a la selva a reunirse con Greg. Sospechaba que a su madre le encantó obedecerla. Se querían, pero llevaban vidas muy diferentes.

      Haley había salido a su verdadero padre, el organizado de la familia. Ellen, que había heredado el talento de Greg para crear desorden, siempre se había burlado de ella porque sabía dónde lo tenía todo. Haley intentó ayudar a su hermana a organizarse, pero nunca duraba mucho.

      –Aceptémoslo, he salido a mi padre, y tú al tuyo –decía Ellen, alzando los brazos con desesperación. Y Haley admitía que era verdad. Aunque no había tenido mucha relación con su padre mientras crecía, sí la suficiente como para saber lo ordenado que era. En su adolescencia intentó conocerlo mejor, pero incluso a ella la superaba su meticulosidad. Se ganaba su desaprobación solo con llegar cinco minutos tarde a una cita; era incapaz de imaginarse su reacción si, por ejemplo, se hubiera manchado de comida o utilizado los cubiertos incorrectos. Siempre había tenido cuidado de no hacer nada así, pero no podía relajarse en su compañía.

      Aunque su padre se había esforzado por cumplir sus expectativas, sus encuentros siempre pecaron de rigidez e incomodidad. Le dolía que su padre supiera más sobre Isabel Tudor que sobre Haley Glen, pero tuvo que resignarse porque eso no cambiaría nunca. Lo único que tenían en común era su amor por el orden.

      –Siento no poder darte lo que deseas, ni poder comunicarme contigo –le había dicho él tras uno de esos encuentros–. No tengo ni idea de cómo ser un buen padre. Estarás mejor sin mí.

      Ella había llorado durante dos días y después decidió aceptar la verdad y seguir adelante con su vida. Estaba orgullosa de lo que había conseguido: empezar a comprar un apartamento y establecerse como trabajadora autónoma. Pero eso no paliaba los momentos de tristeza en los que se preguntaba qué había en ella para que a su padre le costara tanto quererla. Deseaba algo mejor para Joel, e intentaría por todos los medios que no lo asolaran esos momentos de tristeza. Aunque significara trabajar para Sam.

      Por lo que llevaba visto, no era fácil hacerlo cambiar de opinión, y parecía empeñado en que cuidara de su casa. No quería perjudicar a Miranda, así que decidió aprovechar la oportunidad para cumplir su objetivo. Pero antes tenía que asegurarse de que él no aceptaría otra opción.

      –¿Podemos, al menos, cumplir con las formalidades? –le preguntó.

      –Adelante –dijo él con tono satisfecho–, siempre y cuando el nombre que aparezca al final de esa larga lista de preguntas sea el tuyo.

      Haley comenzó a preguntar y a puntear respuestas, incómoda al descubrir que él le interesaba tanto por sí misma como por el bebé. Cuando cerró la carpeta, él sonrió y ella se desmoronó. Era más fácil considerarlo La Bestia cuando fruncía el ceño, entonces no se sentía como si flotara mecida por las olas.

      –Tenía razón, ¿verdad? –inquirió él.

      –¿Sobre qué? –preguntó ella a su vez, confusa.

      –Después de puntear todas esas cajitas, sigues siendo perfecta para el puesto.

      –¿Cómo puedes saberlo? No me conoces –dijo, pensando que, si por ella fuera, no la conocería. Se le heló la sangre al pensar que podía relacionarla con Ellen y tratarlos, a ella y al niño, con la misma crueldad.

      –No necesito conocerte más. Cuando te instales me iré de viaje. Solo estaremos juntos el tiempo suficiente para que te explique lo que hay que hacer, luego la casa será tuya.

      Haley hubiera jurado que sonaba decepcionado, pero supuso que eran imaginaciones suyas.

      –¿No te molesta que haya un bebé en la casa?

      –Mi hermana, Jessie, tiene dos hijos pequeños, la casa está equipada para acoger a un bebé –su rostro se oscureció–. Dado mi trabajo, no sería normal que me molestaran los niños.

      –Podría negarme a aceptar el puesto –dijo ella, pensando con enfado, que Joel sí lo había molestado.

      –Pero no lo harás.

      –¿Por qué estás tan seguro? –preguntó ella, mirando fijamente sus ojos azules.

      –Porque no quieres que Miranda pierda a uno de sus mejores clientes.

      Haley comprendió, con un vuelco de corazón, que él había ganado la partida.

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