Название: Introduccin al asesoramiento pastoral de la familia AETH
Автор: Jorge E. Maldonado
Издательство: Ingram
Жанр: Религия: прочее
isbn: 9781426765872
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Es aquí que entra en juego el asesoramiento pastoral a la familia. Si el propósito de tal asesoramiento es fomentar la maturación de las familias, y si esa maturación lleva a una visión en la que la familia, con todo y ser núcleo de amor y de protección, es también fuente de dádivas hacia fuera, entonces lo «pastoral» en este asesoramiento es de importancia fundamental. Lo que el asesoramiento pastoral hace no es sencillamente ayudar a las familias a consolidarse dentro de sí, sino también ayudarlas a consolidarse en el servicio al resto de la familia humana, en ese «darse juntos a los demás» que según este libro es el más alto grado de maturación en la vida de la pareja y de la familia.
Es por ello que el presente libro será de gran valor para las pastoras y los pastores entre nuestro pueblo. Su propósito no es hacerles sicólogos aficionados o amateurs, dándoles algunas pistas acerca de cómo ofrecer terapia sicológica sin tener que saber mucho de sicología, sino que es más bien ayudarles a ver cómo su tarea pastoral—su tarea de conducir al rebaño a los verdes pastos del servicio a Dios y al prójimo— se manifiesta y se consolida en el asesoramiento a las familias, y cómo esto puede hacerse con integridad tanto sicológica como teológica.
Láncese, pues, el lector o lectora al estudio de este libro, que le será de gran utilidad en la tarea de ayudar a nuestras familias —y a esa gran familia que es la iglesia— a ser reflejo y testimonio del Dios de amor. ¡Y que ese Dios familia, Dios amor, Dios Trinidad bendiga su labor pastoral, y se manifieste en las vidas de cuanta familia esa labor pastoral llegue a tocar!
Justo L. González Decatur, Georgia Día de Navidad, 2003
Introducción
El asesoramiento o consejo pastoral1 a la familia es parte del ministerio total de la iglesia. Aunque los términos sean modernos, los conceptos no lo son. El cuidado pastoral a las personas y familias ha sido una práctica constante a lo largo de toda la historia de las diferentes comunidades de fe. Sacerdotes, pastores, y laicos sensatos y sensibles han acompañado —por miles de años ya— a personas, parejas y familias en la toma de decisiones en los momentos más importantes de su desarrollo, durante las crisis y en otras ocasiones significativas.
El consejo pastoral es una dimensión especializada del cuidado pastoral.2 Se ofrece por acuerdo entre el consejero pastoral (clérigo o laico) y la persona, pareja o familia que lo solicita. Está delimitado en el tiempo y, por lo general, tiene metas específicas. Asesorar o aconsejar no es simplemente dar consejos. Más bien es un arte que requiere entrenamiento, supervisión y práctica, no sólo sabiduría. En pocas palabras, el asesoramiento pastoral es el proceso de acompañar —dentro del contexto de la comunidad de fe y a la luz de los valores del reino de Dios— a una persona, pareja, familia o grupo en la búsqueda de alternativas a las ideas, sentimientos, actitudes, conductas y relaciones que les están perjudicando e impidiendo su pleno desarrollo hacia el bienestar, la sanidad, la reconciliación, la justicia y la paz. Como lo explica Daniel Schipani, la meta última del consejo pastoral es que las personas, parejas, familias y comunidades «vivan sabiamente en la luz de Dios».3
Los agentes pastorales ejercen diversas funciones para cumplir con su tarea: evangelizan, enseñan, predican, administran, consuelan, exhortan, cuidan, aconsejan, para nombrar unas pocas. Cada una de estas funciones tienen dinámicas propias, utilizan acercamientos específicos, se llevan a cabo en contextos definidos y requieren el manejo de destrezas concretas. El asesoramiento o consejo pastoral no es, por lo tanto, ni el único ni el más importante de los ministerios de la iglesia. Sin embargo, mantiene su especificidad y se distingue del cuidado pastoral en forma significativa por la dirección que toma, las dinámicas que genera y los instrumentos que utiliza. Puesto que no solamente cuidan de las familias sino que también las asesoran, con mucha frecuencia los pastores utilizan estos dos «sombreros» simultáneamente. Sin embargo, esto no quiere decir que esas dos acciones sean idénticas o intercambiables.
Cuando cumplo mi oficio como pastor/cuidador de las familias de mi grey, soy yo quien toma la iniciativa: voy en busca de la oveja descarriada, ofrezco una voz de aliento al desanimado, intervengo en una crisis familiar, sugiero tomar «estos» y no «aquellos» pasos, intercedo por su salud física, emocional y espiritual, procuro la reconciliación y el perdón. Por otro lado, cuando actúo como consejero/asesor/terapeuta, mi papel más bien se define a partir de la iniciativa que la persona, pareja o familia ha tomado. Sólo puedo dar asesoramiento o consejo pastoral cuando las personas están listas, y la señal visible de esto es que solicitan tal ayuda.
Cuando realizo cuidado pastoral soy yo quien «va a su territorio» para servirles en una variedad de formas pastorales (oración, exhortación, enseñanza, consuelo). Cuando ellos toman la iniciativa y buscan asesoramiento o consejo, entonces ellos son los que «vienen a mi territorio». No importa si el encuentro acontece en la oficina pastoral, en el estacionamiento de la iglesia, en el café de la esquina o en su propia casa. Si la iniciativa es de ellos, entonces están involucrados en el proceso; es decir, están listos para el asesoramiento. En ese momento es que podemos utilizar los acercamientos, las técnicas y las herramientas propias de este arte. Si las usamos en una situación de cuidado pastoral —cuando yo he tomado la iniciativa— nos frustraremos y propiciaremos efectos contraproducentes tanto en las personas a quienes ayudamos como en nosotros mismos.
Como en todo, siempre hay una excepción a la regla. Cuando una persona, familia o grupo está en crisis, significa que la pérdida, amenaza o peligro que enfrentan ha desbordado la capacidad de manejo de la persona/familia y que todas sus estrategias habituales han fallado. En una crisis las personas están aletargadas, dolidas, confundidas y muchas veces incapacitadas temporalmente para pedir ayuda. Allí el consejero pastoral puede intervenir, pero no para dar asesoramiento o terapia, sino para trabajar en forma específica para lograr las metas de evitar la muerte, procesar el golpe, elaborar las pérdidas y salir por el camino de la recuperación y el crecimiento.4
Este libro, como su título lo indica, se enfoca en este aspecto específico del cuidado pastoral que es el asesoramiento o consejo pastoral. Vale mencionar que en la búsqueda de salud, sanidad, reconciliación y bienestar para las familias de la iglesia y la comunidad, la educación —como un trabajo preventivo/profiláctico—tiene una enorme importancia. Los pastores tienen a los miembros de su iglesia, semana tras semana, dispuestos a escucharles y a seguir su liderazgo. Así pues, cuando en un culto se trata sobre la prevención de la violencia doméstica, la educación sexual de la familia, el enriquecimiento matrimonial, el manejo de las finanzas, u otro aspecto semejante, se puede lograr mucho más que cuando se realiza una sesión de asesoramiento o terapia familiar con un grupo reducido y a veces a última hora. Aunque esto es verdad, el ministerio del asesoramiento pastoral es imprescindible para la iglesia, especialmente en este tiempo cuando las redes de apoyo de la familia contemporánea se han debilitado, las presiones del ambiente circundante son intolerables y las voces que nos quieren orientar son de dudosa procedencia.
Los clérigos tienen un acceso privilegiado a las familias. Son figuras de autoridad que están presentes en los momentos más significativos de la vida familiar (bodas, nacimientos, bautismos, funerales); su relación con los miembros de una familia incluye compartir tanto tiempos de dolor como de alegría; tienen contacto con varias generaciones, e interactúan —de alguna manera— con toda la familia extendida.5 Por eso, en medio de las muchas voces contemporáneas (psicología, sociología, terapia familiar) que reclaman a la familia como su campo de acción, el asesoramiento pastoral, como un ministerio de la iglesia, tiene un espacio legítimo. Su ejercicio puede y debe ser una contribución a la comunidad; su acción, un bálsamo en las heridas de la sociedad. El hombre y la mujer contemporáneos saben que más allá de las dolencias СКАЧАТЬ