Название: El Viaje De Los Héroes
Автор: Cristian Taiani
Издательство: Tektime S.r.l.s.
Жанр: Героическая фантастика
isbn: 9788835413318
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"¿Te encuentras bien?" preguntó ella.
"Por supuesto, me preguntaba si una vez que lleguemos al bosque todo esto terminará", respondió el guerrero.
"Siento que me vigilan todo el tiempo, ¿qué es lo que realmente quiere Cortez? ¿Quién es él? Estas son preguntas que haré a estos gnomos, espero que tengan las respuestas", añadió.
Los días pasaron, la vida a bordo era muy agitada, siempre había algo que hacer. Sólo Talun se quedaba encerrado en su habitación y salía únicamente para comer. De vez en cuando se le oía gritar o pronunciar algún conjuro a quién sabe qué dioses, era evidente que el mago estaba probando nuevos hechizos.
Habían pasado siete días desde que zarparon, y desde su partida nunca habían pasado tanto tiempo en paz. Sin embargo, ese silencio se interrumpió inesperadamente cuando Boddybock gritó: "¡Atención! ¡Cuidado!"
Algo golpeó el barco y lo hizo moverse violentamente, Rhevi y Ado inmediatamente miraron para ver lo que habían golpeado, y vieron una enorme sombra nadando bajo las aguas del río.
"Es el Cchuul", gritó Bimpotin, pero no había terminado de hablar cuando el Chuull se adhirió al casco y saltó sobre la cubierta.
Era una criatura similar a un cangrejo pero tenía cuatro patas protegidas por su exoesqueleto tan duro como el acero, sus garras eran muy afiladas, estaba cubierto de algas y tenía largos tentáculos en el hocico. Ado inmediatamente desenvainó su poderosa arma, Rhevi sostuvo su espada y los gnomos se armaron con pequeñas espadas.
La criatura rugií y se lanzó sobre ellos. Era sumamente rápida, hundió sus garras y rompió la armadura del guerrero, mientras que Rhevi lo golpeaba en el poderoso caparazón sin hacer ningún daño. Los gnomos pasaron por debajo de las largas piernas apuñalando y cortando desde abajo, la criatura gritó de dolor.
Ado dejo caer pesadamente su espada sobre la cabeza de la bestia, pero esta con un rápido gesto la golpeó con su garra. El roce de la hoja hizo que salieran chispas de color naranja, de los tentáculos la criatura salió una sustancia verde que roció el rostro de Bimpotin, su hermano, gritando de miedo sacó del cinturón una pequeña arma con un mango de metal y resortes a los lados, apretó el gatillo y disparó, causando un fuerte ruido y una herida mortal al monstruo, que cayó al suelo.
La puerta de la bodega se abrió como una explosión. "¿Qué es todo este alboroto?" preguntó el mago, y luego se fijó en la bestia muerta.
El pequeño gnomo, con la cara cubierta de una sustancia verde y muy viscosa, se dio la vuelta y vio a Ado con un corte en la armadura, que acababa de salvarle la vida, y a Rhevi arrodillada junto a Boddybock, tratando de ayudar a su hermano.
"No toques la baba", gritó. "Es venenosa, tráeme un poco de agua, ¡date prisa!"
Talun pronunció una fórmula y una pequeña cascada de agua clara se materializó en la cara de Bimpotin, limpiándola; aunque el gnomo no se recuperó, su respiración era laboriosa.
El problema no había terminado, debido a la lucha habían perdido el control del barco que se dirigía a una cascada muy alta. Boddybock, recuperado de su trauma, se levantó y tomó el timón. "¡Ado a estribor, Rhevi a babor, Talun a popa! Giren esas manivelas doradas con todas sus fuerzas, a la cuenta de tres... ¡TRES!"
El grupo giró las manivelas, el gnomo manipulaba el timón lleno de botones y pequeñas perillas.
Mientras tanto, el barco había llegado al borde de la cascada y... cayó al vacío.
Algo enorme surgió en la salpicadura, era la nave con su tripulación.
¡Volaban!
Enormes membranas en forma de alas de dragón, colocadas a los lados, más una en la popa, le permitían volar por el cielo.
El color de las membranas era de un azul profundo.
"¡Es fantástico!" gritó el mago, quien inmediatamente se recompuso mientras se dirigía hacia Bimpotin. Una luz verde que surgió sus manos inundó al pequeño gnomo, pero no tuvo ningún efecto.
"No funciona. ¿Por qué esta magia nunca funciona? Tendré que revisar mis notas", dijo, desanimado con voz apenas perceptible.
Ado tomó el pequeño cuerpo en sus brazos y lo llevó a la bodega, Rhevi encendió una vela y lo colocó en una cama, el cuerpo estaba caliente y tenía fiebre alta. "¡Él morirá, mi hermano morirá!" Gimió Boddybock.
"¡No! Lo llevaremos a los elfos de Vesve", respondió Talun. "Ellos sabrán qué hacer, mientras tanto probaré todos los hechizos que conozco".
La media elfa miró a sus amigos y dijo: "Se lo debemos a ellos. Nos dirigimos a los elfos de la luz, Boddybock, siento no habértelo dicho enseguida. No te preocupes, ellos lo salvarán".
Los miró y dijo: "No es culpa tuya, no estamos lejos del bosque, llegaremos esta tarde".
Los tres amigos dejaron la habitación y se dirigieron a la cubierta del barco.
Una vez en la cubierta, todos estaban asombrados, estaban volando, estaban a tal altura que podían ver el río debajo de ellos, la cascada estaba ahora detrás de ellos.
En el fondo se erigía la capital del imperio: Radigast.
Las antiguas leyendas contaban que había sido construida por los siete dioses. Detrás del palacio imperial se encontraba la estatua más grande que el pueblo humano hubiese visto jamás, la cual representaba a un arquero apuntando su arco más allá del cielo. El guerrero estaba de pie sobre todo, gruesas murallas rodeaban toda la ciudad como armas protectoras.
La ciudad estaba distribuida en tres niveles distintos, todos conectados por numerosas escaleras, custodiadas por los guardias imperiales. En el primer nivel vivía la población, en el segundo estaba uno de los mercados más grandes de las Siete Tierras, y en el tercero estaban las enormes villas de los nobles, los únicos que podían acceder a ellas.
Más al norte, había un enorme bosque color esmeralda, con árboles tan altos y densos que resultaba imposible ver el centro.
"Aquí está, el bosque de Vesve, el bosque siempre verde, donde vive la gente olvidada..." dijo Rhevi, suspiró. Allí pronto conocería a los ancestros de su madre, parte de su sangre fluía en ella y se sentía orgullosa de ello.
Se decía que el bosque estaba habitado por elfos, seres agraciados, excelentes jueces, apegados a la naturaleza y enamorados del arte.
"A este ritmo llegaremos por la tarde", dijo el mago emocionado, dando una palmada a la armadura del guerrero, que no se movió. Sus ojos rojos estaban fijos en el bosque.
¿Qué es esta rabia oscura que siento dentro de mí? Si pudiera prenderle fuego a ese bosque, pensó.
"Avisemos al gnomo", dijo Talun en su camino a la bodega.
Entraron todos en la habitación, habían pasado unos minutos desde que lo dejaron al cuidado de Boddybock.
Bimpotin СКАЧАТЬ