La llamada (de la) Nueva Era. Vicente Merlo
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Название: La llamada (de la) Nueva Era

Автор: Vicente Merlo

Издательство: Bookwire

Жанр: Документальная литература

Серия: Ensayo

isbn: 9788472459229

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СКАЧАТЬ como una investigación personal, libre de escuela determinada, coincidían mucho con la terminología y los problemas por los que tan atraído me había sentido a través de Bailey y de V. Beltrán. En Wesak, otro de los libros de los que guardo un recuerdo más bello, en Vestidos de luz, en Aquel que viene, se iba perfilando cada vez más, aunque siempre de forma nueva y original, la coherencia de su pensamiento. Y ¡cómo no! he aquí que “el Tibetano,” el Maestro D.K., hace su aparición, en repetidas ocasiones, en varios de sus libros, como uno de aquellos que camina junto a ellos, se dirige a ellos y comparte con ellos su sabiduría. Wesak es justamente el nombre del festival espiritual cuya importancia D.K. había revelado a través de A. Bailey. Corresponde a la Luna llena de Tauro, en mayo (o finales de abril), y constituye el momento de mayor intensidad espiritual para el planeta Tierra. Es el momento en que el Buda, cumpliendo su promesa de no entrar en el nirvâna hasta que el último ser humano no lo haga con él, desciende hasta el plano etérico del planeta irradiando unas sublimes bendiciones, transmitiendo unas poderosas energías extraplanetarias que en tal momento, en la oposición entre el Sol en Tauro y la Luna en Escorpio, la Jerarquía espiritual del planeta, la Gran Fraternidad Blanca, con Cristo como Guía de Maestros y de Ángeles, se encarga de canalizar, reduciendo su frecuencia vibratoria a fin de que sea integrable y provechosa para la Humanidad. Esta ceremonia, paradigma del ritual propio de la Nueva Era, ocurre sobre todo en los planos internos, allí donde los Maestros, Iniciados y discípulos avanzados se reúnen conscientemente con el objetivo de trabajar para y con la Humanidad menos iluminada. No obstante, también en el plano físico se realiza una ceremonia en un valle de los Himalayas, donde acuden físicamente muchos Maestros e Iniciados, para prolongar la cadena de transmisión en la que participan asimismo todos los miembros del Nuevo Grupo de Servidores del Mundo, aquellos cuyas almas despiertas han adoptado un cierto compromiso jerárquico, antes de encarnar en esta vida, de cara a colaborar en el despertar de la humanidad en estos cruciales momentos de cambio de era.

      Pues bien, después de haber leído ya tres o cuatro de sus libros, tuve la oportunidad de escuchar varias de las conferencias de Anne y Daniel, la primera de ellas en la comunidad de Lucinges. Recuerdo que en aquel momento estaban especialmente centrados en la sanación esotérica, tal como habían expuesto en su obra Vestidos de luz, en la que proponen un método para visualizar el aura (los vestidos de luz que cada uno porta consigo) y para sanar áuricamente ciertos procesos de desarmonía, desorden o malestar profundo. Aunque entonces no se trataba de atender a pacientes, sino de hablar de sus experiencias y luego cenar juntos en Lucinges, al parecer había una mujer bastante enferma a la que accedieron a atender. Coincidió que se hallaba en una habitación contigua a la nuestra y puedo decir que pronto se hizo un silencio y una atmósfera psíquico-espiritual tan luminosa y armoniosa que era fácil entrar en un estado de meditación profunda y gozar sutilmente de ese acto de amor curativo.

      Meses después tuve ocasión de escucharles de nuevo, esta vez en Suiza, ante un auditorio de más de trescientas personas, pues a medida que se fueron publicando sus libros, su fama fue creciendo. A mi entender no sin razón, pues no es fácil encontrar quien pueda hablar por experiencia propia de estos temas con la sencillez y la soltura con que ellos lo hacen. Mucha gente queda desconcertada ante la viveza de sus narraciones y la riqueza de detalles que ofrecen y lo tacha de cuento de hadas o de pura fantasía, otros quedan entusiasmados como yo quedé desde el principio. Y debo decir que he mantenido esa fidelidad a sus obras. Siempre me ha parecido que sus narraciones desprendían la fragancia de la autenticidad, pese a la fácil acusación, que muchas veces he escuchado, de que se hallaban “en el astral,” expresión frecuente en ciertos medios esotéricos para descalificar a aquellas personas o enseñanzas que se asientan en dicho nivel. Y es cierto que, el título mismo del que me parece que fue el primero de sus libros, Récits d’un voyageur de l’astral, puede hacernos pensar en ello. También es cierto que los detalles de sus descripciones pueden verse como pertenecientes al plano astral. En cualquier caso se trataría de un astral sutil, de uno de sus subplanos más elevados y que no se halla exento de cierta realidad, aunque sólo sea como espejo que refleja verdades de planos superiores. A este respecto puede pensarse que su contacto con ciertos Guías sigue igualmente dentro del plano astral y que la presencia de elevados Maestros, como es el caso de D.K., no sería sino la réplica en el astral de su verdadero Ser personal. No estoy seguro de ello, pero una vez más me parece secundario en relación al estado de conciencia que transmiten y propician sus libros, a la información en ellos ofrecida y a la acertada manera de presentarlo. ¡Cuántas veces me había quedado dudando a la hora de recomendar algún libro de introducción al esoterismo, a la concepción de la Nueva Era, a la manera de entender una nueva espiritualidad, y cuántas veces he recomendado posteriormente algunos de sus libros como tal introducción! El caso es que, a través de los libros de Anne y Daniel, y de su presencia, a quienes siento como hermanos del alma, la concepción esotérica ya afianzada en mí por las influencias anteriores ya relatadas, se fue fortaleciendo todavía más: era como un punto de luz más, en esa dirección, sobre todo en los momentos de dudas de la mente.

      ***

      Pero una influencia todavía mayor en este mismo enfoque esotérico tendría su origen también en Francia, en el mismo Lucinges, desde el primer día que llegamos a la comunidad. Todo comenzó con un vídeo que alguno de los miembros de la comunidad puso mientras estábamos dentro de la casa, sin que se tratara oficialmente de verlo. Estábamos caminando y hablando por la casa mientras pasaba el vídeo, y casi como de refilón, de pronto oigo cómo la joven que está dando la conferencia menciona los nombres de Morya y Kuthumi, los Maestros inspiradores de la Sociedad Teosófica, regentes de los âshramas de la Jerarquía del 1° y del Rayo, presentes en la obra de Bailey y en la de Beltrán, como hemos visto anteriormente. Pero, aparte de tales nombres, al dirigirse mi atención hacia la charla del vídeo me veo atraído enormemente por todo lo que está diciendo y por la manera de decirlo. Preguntamos quién era y se nos dijo que era Ghislaine, una joven que desde hacía algunos años “transmitía,” “canalizaba” o “expresaba a través de la telepatía superior” las enseñanzas de un elevado Maestro. Nos dijeron que de vez en cuando iba a Lucinges a ofrecer una de tales “transmisiones”. Me quedé con unas ganas inmensas de asistir a una de ellas. Conservé el programa y no pasarían muchos meses antes de que volviésemos a recorrer los 500 o 600 km que separaban ambos puntos de Francia. Ahora ya no era vídeo, era en vivo. En la sala del pequeño pueblecito de Lucinges estaríamos unas 120 o 140 personas. Ghislaine subió al estrado. Era joven, de unos veintitantos años. En la sala se hizo el silencio. Cerró los ojos durante unos segundos y saludó: «Bon jour». Preguntó cuáles eran las preguntas de la sala. La persona encargada de ello había recogido por escrito las preguntas que la gente quería plantear y comenzó a leer la primera. Dos o tres preguntas bastaron para que durante más de dos horas asistiéramos a un despliegue de conocimientos esotéricos y, sobre todo, de sabiduría para la vida. Al mismo tiempo, la atmósfera psíquica y espiritual de la sala era bellísima. Un silencio gozoso y luminoso facilitaba la comunicación en tre el Guía (cuyo nombre no ha sido revelado, si bien ha insinuado que se podría utilizar el término Pastor para referirse a él) y la sala. Pues, tal como luego vería con mayor claridad, a partir de las preguntas formuladas, Pastor, abarcando en su conciencia a la sala entera y percibiendo las inquietudes más profundas de todos y cada uno de los allí presentes, desarrollaba justo aquello que resultaba más conveniente para la sala en su conjunto, o en ocasiones para algunos de los presentes de manera particularizada. No exagero al confesar que salí embelesado, con la convicción no sólo de que un Maestro de Sabiduría nos había hablado, sino incluso con el gozo, con la impresión de que había leído lo más secreto de mi corazón y había dado respuesta a ello. Es muy difícil acertar a transmitir estas impresiones, pero tengo que decir que tanto la calidad vibratoria de la reunión (cual si ángeles de luz, de paz y de amor nos envolviesen mientras Pastor hablaba, o como si su poderosa y amorosa aura nos abrazase en su manto de luz) como la altura, belleza y precisión de las enseñanzas dejaron una huella muy profunda en mí. De tal manera que volví en dos ocasiones, una más en Lucinges y otra en Ginebra, lugar de residencia de Ghislaine Gualdi y de la gente que se ha encargado de distribuir las cintas de sus conferencias, bajo la denominación de OMnia.

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