Название: E-Pack Bianca septiembre 2020
Автор: Varias Autoras
Издательство: Bookwire
Жанр: Языкознание
Серия: Pack
isbn: 9788413487793
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–Se… se me ocurrió que podríamos… –balbució Brooke, mientras intentaba, en vano, pensar en algo atrevido que decir.
Se sentía como si nunca se hubiera acostado con un hombre, y eso no hacía sino aumentar sus nervios.
–A mí se me estaba ocurriendo lo mismo –murmuró Lorenzo, con esa voz grave tan sexy.
Pero es que además le sonrió –¡una sonrisa de verdad!–, y era una sonrisa tan arrebatadora que el pulso se le disparó y el estómago se le llenó de mariposas. Lorenzo tenía un cuerpo tan increíble… todo bronceado, cubierto de vello, tan viril… Al ver que ya estaba excitado, se le secó la boca.
–Entonces… –musitó con voz trémula–, ¿no vas a echarme?
Lorenzo, que aún tenía el cabello húmedo, ladeó la cabeza y la miró de arriba abajo de un modo ardiente.
–¿Tú me deseas?
Algo nerviosa por su cambio de actitud, Brooke asintió con brusquedad, como una marioneta.
–Dilo –le pidió Lorenzo, que necesitaba oír esas palabras.
–Sí, te deseo –dijo Brooke, casi en un susurro.
–Dannazione… –masculló él–. No, por supuesto que no voy a echarte –le dijo con voz ronca.
–Quiero que tengamos un matrimonio normal –murmuró Brooke.
–Hace bastante que dejó de serlo –admitió Lorenzo.
–¿Pero por qué? –inquirió ella.
–Me parece que eso es algo de lo que es mejor no hablar en este momento –le espetó él. Arrojó a un lado la toalla, que aún tenía en la mano, y se subió a la cama.
Brooke sintió que le faltaba el aliento con Lorenzo tan cerca, y notó el calor de su cuerpo aun antes de que la tocara. Y luego, cuando sus sensuales labios descendieron sobre los suyos y empezó a besarla con ardor, se olvidó por completo de respirar. El olor a gel de ducha y colonia la embriagaba, y el sabor mentolado de la lengua de Lorenzo era delicioso. Y, por si eso fuera poco, el sentir su cuerpo, musculoso y cálido, contra el suyo no podría ser más excitante, y se encontró apretándose contra él.
Lorenzo le quitó el camisón sin más preámbulos, y a Brooke se le cortó el aliento mientras la miraba. Se quedó muy quieta, como en un trance, hasta que sus cálidos y sensuales labios volvieron a sellar los suyos, y una ola de calor la recorrió cuando la mano de Lorenzo se cerró sobre uno de sus pechos y frotó el sensible pezón con el pulgar hasta hacerla gemir.
Luego inclinó la cabeza para lamer y succionar el pezón endurecido, y Brooke sintió que afloraba un calor húmedo entre sus muslos, como si se estuviera derritiendo por dentro. Se apretó de nuevo contra él, ansiosa, y deslizó las manos por su ancha espalda. Sin embargo, cuando dejó que una se desviara hacia delante al llegar al costado y tocó su miembro, Lorenzo se detuvo. Azorada por haber sido tan atrevida, se apresuró a apartar la mano.
–No… no la apartes –murmuró Lorenzo junto a su oído, volviendo a colocarle la mano en su entrepierna–. Me gusta que me toquen.
Brooke empezó a acariciar con renovada confianza su miembro endurecido, que parecía de satén, pero al cabo de un rato Lorenzo la detuvo, y la hizo tumbarse boca arriba como si fuera una estrella de mar. Volvió a sentirse algo nerviosa, pero los nervios se le olvidaron en cuanto Lorenzo empezó a explorar su cuerpo con la boca y con las manos. Su sexo estaba cada vez más húmedo.
–Todas estas… semanas me has estado… volviendo loco de deseo –murmuró Lorenzo mientras subía, beso a beso, por la cara interna de su muslo.
Ella no podía dejar de estremecerse de placer.
–¿De verdad? –musitó.
Se le cortó el aliento cuando Lorenzo deslizó la lengua por su piel, y apretó los puños para contenerse cuando lo que en realidad quería hacer era hundir los dedos en su cabello revuelto.
–Cada vez que te miro, te deseo –murmuró Lorenzo con voz ronca, depositando un reguero de besos en su tembloroso vientre.
Lorenzo inclinó la cabeza entre sus muslos, enloqueciéndola con su lengua y con sus dedos. La tensión iba en aumento y cuando creía que ya no podría aguantar más, ocurrió: una explosión mágica que la hizo sentirse como una estrella fugaz, un placer inimaginable que sacudió todo su cuerpo y la dejó aturdida, porque nunca habría pensado que pudiera llegar a experimentar unas sensaciones tan increíbles.
Cuando Lorenzo se incorporó y deslizó las manos por debajo de sus caderas para levantarlas hacia él, contuvo el aliento, nerviosa. Se hundió en ella, pero su cuerpo no reaccionó como si hubiera estado preparado para aquella invasión. Le dolía. Le dolía tanto que casi gritó, pero por suerte logró contenerse mordiéndose el labio.
Estaba segura de que si hubiera gritado lo habría estropeado todo, porque Lorenzo se habría sentido culpable por haberle hecho daño, cuando estaba segura de que ese dolor se debía solo a que hacía más de un año que no había tenido relaciones.
Fue un alivio notar que al cabo de un rato el dolor desapareció por completo, y el corazón empezó a latirle con fuerza cuando Lorenzo comenzó a moverse, entrando y saliendo de ella. Jadeante, le rodeó las caderas con las piernas y saboreó el intenso placer que experimentaba con cada embestida. La excitación que sentía iba en aumento, pero quería más y se arqueó hacia él, respondiendo a cada ola de aquel salvaje placer, y de pronto un nuevo orgasmo se apoderó de ella.
–Vaya… –susurró aturdida cuando hubo recobrado el aliento.
Estaba agotada y se notaba los brazos y las piernas flojas, pero sentía que había triunfado porque había conseguido justo lo que se había propuesto.
–Ha sido increíble –murmuró Lorenzo, dejándose caer junto a ella.
¿Cómo era posible que el sexo con Brooke le hubiera parecido tan distinto de las otras veces que había hecho el amor con ella?, se preguntó. No era solo su comportamiento; tenía la sensación de que fuera otra mujer. Sí, decididamente tenía que ir a ver al señor Selby porque necesitaba respuestas para todas esas preguntas.
De pronto Brooke pensó en algo que le hizo sentir una punzada de angustia.
–Lorenzo… No estoy tomando la píldora –murmuró–. Y no hemos usado preservativo…
Con los problemas por los que estaba pasando su matrimonio, sospechaba que un embarazo no planeado no haría sino complicar aún más la situación.
–No pasa nada; llevas un DIU –la tranquilizó Lorenzo, que estaba pensando en otras cosas.
¿Habría hecho el amor Brooke con él si no sufriese de amnesia? Cuando le había pedido el divorcio, antes del accidente, se había puesto furiosa con él y no le había dirigido la palabra durante el tiempo que СКАЧАТЬ