Название: Misión y comisión
Автор: Carlos Van Engen
Издательство: Bookwire
Жанр: Религия: прочее
isbn: 9786124252709
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Años después de fallecer don Manuel, cuando en nuestro seminario en Tapachula estábamos discutiendo algunas ideas sobre la misión de Dios que transforma nuestro entorno, de repente se para un hermano de entre los estudiantes y me dice: «Hermano Carlitos, yo quiero contar una historia acerca de don Manuel Pinto».
Y empezó a hablar, pero sin mencionar el nombre de un albañil de un pueblo llamado Las Margaritas. El hermano estudiante comenzó a contar su historia: Un hermano de la iglesia durante unos veinticinco o treinta años tuvo un proyecto que nadie conocía. En el pueblo, hermanos, el hermano en mención siempre buscaba a jóvenes de 15 a 16 años de edad. A varones que eran los más rebeldes y hacían todas las travesuras, todo el comportamiento malo que podían hacer. Este hermano buscaba a tales jóvenes. Cada año buscaba uno. Y como no había trabajo en el pueblo, le decía al joven: «Mira, te voy a dar trabajo. Me voy a otro pueblo a construir un edificio y te voy a dar trabajo, me servirás de peón».
El estudiante siguió con la historia. Relató la forma en que el hermano escogía al más rebelde, al más malo, al que era mala gente. Y como no había trabajo, el muchacho se iba con el hermano y otros dos o tres trabajadores. Pasaban el primer mes viviendo juntos, trabajando desde las seis de la mañana hasta las tres de la tarde de cada día, seis días a la semana. En ese primer mes el hermano no le decía nada al muchacho. No le decía nada más que «tráeme la mezcla, el martillo».
El segundo mes, el hermano, mientras trabajaban, le hablaba al muchacho y le decía: «¿Y qué vas a hacer con tu vida? ¿Vas a valer por algo?». Le empezaba a hablar de esa forma.
Siguió hablando el estudiante. Contó que en el tercer mes, al desayunar, este hermano se reunía con sus trabajadores para un estudio bíblico. Cada mañana —por todo un mes— de cinco a seis de la mañana estudiaban todos juntos la Biblia antes de comenzar el trabajo.
Y dice el estudiante, finalmente: Yo soy uno de esos jóvenes. Por eso lo sé. Este hermano se llamaba don Manuel Pinto. Hace unos años empecé a buscar y encontré que otro de esos muchachos ahora es el presidente municipal de la ciudad, otro es doctor, dos o tres son pastores. Empecé a buscar el rebaño de don Manuel Pinto. Nadie sabía lo que don Manuel hacía. Parece que casi todos los muchachos al regresar a sus pueblos después de los tres meses, llegaban convertidos, cambiados y transformados.
Una comisión.
Podemos vivir en una forma diferente. Romanos 8 nos da una pequeña luz de esta verdad. No sé si se han dado cuenta de lo que dice el texto Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios (Ro 8.19).
La Biblia nos dice que la creación espera nuestra salvación como seres humanos. Vean los versículos 22 y 23 de Romanos 8.
Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora; y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.
Estando en Brasil hace unos años, escuché historias sobre la deforestación de Brasil tanto por empresas multinacionales como nacionales. Me contaron de un pueblo que había sido desalojado debido a intereses de explotación. Cortan todos los árboles para que los pobladores tengan que salir y no les permiten volver. No permiten que se cultive nada y, de repente, alguien llega para sacar petróleo, un negocio que vale mucho. Vale más la explotación petrolera, o cualquier otra, que la vida humana.
Existen ranchos que acaparan tierras del tamaño de Costa Rica y pertenecen a una sola persona.
Hermanos y hermanas, nosotros somos los espías, profetas, sacerdotes y reyes. También somos sanadores y libertadores. Como espías ¿qué ven cuando miran a «Canaán» fuera de las puertas de sus iglesias? ¿Qué ven? ¿Ven gigantes o ven una tierra que fluye leche y miel?
Nosotros somos los espías reconociendo la tierra, llamando, clamando y gimiendo por una transformación integral, profunda, nueva. Una transformación que afecte todos los subsistemas de la cultura en que vivimos que nos hace oray y llorar por una nueva realidad. ¿Se acuerdan de lo que dice la oración del Señor? Venga tu reino, sea hecha tu voluntad como en el cielo también en la tierra. En Deuteronomio 1.25 se repite la historia que hemos visto. Y tomaron en sus manos del fruto del país, y nos lo trajeron, y nos dieron cuenta y dijeron: Es buena la tierra que Jehová nuestro Dios nos da.
Entonces os dije: No temáis, ni tengáis miedo de ellos. Jehová vuestro Dios, el cual va delante de vosotros, él peleará por vosotros, conforme a todas las cosas que hizo por vosotros en Egipto delante de vuestros ojos. Y en el desierto has visto que Jehová tu Dios te ha traído, como trae el hombre a su hijo, por todo el camino que habéis andado, hasta llegar a este lugar. (Dt 1.29–31, rv60)
El Señor dio de comer a los israelitas. Les dio agua y maná, y la ropa les duró todo el tiempo que estuvieron en el desierto. Durante cuarenta años Dios proveyó por ellos. Hoy, cuando miramos nuestra realidad, no es el nuestro un sentido fatalista. Al contrario, sentimos un llamado al activismo porque reconocemos que hay un Dios que rige la realidad en que vivimos. Dios está conectado con nosotros y nos ama mucho y ama a nuestro mundo. En Juan 3.16 leemos Porque de tal manera amó Dios [a la iglesia]. Así leemos el texto y así lo vivimos. Pero en realidad, el texto dice Porque de tal manera amó Dios al mundo. AL MUNDO. Dios ama la creación. Nos ama a nosotros. Ama el contexto en que vivimos.
Cuando miran el nuevo «Canaán», es decir, nuestro continente latinoamericano, ¿qué ven? ¿Gigantes o una tierra que fluye leche y miel?
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