Название: Despierta a mi lado - Placaje a tu corazon
Автор: Lorraine Murray
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Tiffany
isbn: 9788413486727
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Fiona se acercó con la necesidad de tenerlo cerca. Sentir su respiración, esa mirada suya llena de curiosidad escrutando su rostro, sus dedos trazando el perfil de este como el día anterior en High Street. No podía ser malo aquello que él le hacía sentir. Ese fuego que la abrasaba en el interior y que ella quería controlar a toda costa. ¿Debería dar el paso y sujetarlo por las solapas de su chaqueta para atraerlo y besarlo como la noche en que lo conoció? Ella era impulsiva. Se dejaba llevar por el momento. Sin pensar en las consecuencias. Y ahora mismo sus deseos de que la besara le quemaban la piel.
–Recuérdame que te regale un ejemplar de mis obras cuando estemos en Florencia –le susurró tratando de apartar de su mente el deseo de fundirse con ella. Devolvió el libro a la estantería y volvió a centrarse en su rostro de ángel que lo había llevado al paraíso hacia dos noches. Pero que ahora mismo se asemejaba más a un pérfida y seductora diablilla que disfrutara con ese juego de seducción.
–Descuida. Lo haré –le aseguró sonriendo de manera abierta mientras podía percibir el deseo de él en su mirada–. ¿De qué querías hablarme?
Fabrizzio no podía pensar con claridad con ella mirándolo de aquella manera. ¿Qué le pasaba? Ayer mismo le había dicho que no quería que lo sucedido entre ellos interfiriera en la exposición. Y ahora estaba junto a él, sus bocas separadas por escasos centímetros. ¿Qué quería que pensara o hiciera? ¿Tal vez que la rodeara por la cintura y la besara hasta que le robara el aliento, el sentido? Ja, ¿y después? ¿Le insistiría en que la exposición era lo más importante y que su rollo, por darle algún calificativo, no podía interferir? Aquello había sido como si le arrojara un cubo de agua del mar del Norte que bañaba aquellas costas. De manera que se armó de valor y se centró en lo estrictamente profesional mientras cerraba las manos hasta clavarse las uñas y sentir el dolor.
–He recibido información de varios cuadros que tenemos en Florencia. En la galería de los Uffizi.
Fiona pareció quedarse sin respiración cuando lo escuchó decir aquello. ¿Qué le sucedía? Estaba a escasos centímetros de sus labios y… ¡¿y lo que se le ocurría era hablarle de los cuadros?! Lo contempló perpleja durante unos segundos mientras intentaba reconducir la situación y ordenar sus pensamientos. No sabía muy bien cómo reaccionar, pero a él parecía haberle quedado clara cuál era la situación.
Fabrizzio comprendió que sus palabras la habían desilusionado. Tal vez esperaba que él la besara y después charlaran sobre la exposición. Pero… ¡Maldita sea, la pasada noche se despidió de él sin un adiós! Sin ni siquiera volver su mirada hacia él para ver si la seguía mirando. En cambio él la vio perderse calle abajo en dirección a Princess Street, mientras ardía en deseos de quedarse con ella. Se había quedado como un tonto esperando a que se volviera. Pero no sucedió, porque se suponía que entre ellos no volvería a pasar nada, ¿no? Pues bien. Había respetado su decisión. ¿Qué sucedía ahora? ¿A qué venía aquella mirada que parecía que fuera a fulminarlo?
–Supuse que estarías interesada en ello. Por eso quería verte –le dijo mientras Fiona se volvía, cerraba los ojos e inspiraba hondo tratando de calmarse. Estaba crispada por el comportamiento de él. De manera que caminó hacia su silla detrás de la mesa y aguardó impaciente lo que tuviera que decirle.
–Sí, claro. Es cierto.
Sus palabras parecían abandonar su garganta a marchas forzadas, su tono era de desilusión. ¿Tal vez se hubiera equivocado con él? Pero, ¿dónde quedaba el maravilloso hombre del día anterior? ¿Qué le había sucedido? ¿Se debía a que no se quedó con él la noche pasada? ¿A que le había dicho que la exposición era lo principal para ella? «Criosh!», maldijo en gaélico mientras trataba de mantenerse profesional en todo momento. ¿Es que lo había estropeado todo por decirle eso? Permanecía sumida en estas preguntas mientras Fabrizzio seguía hablando.
–Carlo, mi ayudante, me ha dado el nombre de los autores y cuadros que hay disponibles, por ahora –le dijo tendiéndole un papel. Fiona sintió cómo el simple roce de sus dedos le transmitía una descarga que ascendía por todo su brazo.
Fingió echarles un vistazo, ya que en esos momentos no se sentía muy dispuesta a centrarse en ellos. Inspiró hondo mientras parecía pensar en los artistas.
–Quería saber de cuántos cuadros estamos hablando. Para agilizar los trámites –Percibió su mirada perdida en el papel. No parecía que estuviera prestando atención a los nombres de los artistas y sus cuadros. Fabrizzio apretó los dientes enfurecido por su comportamiento. Debería haberla besado. Sin duda. Tal vez no debería haberlo pensado tanto. No haber creído que era lo que ella quería. Pero, ¿por qué debería verse afectada la exposición porque ellos dos tuvieran una pequeña relación? No creía que fueran tan inmaduros e infantiles como para dedicarse a tontear en medio de algo tan importante para ambos–. Fiona. ¿Me estás escuchando?
Su voz y sus palabras la sacaron del momento de ensoñación en el que estaba perdida. Levantó la mirada del papel para centrarse en él pero por más que quería mantenerse fría y profesional, Fabrizzio sabía cómo devolverla a ese estado de ensoñación al que él la había conducido. Dejó caer el papel sobre la mesa sin apartar su mirada de él. ¿Cómo se sentiría? ¿Es que no se había dado cuenta de que quería que la hubiera besado? Había estado dándole vueltas toda la noche a cómo enfrentarse a esta situación. A cómo le gustaría que se desarrollara, y todo parecía estar viniéndose abajo.
–Sí, claro. Perdona estaba en otra parte. Me parece bien todo lo que tengas preparado. Es genial. Ahora, si me disculpas, he recordado que tengo que ir a un sitio –le dijo levantándose de la silla, cogiendo su chaqueta y saliendo del despacho–. Por cierto, puedes quedarte y echar un vistazo a lo que quieras –le dijo volviéndose hacia él con ese pretexto para lanzarle una última mirada.
Fabrizzio la miró sin saber qué podía sucederle y cuando quiso reaccionar ella había desaparecido. Se detuvo en mitad del pasillo con las manos en las caderas tratando de pensar con claridad qué había sucedido. Se pasó la mano por el pelo como si quisiera aclarar sus ideas. ¡Pero si no lo necesitaba! Ella le gustaba. Le gustaba de verdad como mujer. No tenía que pensarlo dos veces. Pero ¿qué le había sucedido a ella? Aquello no podía quedarse así. No antes de marcharse a Florencia el día siguiente.
Fiona subió a su moto sin mirar atrás. Sin parar a ver si él saldría tras ella. Arrancó y se incorporó al tráfico de Princess Street. Necesitaba alejarse de allí cuanto antes. Todos sus pensamientos, todas sus ideas románticas se habían venido abajo en un solo segundo. ¿Qué demonios había fallado? Pensaba que él estaba dispuesto a intentarlo con ella. O eso le había parecido cuando la besó en High Street de aquella manera tan… dulce, tan… tierna… y tan… romántica. ¡Maldición, comenzaba a pensar como Moira! Aceleró para tomar Leith Street en dirección al puerto mientras la adrenalina alcanzaba su máxima cota y creía que su corazón iba a estallarle de un momento a otro. ¿Estaba cabreada? ¿Dolida? No sabía si una mezcla de ambas. Decidió tomar por Leith Walk y coger la rotonda para girar en dirección a Royal Terrace. Aminoró la velocidad de su moto cuando llegó a su punto más alto, desde donde podía contemplar toda la ciudad iluminada. Apagó el motor y se quedó quieta durante unos momentos contemplando la cantidad de puntos luminosos que se extendían delante de ella. Eileen y Javier solían acudir a menudo a aquel lugar. Sin duda que merecía la pena, aunque a ella nunca se le había ocurrido. Pero en el momento en que salió del museo… Era como СКАЧАТЬ