Название: E-Pack Jazmín B&B 1
Автор: Varias Autoras
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Pack
isbn: 9788413487779
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Levantó la vista y vio a Grace Callahan sentándose enfrente de Pam para empezar la entrevista. Unos segundos después, empezaban a grabar.
–Pamela Rush, ¿podría empezar contándonos por qué decidió darnos esta entrevista después de tantos meses de silencio?
Chelsea, que también estaba allí, le apretó la mano a Yelena y esta intentó tranquilizarla con una sonrisa. No podía evitar estar triste, a pesar de ser un gran momento para su carrera, así como para Pam y para Chelsea.
Si aquellas dos mujeres podían tomar el control de sus vidas y hacer las cosas bien, ¿por qué no iba a hacerlo ella también?
Eran casi las cinco de la tarde cuando la entrevista terminó y el equipo se marchó de casa de Pamela.
–¿Qué le va a pasar a mamá ahora? –preguntó Chelsea–. ¿Va a ir a la cárcel?
–No lo sabemos –respondió Yelena–. George dice que depende de lo que la policía quiera hacer.
–Mañana mismo iré a declarar a comisaría –les dijo Pam.
–Pero podrían detenerte –dijo su hija.
–Sí, es posible.
Chelsea agarró la mano de su madre con firmeza.
–No te preocupes, Chelsea –le dijo Yelena sonriendo–. Lo solucionaremos. George es uno de los mejores. Haremos todo lo posible por que tu madre no entre en la cárcel. Yo os apoyaré.
Después de darles varios abrazos, Yelena se marchó, dejando a Pam y a Chelsea solas.
Media hora más tarde, llegaba a su casa.
Justo enfrente de su edificio había aparcado un Mercedes azul marino y, apoyado en él, un hombre al que conocía muy bien.
–¡Alex! ¿Qué estás haciendo aquí? –le preguntó.
Sin contestar, Alex le enseñó el mensaje que tenía en su teléfono móvil.
–Sube al coche, Yelena –le ordenó después.
Ella asintió y subió al coche. Esperó a que Alex desatase su furia, sus acusaciones y exigencias contra ella. Después del día que había tenido, estaba completamente preparada para aceptar lo que tuviese que llegar.
–Habéis hecho la entrevista a pesar de que te dije que no quería entrevistas –empezó Alex–. ¿Por qué?
–Porque así lo decidió Pam, Alex.
–Pero yo no te contraté para eso.
–Era lo que ella quería.
–Y en vez de venir a contármelo, he tenido que enterarme de casualidad.
–Eso fue un error…
–Ah, y eso lo hace menos malo. No pienses que lo sabes todo de mi vida, Yelena.
–¿Cómo voy a saberlo todo si tú no me lo cuentas? Sé que tu padre controlaba vuestras vidas. Sé que pegaba a Pam. Sé que te pegó a ti hasta que tuviste edad para defenderte –hizo una pausa antes de continuar–. Y que no te fuiste de casa porque temías que empezase con Chelsea…
–Para –le advirtió él.
–Esa noche en tu despacho, le estabas diciendo a tu padre que dejase en paz a tu madre, ¿verdad?
–¡Te he dicho que pares!
Yelena vio que se ponía tenso y se quedó mirándolo hasta que su expresión empezó a suavizarse y se tornó en una expresión de angustia, y luego, de horror.
–Yelena, yo… no pretendía… Jamás te pondría la mano encima, y lo sabes.
Ella respiró una vez, luego otra.
–Lo sé.
–Nunca pegó a Chelsea –le contó Alex–. Ella lo adoraba. Y yo le cubrí las espaldas al muy cerdo para no disgustar a mi hermana.
–Chelsea lo sabía, Alex. Lo vio un mes antes de la muerte de tu padre –le dijo ella.
–Esa noche, estuve contigo… cuando llegué a casa… –Alex se pasó la mano por la cara.
–Cuéntamelo. Cuéntame qué pasó, Alex.
–¡No lo sé! –exclamó él, golpeando el salpicadero–. Cuando llegué estaba en la piscina. Y mi madre…
–No se quedó dormida viendo la televisión, como le contó a la policía…
Él no dijo nada, se quedó mirando por la ventanilla. Yelena apoyó una mano en su pierna para reconfortarlo, pero fue como tocar una barra de acero forjado.
–Alex. No estás solo en esto. Quiero estar contigo.
Él giró la cabeza con tanta rapidez que la sobresaltó.
–¿Cómo vas a querer estar conmigo si me has mentido? –inquirió–. Si me sigues mintiendo.
–Yo…
–Me hiciste creer que Bella era tuya.
–Y lo es, Alex. Mi nombre está en su partida de nacimiento. Soy quien la está criando, quien la quiere.
–Pero no eres su madre biológica.
–No.
–¿Es de Gabriela? –preguntó Alex.
–Sí –se limitó a contestar ella.
–¿Y por qué no me lo dijiste?
Yelena notó que los ojos se le llenaban de lágrimas.
–Porque Gabriela me lo hizo prometer antes de morir. La noche en que murió tu padre… Gabriela tenía una relación con Salvatore Vitto.
–¿El capo de la droga? –preguntó él con el ceño fruncido.
Ella asintió.
–Gabriela no tenía ni idea de quién era. Se habían visto varias veces a lo largo de los años. Cuando se enteró de su identidad, quiso romper con él, pero la secuestró. Fue entonces cuando me llamó, se había escapado. Pasamos semanas recorriendo Europa para que perdieran nuestra pista. Y terminamos en Alemania.
Yelena recordó el horror de esas últimas semanas y se puso a temblar.
–Bella nació el dieciocho de marzo, en una pequeña clínica alemana en la que registramos a Gabriela con mi nombre. Vitto es una mala persona y Gabriela pensaba que la mataría y se llevaría a la niña si se enteraba de que estaba embarazada.
–¿Y por qué no volvisteis a casa antes de que naciese Bella?
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