Un amor robado. Dani Wade
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Название: Un amor robado

Автор: Dani Wade

Издательство: Bookwire

Жанр: Языкознание

Серия: Deseo

isbn: 9788413486345

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СКАЧАТЬ mujer que aún se ruborizaba? No recordaba cuándo había sido la última vez que lo había visto. Ella apartó la mirada, tal vez para buscar a sus amigos o para ocultarle el rostro.

      –Por cierto, me llamo Blake Boudreaux.

      Comprobó, aliviado, que ella no daba muestras de reconocerlo.

      –Yo soy Madison. ¿Se fue de aquí por motivos de trabajo?

      Parecía que ella iba a hacer que se esforzara para conseguir ese baile.

      –No, más bien para ser dueño de mi vida.

      –¿En serio?

      –Sí. Marcharme me permitió hacerlo –suavizó la respuesta con una enorme sonrisa.

      Ella ladeó la cabeza, lo que despertó en él el deseo de besarle la barbilla.

      –He venido a resolver un problema familiar.

      Ella asintió.

      –No suele ser fácil.

      –Nunca lo es, pero nos da motivos para beber y divertirnos.

      La carcajada que soltó ella volvió a sorprenderlo. Nada de tontas risitas. No intentaba ocultar la gracia que le había hecho el chiste ni reaccionar educadamente.

      –Entonces, ¿bailamos?

      Ella lo miró de forma extraña, con una mezcla de sorpresa y miedo. Su negativa, esta vez, era evidente. Blake se sentó, desconcertado, mientras ella murmuraba:

      –No creo que sea buena idea –ella agitó la mano como si quisiera borrar la respuesta, pero, sin querer, chocó con su copa en la mesa y la volcó.

      –¡Vaya! Lo siento mucho.

      –No importa –Blake, sin saber por qué, la agarró de la mano–. No pasa nada, Madison.

      Ella apartó bruscamente la mano.

      –Buenas noches –dijo, antes de marcharse apresuradamente.

      Blake la miró, confuso. Parecía que se lo estaban pasando bien. Ella no había dado señales de estar incómoda en su compañía. ¿Qué había pasado? No era así como esperaba que resultara la noche. Pero nada de lo referente a Madison había resultado como esperaba.

      Aquello no le sucedía desde los dieciocho años y no sabía qué hacer. Algo la había asustado. ¿Debía dejarlo por esa noche y volver a intentarlo?

      Pensar en Abigail y lo que podría pasarle mientras buscaba otra ocasión de relacionarse con Madison le aceleró el pulso. Cerró los puños. No le fallaría.

      Puso de pie la copa ya vacía. El mantel había absorbido el poco vino vertido. Al lado de la mancha estaba la servilleta con el esbozo de Madison y un bolsito.

      Al darse cuenta de que debía de ser de ella, tomó la decisión. Aunque la aventura de una noche no fuera una posibilidad, ¿podría concertar una cita con ella? Así podría impresionarla y hallar otra vía para entrar en su casa a investigar.

      Se introdujo entre la multitud sin tiempo para pensar ni planear nada. Vio a Madison con sus amigos, cerca de la puerta, hablando con los anfitriones como si fueran a marcharse. La adrenalina aceleró sus pasos al darse cuenta de que iba a perder la oportunidad de volver a hablar con ella.

      La oportunidad de encontrar el diamante y salvar a su hermanastra; la de entender mejor a aquella sorprendente mujer de ojos verdes; la de explorar los extraños sentimientos que le había despertado.

      Blake la llamó cuando estaba a punto de salir por la puerta.

      –Madison.

      Ella volvió la cabeza y lo miró con los ojos como platos. Volvió a dirigir su atención a sus amigos, pero eso no lo detuvo. Se metió en el círculo sin ser invitado.

      –Madison, creo que es tuyo –le tendió el bolso.

      –Ah, sí.

      –He pensado que lo necesitarías.

      –Muchas gracias.

      Blake miró a la pareja que estaba con Madison. La mujer sonrió.

      –Te esperamos en el coche, Madison.

      Esta agarró el bolso y jugueteó con la correa unos segundos.

      –Te estoy muy agradecida –murmuró.

      –Mira, creo que tal vez he sido un poco agresivo antes.

      –No, no has sido tú. Soy yo, que no estoy acostumbrada a… –ella indicó con la mano lo que los rodeaba–. Por favor, no creas que has hecho nada mal.

      Él casi percibía la necesidad de ella de irse. Su lenguaje corporal le indicaba que estaba a punto de echar a correr. No lo iba a consentir.

      –Te propongo una cosa: ¿por qué no me lo compensas de algún modo?

      Ella lo miró a los ojos y él le sonrió.

      –Mejor dicho, ¿me das otra oportunidad de conocerte sin tener que gritar para que me oigas?

      Ella sonrió levemente.

      –¿Dónde voy a buscarte?

      –¿Por qué he accedido?

      Madison miró la ropa que iba a probarse delante de Trinity. En su vida había hecho algo así. Nunca le había preocupado lo que llevaba puesto ni cómo iba maquillada ni lo que la gente pensara de su aspecto, porque su vida no tenía nada que ver con eso. Se centraba en ayudar a los demás y en hacer lo que debía con su padre, no en la ropa y los zapatos. A su padre tampoco le importaban esas cosas. Ni a Trinity. Era más cómodo hacer su trabajo en vaqueros o leggins.

      Ni siquiera los diarios de su madre le daban una pista de cómo vestirse para salir con un hombre. Apenas contenían información previa a su boda. Había unos breves comentarios sobre una infancia feliz, pero nada sobre sus citas ni sobre su compromiso.

      ¿Podría sentarse frente a alguien tan carismático como Blake Boudreaux y sentirse a gusto y contenta… y divertirse?

      Lo que la hacía sentirse realizada era ayudar a los demás. ¿O no?

      Reconocía que sentía una extraña inquietud desde la muerte de su padre, seis meses antes. No era que no disfrutara ayudando a la gente, pero necesitaba algo más, algo que intuía las noches en que cantaba en un club local, un pasatiempo que ahora que su padre ya no estaba, se podía permitir.

      Era el gozo de perderse en algo que no le exigía satisfacer necesidades ajenas ni trabajar ni resolver problemas lo que llevaba haciendo toda la vida.

      Tal vez fuera el espacio de más que había en su vida, después de la muerte de su último familiar. Tal vez fuera la edad y darse cuenta de que, a sus años, la mayoría de las mujeres habían formado una familia o estaban a punto de hacerlo. Pero, por una vez, necesitaba divertirse sin ninguna clase СКАЧАТЬ