Название: El hombre imperfecto
Автор: Jessica Hart
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Omnibus Jazmin
isbn: 9788413486109
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Allegra frunció el ceño.
–¿Cómo te puedes negar, si todavía no has oído lo que quiero decir?
–Me niego porque reconozco ese tono de voz. Solo lo usas cuando quieres que haga algo que no quiero hacer.
–¿Algo como qué?
–Algo como obligarme a que pierda un día de descanso y me pase un domingo entero en un atasco de tráfico porque Libby y tú queríais ir al mar.
–Fue idea de Libby, no mía.
–Como si eso cambiara las cosas –ironizó él–. Además, te recuerdo que la idea de organizar una fiesta de Nochevieja fue tuya.
–Y fue una fiesta muy divertida.
–Ya, pero ¿quién tuvo que ayudarte a limpiar toda la casa antes de que llegaran mis padres? –replicó él.
–Tú, porque eres un hombre verdaderamente maravilloso que ayudaba a su hermana y a la mejor amiga de su hermana cuando se metían en algún lío.
Max dejó el mando del televisor en la mesita y le lanzó una mirada llena de preocupación.
–Oh, no… Ahora te pones amable. Mala señal.
–¿Cómo puedes decir eso? –preguntó, fingiéndose ofendida por el comentario–. Suelo ser amable contigo. Sin ir más lejos, el fin de semana pasado te dije que preparas un curry excelente.
–Solo porque querías un poco y necesitabas una excusa para saltarte tu dieta.
Allegra no se molestó en negarlo. Tenía razón, así que olvidó el ejemplo y buscó otro.
–También te he dicho que asistiré a esa cena y que fingiré ser tu prometida. No sé qué pensarás tú, pero creo que es muy amable de mi parte.
Max entrecerró los ojos.
–No estarás insinuando que no vas a ir, ¿verdad? No me digas que has cambiado de opinión. Necesito que me acompañes. Te necesito.
–Eso es muy halagador, Max.
–Estoy hablando en serio, Piernas. Mi carrera depende de ello.
Allegra cambió de posición para estar más cómoda.
–Sinceramente, creo que todo ese asunto es una locura. ¿A quién le importa si estás comprometido o no?
–A Bob Laskovski.
Al principio, Max se había alegrado cuando supo que una corporación de los Estados Unidos había adquirido la empresa donde trabajaba. El presidente nuevo tenía contactos con el sultán de Shofrar y una posición envidiable en Oriente Medio, que auguraba más proyectos, más dinero y más estabilidad para todos.
Pero el presidente nuevo resultó ser un idiota. Bob Laskovski era un hombre extraordinariamente conservador, con un concepto de los negocios ligado a la familia tradicional. Y como el sultanato de Shofrar tenía leyes muy estrictas al respecto, eso significaba que todos sus jefes de proyecto debían estar, en la práctica, casados.
–Quién sabe lo que pensará de mí si se entera de que ya no estoy comprometido –continuó Max con expresión sombría–. Me tomará por una especie de donjuán que hará estragos entre las jovencitas del sultanato y ofenderá a las autoridades.
Allegra soltó una carcajada.
–¿Tú? ¿Haciendo estragos entre las jovencitas?
Max hizo caso omiso de la burla.
–Si me presento sin una mujer a mi lado, Bob desconfiará de mí y empezará a pensar que no soy la persona más adecuada para ese puesto.
Max pensó que su situación era ridícula. Tenía la habilidad y la experiencia necesarias y, además, carecía de obligaciones familiares. En cualquier otra circunstancia, habría sido el mejor candidato.
Ni siquiera se había preocupado cuando se enteró de que Bob había tomado la decisión de ir a Londres y cenar con todos los jefes de proyecto, por separado. Por lo visto, le gustaba conocerlos en persona. Y más tarde, cuando recibió su invitación, se dijo que sería pan comido. A fin de cuentas, se iba a casar con Emma de todas formas y sabía que su prometida se llevaría bien con él.
Pero ya no se iba a casar con Emma.
En cuestión de unas horas, se había quedado sin prometida y corría el peligro de quedarse también sin trabajo. Afortunadamente, Allegra había salido en su ayuda y se había prestado a echarle una mano.
–Descuida, no he cambiado de opinión. Fingiré ser tu prometida, pero solo durante una noche –le advirtió–. No me voy a casar contigo ni me voy a mudar a Shofrar solo para que te den la dirección de ese proyecto.
–No, por supuesto que no –dijo Max, aliviado–. Solo necesito que interpretes tu papel y te portes bien. Si consigo la aprobación de Bob, lo demás será coser y cantar. Mientras haga bien mi trabajo, no tendré problemas.
–Excelente…
–No es más que una cena –le aseguró–. Sonríe, ponte guapa y finge ser la esposa perfecta para un ingeniero.
De repente, Max pensó que eso podía ser un problema. Miró a Allegra y se fijó en la corta y ajustada falda que llevaba sobre sus largas piernas, que parecían aún más largas cuando llevaba zapatos de tacón de aguja.
–Será mejor que te pongas algo más… práctico –continuó–. Sinceramente, no pareces la esposa de un ingeniero.
Allegra se lo tomó como un cumplido.
–No me preocupa la idea de cenar contigo, Max. Puede que no sea una gran actriz, pero creo que me puedo fingir enamorada de ti durante una noche.
–Gracias, Piernas. Significa mucho para mí.
–Sin embargo…
Él frunció el ceño.
–¿Sin embargo?
–Hay un asunto con el que me podrías devolver el favor.
–¿Qué asunto?
Allegra sonrió con fingida inocencia.
–No, no, esa no es la respuesta correcta. Deberías haber dicho que estás dispuesto a hacer cualquier cosa por mí.
–¿Qué asunto? –insistió él.
Allegra suspiró, se giró hacia él, se echó el cabello hacia atrás y lo miró con toda la intensidad de sus grandes ojos verdes.
–Sabes que he trabajado mucho para conseguir ese empleo en Glitz.
Max lo sabía. De hecho, sabía más cosas de las que necesitaba saber sobre la precaria situación de Allegra en la revista, donde ocupaba uno de los puestos más bajos y donde todos los días СКАЧАТЬ