Soledades. Liliana Kaufmann
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Название: Soledades

Автор: Liliana Kaufmann

Издательство: Bookwire

Жанр: Зарубежная психология

Серия:

isbn: 9789878708782

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СКАЧАТЬ del Olimpo, Apolo, Artemio y Anatema, avanzan rodeados de una aureola. Contemplan el mundo cuando deben golpearlo, pero si no su mirada es lejana, como dirigida a un espejo invisible donde encuentran su figura separada del resto.

       CALASSO (1990: 53)

      El autismo no es un fenómeno moderno; la historia de la psiquiatría infantil registra desde 1799 a niños que juegan en soledad y no logran establecer ningún lazo social. Desde mediados del siglo pasado, su historia puede ser leída a partir de un rasgo persistente: el esfuerzo por encontrar su causa. La causa de la profunda soledad en la que parecen sumergirse los pequeños cuando se aíslan a través de diferentes formas, sea rechazando o ignorando el contacto de las personas que se les acercan; tapándose los oídos cuando se les habla; quedándose inmóviles con la mirada fija en un punto, sin que nada ni nadie los haga parpadear, o mirando los movimientos de sus dedos que, como alitas atadas –atadas a sus propias manos– no pueden remontar vuelo.

      Por otra parte, quien estudie en profundidad el tema logrará advertir que mucho antes de que los textos científicos se refirieran al autismo, el mundo del mito ya hacía referencia a extraños personajes que preferían vivir en soledad. ¿Pero podemos decir por ello que en las antiguas comunidades humanas han existido casos de autismo? Si ahondamos en las numerosas tradiciones mitológicas, esas creaciones narrativas con las que el hombre intentaba comprender todo fenómeno vivido como extraño, inmanejable o fuera de la lógica cotidiana, podríamos conjeturar que sí, pues resultan ser arquetipos fantásticos del conjunto de signos autistas estudiado luego por la ciencia. Aunque no basta con mencionar las narraciones míticas también algunos de los cuentos populares infantiles expresan formas de ser que reclaman ser traducidas a partir de la explicación de algunas conductas aún no del todo develadas.

      De ahí que se desplegará un diálogo entre el mundo del mito, los cuentos populares infantiles y el ámbito de la ciencia, con la intención de que se aproximen y converjan.

      ¿Cuál es el objetivo? Obligarnos a agudizar nuestra mirada sobre un tema cargado de magnetismo, por lo enigmático y lo irresuelto de las argumentaciones lógicas, también debido al incremento de casos detectados en los últimos años.1

       Las historias míticas siempre son fundadoras.

       CALASSO (1990: 162)

      Uta Frith (1991), al tratar de responder desde cuándo existe el autismo, señala que si se leen con detenimiento algunos cuentos tradicionales infantiles pueden encontrarse en ellos indicios de que desde hace mucho tiempo existirían personas autistas. Frith basa su suposición en el hecho de que los cuentos de hadas –entre otros– son relatos elaborados para otorgar un sentido a las experiencias de la vida; por lo tanto, la presencia de personajes con serias dificultades para establecer relaciones sociales sugiere que en la vida real hubo casos en los que se inspiraron tales cuentos.

      Resulta prototípico el caso de La bella durmiente del bosque, que a mediados de 1600 recoge el napolitano G. Basile de la voz popular. Este relato describe a una joven cuyo sueño, como consecuencia de la ingesta de un tóxico, es tan profundo que no se despierta ni cuando un noble la deja embarazada ni durante el parto en el que nacen sus gemelos. Recién cuando el bebé succiona de su dedo ella vuelve a la vida normal.

      Más adelante, Perrault da una forma menos cruel a la misma historia, hasta que recién en el siglo XIX, con la pluma de los hermanos Grimm, se convierte en un cuento para niños. El aislamiento social de la joven protagonista aparece remarcado por el hecho de que toda su familia y la servidumbre permanecen dormidos por la misma causa durante más de cien años.

      También ciertos textos sagrados, y los que luego se inspiraron en ellos, explican de generación en generación rasgos o modos de ser de personas que podrían vincularse con el autismo. En particular, el término golem fue utilizado para hablar de ciertas conductas autistas.

      La palabra golem ha sido tomada por el yiddish de las enseñanzas de la Mishná. Este cuerpo exegético de leyes, que recoge y consolida la tradición oral judía desarrollada durante siglos desde los tiempos de la Torá, la usaba para referirse a la persona carente de capacidad intelectual y espiritual.

      En el siglo XII, Maimónides, en su comentario de la Mishná, señala que

      El golem es una persona que posee virtudes de conducta y de lógica, pero que no están completas ni ordenadas apropiadamente. Son confusas y desordenadas, y levemente defectuosas. Por ello se lo denomina golem, ya que se asemeja a una vasija hecha por un artesano que tiene la forma de una vasija, pero aún necesita ser completada y perfeccionada (prólogo a Meyrink, 2003).

      ¿Qué tenemos, entonces? La idea de un hombre que debe ser elaborado para alcanzar su integridad. Un ser humano que no llega “pulido” a este mundo, un ser humano en estado incompleto o primordial.

      Ya en el Renacimiento, la leyenda del Golem cuenta que un rabino de esa época había creado según las fórmulas de la cábala un hombre artificial que llevaba una existencia casi maquinal, sin pensamientos, con la intención de que hiciera tañer las campanas de su sinagoga cuando divisaba cerca al enemigo. Tal hombre, merced a un pergamino mágico que el rabino colocaba entre sus dientes y en el que se leía el término hiyyut (“vitalidad” o “vida”), podía experimentar todas las cualidades humanas. En cambio, en el instante mismo en que el pergamino le era retirado de su boca, se convertía en una figura de arcilla.

      Es justamente esta versión la que inspira en 1915 a Gustav Meyrink, quien la toma para escribir su célebre obra El Golem.

      En El Golem, Meyrink personifica a su protagonista principal avanzando sobre lo individual. Para ello construye una introspectiva subjetiva basada en la forma en la que el Golem se expresa acerca de sí mismo a partir de sus vivencias, en combinación con las impresiones que causa en los otros.

      Las citas textuales que siguen permiten reconocer las perspectivas referidas (véase Meyrink, 2003).

      Mi piel, mis músculos, mi cuerpo recordaron de pronto, sin que mi cerebro lo advirtiera. Comenzaron a hacer movimientos que yo no deseaba ni preveía, como si mis miembros hubieran dejado de pertenecerme (Meyrink, 2003: 30).

      Las ideas se perseguían en mi mente hasta el punto de que yo mismo apenas comprendía lo que decía mi boca: ideas fantásticas que se desintegraban apenas nacían (ibíd.: 82).

      Desde hace tiempo una angustia sorda me corroía: la sospecha de que me hubiesen quitado algo y de que yo hubiera recorrido una larga etapa de mi vida al borde de un precipicio, como sonámbulo. Pero jamás había llegado a descubrir su origen (ibíd.: 54).

      Pero estos pensamientos no pudieron expresarse en palabras (ibíd.: 56).

      Nadie me respondió, pero sentí que algo así como una angustia inconsciente nos ataba la lengua (ibíd.: 58).

      Se me escaparon las primeras palabras [...]; todo lo que sé es que tenía la impresión de perder lentamente la sangre. Me sentía cada vez más helado, СКАЧАТЬ