Название: Dijo el Buda...
Автор: Osho
Издательство: Bookwire
Жанр: Зарубежная психология
Серия: Sabiduría Perenne
isbn: 9788499888217
isbn:
Piensa en lo siguiente: cuando la India fue libre y tuvieron que elegir un símbolo para la bandera, eligieron uno budista. ¿Es que no hay símbolos en el hinduismo? El hinduismo cuenta con millones de hermosos símbolos. ¿Por qué tuvieron que elegir la rueda budista para la bandera? Porque ahora el Buda es su patrimonio. Ahora quieren alardear de que el Buda nació en la India, en este país tan religioso, que «es nuestro». Cuando vivía le lanzabais piedras. Ahora proclamáis que es vuestro.
Cuando el Buda vivía, le condenaban en todos los pueblos por los que pasaba; le condenaban allí por donde pasaba. Ahora todos los pueblos proclaman que «estuvo aquí», que «nació aquí», que «murió aquí», que «estuvo aquí, en esta casa», que «estuvo viniendo por aquí durante más de cuarenta años: por lo menos vino unas veinte veces». Todos los pueblos de Bihar3 afirman algo parecido.
Cuando vivía, todo Bihar le condenó. Ahora, el nombre “Bihar” sale a cuenta de él, porque caminó por allí. Bihar significa “donde camina el Buda”. Ahora todo el territorio se llama Bihar. Ahora proclamamos esto y lo otro. Nehru recuperó sus huesos, los devolvió a la India. Nehru no era persona religiosa, en absoluto. ¿Por qué lo hizo? Porque de esa manera el ego índico puede sentirse muy satisfecho. El Buda había de regresar a casa. El mismo ego que le condenó le venera. Recuérdalo. Tu ego siempre niega, obsérvalo.
Estos sutras son para ti. Recuerda. No son insubstanciales, no son teorías. Son muy empíricos, muy pragmáticos: el Buda fue un hombre muy pragmático.
Sucedió el otro día. Después de la charla de la mañana vino a verme el mulá Nasrudín. Me dio la mano y dijo: «Maravilloso sermón, de verdad. Todo lo que dijo puede aplicarse a alguien que conozco».
Estos sutras son para ti, no para nadie más que conozcas. Si alguien dice que fulano se ha iluminado, ¿cuál será tu primera reacción? Obsérvalo. Dirás: «¿Fulano? ¿Ese zumbado? ¿Que se ha iluminado? ¡Imposible!». Observa, observa tu primera reacción. Permanece alerta a ver qué sucede en tu mente. Empezarás a hablar de todos los defectos y faltas que conoces. Y observa y verás que exageras.
A veces, si alguien te cuenta que cierta persona se ha iluminado, se ha hecho muy sabia, dices: «¿Ése? Le conozco desde pequeño. Le he visto y observado. La iluminación no tiene lugar en un día. Es un proceso. No es posible», o buscas algo irrelevante.
El Buda solía decir que en una ocasión, en un lugar había un hombre que le dijo a un amigo: «¿Te has enterado de lo de nuestro vecino? Ahora es una persona muy virtuosa». El otro dijo: «¿Qué me dices? No es posible. Vivo a su lado, hemos vivido juntos. ¿Cómo es posible que te hayas enterado antes que yo? Somos vecinos y lo sé todo acerca de él. Se trata de una impostura. Es un embaucador, ¿pero a quién cree que puede engañar?».
Es muy difícil aceptar que alguien sea sabio porque al aceptarlo, estás aceptando que tú eres ignorante. Ése es el problema. No es cuestión de si el otro es o no es sabio, sino que tiene relación contigo.
Cuando aceptas que alguien es guapo, lo haces de mala gana. Habla a una mujer acerca de otra mujer guapa y se mostrará reacia a aceptarlo, y además empezará a condenarla de inmediato. Porque aceptar que esa otra mujer es guapa es aceptar que ella no lo es tanto. La comparación surge de inmediato. El ego existe a través de la comparación.
En el zen dicen que había un hombre que era un flautista maravilloso. Alguien le alababa en la cafetería, diciendo que era un intérprete maravilloso. De repente otra persona empezó a denostarlo, diciendo: «Es un mentiroso y un ladrón, ¿cómo va a tocar bien la flauta?».
Pero no hay nada contradictorio en ello. Puedes ser un mentiroso y tocar muy bien la flauta, puedes ser un músico dotado. Puedes ser un ladrón y tocar la flauta como los ángeles. No existe contradicción. Pero el otro se limita a decir: «No es posible. Es un ladrón y un mentiroso» y esto y lo otro. «Le conozco, no sabe tocar». Y cuando la gente denuesta y grita con tanto empeño, su acción tiene mucho peso. Y quien hablaba sobre el flautista queda silenciado.
Al día siguiente hablaba con otra persona y dijo: «Ese tipo es un ladrón». Y el otro dijo: «¿Cómo puede ser un ladrón? Si toca la flauta de maravilla…». Tampoco en este caso existe contradicción, pero el segundo hombre tiene una visión totalmente distinta. Esta segunda persona está abierta para crecer. Dice: «¿Cómo puede ser un ladrón? Le conozco, toca la flauta de maravilla. Una persona tan sensible no puede ser un ladrón. ¡Imposible! No lo creo». El que esa persona sea un ladrón o no, no es la cuestión, pero esas dos reacciones decidirán muchas cosas para esas dos personas.
Cuando alguien dice: «Es una buena persona», fíjate en que no empieza a condenarla ni denostarla, porque cuando condenas la bondad estás condenando tu propio futuro. Si sigues condenando la bondad y la sabiduría nunca llegarás a ser bueno ni sabio, porque no te sucederá nada de lo que condenes. Te cerrarás a ello.
Aunque ese hombre no sea bueno, o sabio, no está bien negarlo. Acéptalo. ¿Qué tienes que perder? La aceptación de que ese hombre puede ser bueno y sabio te ayudará a serlo a ti. Tus puertas se abren, y dejas de estar cerrado. Si ese hombre puede llegar a ser bueno y sabio, ¿por qué no tú? Si crees que esa persona es normal y corriente, no la condenas. Simplemente siéntete feliz, acepta la buena nueva: «Ese hombre corriente se ha transformado en sabio, así que también yo puedo transformarme en sabio porque también soy corriente». ¿Por qué convertirlo en una cuestión negativa? Esto es lo que dijo el Buda:
«La gente malvada que denuncia al sabio se parece a los que escupen al cielo».
Estás escupiéndote en tu propia cara. Cuando escupes hacia el cielo, éste no acabará corrompiéndose por tu causa. Serás tú el que se corrompa a causa de tu escupitajo, porque volverá a caer sobre ti. Todo ese esfuerzo es vano, absurdo. El cielo seguirá siendo el cielo.
La persona sabia es como el cielo. Eso también es muy simbólico, porque cielo significa espacio puro.
¿Por qué escupir contra el cielo es una tontería? Porque el cielo no está ahí. Si el cielo estuviese ahí, tu escupitajo podría corromperlo. Escupes contra la pared y no te rebota. Lo haces al suelo… y si eres un experto el esputo no se te quedará pegado. Si escupes contra el techo y sabes hacerlo, probablemente se quedará allí. Practica y verás. No es probable que regrese, porque el techo está ahí; puede ser corrompido. Lo que es puede corromperse; lo que no es no puede.
El sabio no es, su ego ha desaparecido. No es una substancia, sólo es espacio puro. Puedes pasar a través de él, puedes escupir a través de él, y no hay obstáculo. El escupitajo pasará a través de él, no se quedará en él.
Si insultas a un sabio, tu insulto no lo recogerá nadie. Es como si te pones a insultar en una habitación vacía. Sí, provocarás un cierto sonido, pero eso es todo. Cuando el sonido desaparezca la habitación se quedará igual. La habitación no cargará con tus insultos, porque está vacía.
El sabio está vacío como el cielo. Debe tratarse de un dicho budista porque el Buda dice que el sabio significa sin ser, sin ego. El sabio significa inexistente. No está ahí, es una presencia pura, sin ninguna materia en él. Puedes atravesarlo, no hallarás obstáculo alguno en él.
«La gente malvada que denuncia al sabio se parece a los que escupen al cielo. El escupitajo nunca alcanzará el cielo…»
СКАЧАТЬ