Название: Juramento de Cargo
Автор: Джек Марс
Издательство: Lukeman Literary Management Ltd
Жанр: Триллеры
Серия: Un Thriller de Luke Stone
isbn: 9781094306650
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Luke, Monk y Susan estaban en una sala de estar en el piso de arriba, cerca de la vivienda familiar. Luke sabía que la familia de Susan no vivía aquí. Cuando era Vicepresidenta, él no le había prestado mucha atención, pero de alguna manera percibía que ella y su esposo estaban separados.
Luke se recostó en un cómodo sillón. —Susan, antes de comenzar, quiero decirte algo. He decidido retirarme, con efecto inmediato. Te lo digo antes de decírselo a nadie más, para que puedas encontrar a otra persona para dirigir el Equipo de Respuesta Especial.
Susan no habló.
–Stone —dijo Monk—, es mejor que lo sepas ahora. El Equipo de Respuesta Especial está en la guillotina, está acabado. Don Morris estuvo involucrado en el golpe, desde el principio. Es al menos parcialmente responsable de una de las peores atrocidades que jamás haya tenido lugar en suelo estadounidense. Y él creó el Equipo de Respuesta Especial. Estoy seguro de que puedes entender que la seguridad, y especialmente la seguridad de la Presidenta, es lo más importante en nuestro radar en este momento. No es solo el Equipo de Respuesta Especial. Estamos investigando sub-agencias sospechosas dentro de la CIA, la Agencia Nacional de Seguridad y el Pentágono, entre otros. Necesitamos erradicar a los conspiradores, para que nada parecido vuelva a suceder.
–Entiendo tu preocupación —dijo Luke.
Y lo hacía. El gobierno era frágil en este momento, tal vez tan frágil como nunca antes lo había sido. El Congreso fue eliminado en su mayor parte y una supermodelo retirada se había elevado a la Presidencia. Se había demostrado que los Estados Unidos tenía los pies de barro y si todavía había golpistas, no había razón para que no pudieran hacer otro intento de golpe de estado.
–Si vas a eliminar el Equipo de Respuesta Especial de todos modos, este es el momento perfecto para que me vaya. —Cuanto más decía cosas como esta, más real se volvía para él.
Era hora de reunir a su familia. Era hora de recrear ese lugar idílico en su mente donde él, Becca y Gunner podrían estar solos, lejos de estas preocupaciones, donde, aunque sucediera lo peor, no importaría tanto.
Demonios, tal vez debería irse a casa y preguntarle a Becca si quería mudarse a Costa Rica. Gunner podría crecer bilingüe. Podrían vivir en la playa en alguna parte. Becca podría tener un jardín exótico. Luke podría ir a surfear un par de veces a la semana. La costa oeste de Costa Rica tenía algunas de las mejores olas de las Américas.
Susan habló por primera vez. —Es un momento horrible para que te vayas. El momento no podría ser peor. Tu país te necesita.
Él la miro. —¿Sabes qué, Susan? Eso no es realmente cierto. Piensas eso porque soy el tipo que viste en acción, pero hay un millón de tipos como yo. Hay muchachos más capaces que yo, más experimentados, más sensatos. Parece que no lo sepas, pero algunas personas piensan que soy un bala perdida.
–Luke, no puedes dejarme aquí —dijo. —Estamos al borde del desastre. Me he quedado atrapada en un papel para el que no estaba… no esperaba esto. No sé en quién confiar. No sé quién es bueno y quién es malo. Estoy medio esperando doblar una esquina y recibir una bala en la cabeza. Necesito a mi gente a mi alrededor. Gente en la que pueda poner toda mi fe.
–¿Soy uno de tu gente?
Ella lo miró directamente a los ojos. —Me salvaste la vida.
Richard Monk interrumpió la conversación. —Stone, lo que no sabes es que el Ébola es replicable. Eso no se mencionó en la reunión. Wesley Drinan nos dijo en confianza que es posible que personas con el equipo y los conocimientos adecuados puedan fabricar más. Lo último que necesitamos es un grupo desconocido de personas corriendo con el virus del Ébola armado, tratando de almacenarlo.
Luke volvió a mirar a Susan.
–Coge este trabajo —dijo Susan. —Averigua qué pasó con la mujer desaparecida. Encuentra el Ébola que falta. Cuando regreses, si realmente quieres jubilarte, nunca te pediré que hagas nada más. Empezamos algo juntos hace unas noches. Haz esto por mí y estaré lista para decir que el trabajo ha terminado.
Sus ojos nunca se apartaron de los de él. Ella era una política típica en muchos sentidos. Cuando te buscaba, te encontraba. Era difícil decirle que no.
Él suspiró. —Me puedo ir por la mañana.
Susan sacudió la cabeza. —Ya tenemos un avión esperándote.
Los ojos de Luke se abrieron, sorprendidos. Respiró hondo.
–Está bien —dijo finalmente. —Pero primero necesito reunir a algunas personas del Equipo de Respuesta Especial. Estoy pensando en Ed Newsam, Mark Swann y Trudy Wellington. Newsam está de baja por lesión en este momento, pero estoy bastante seguro de que volverá si se lo pido.
Una mirada pasó entre Susan y Monk.
–Ya nos hemos puesto en contacto con Newsam y Swann —dijo Monk. —Ambos están de acuerdo y van camino al aeropuerto. Me temo que Trudy Wellington no será posible.
Luke frunció el ceño. —¿Ella no quiere?
Monk se quedó mirando una libreta amarilla en sus manos. Se hizo una nota rápida para sí mismo. No se molestó en mirar hacia arriba. —No lo sabemos porque no hemos contactado con ella. Desafortunadamente, usar a Wellington está fuera de discusión.
Luke se volvió hacia Susan.
–¿Susan?
Ahora Monk sí levantó la vista. Echó un vistazo a Luke y Susan. Habló de nuevo antes de que Susan dijera una palabra.
–Wellington está contaminada. Ella era la amante de Don Morris, simplemente no hay forma de que ella pueda formar parte de esto. Ni siquiera va a ser empleada del FBI dentro de un mes y para entonces podría estar acusada de traición.
–Ella me dijo que no sabía nada —dijo Luke.
–¿Y tú la crees?
Luke ni siquiera se molestó en responder esa pregunta. No sabía la respuesta. —La quiero en el equipo —dijo simplemente.
–¿O?
–Dejé a mi hijo mirando un pez rayado en la parrilla esta noche, una lubina que pescamos juntos. Podría comenzar mi retiro ahora mismo. Disfruté un poco como profesor universitario. Tengo muchas ganas de volver a ello. Y tengo muchas ganas de ver crecer a mi hijo.
Luke miró a Monk y Susan. Le devolvieron la mirada.
–¿Entonces? —dijo— ¿Qué pensáis?
CAPÍTULO SIETE
11 de junio
02:15 horas
Ciudad de Ybor, Tampa, Florida
Era un trabajo peligroso.
Tan peligroso que no le gustaba salir a la planta del laboratorio.
–Sí, sí —dijo por teléfono. —Tenemos cuatro personas en este momento. Tendremos seis cuando el turno cambie. ¿Esta noche? Es posible. No quiero prometer demasiado. Llámame alrededor de las diez de la СКАЧАТЬ