Las Extraordinarias Aventuras De Joshua Russell Y De Su Amigo Robot. Antonio Tomarchio
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СКАЧАТЬ emociones del día anterior. Continuaba pensando en lo sucedido aquel mes, qué hacer para resolver el problema de los alienígenas pero, sobre todo, cómo liberar a su amigo de la conexión sin arriesgarse a dañarlo.

      Había cerrado los ojos y estaba a punto de dormirse cuando un ruido le asustó, oía unos pasos caminar despacio que hacían crujir la madera de las escaleras que conducían a su cuarto. Al principio creyó que habían vuelto sus padres, luego, vista la hora, pensó que era demasiado temprano. Un pensamiento hizo que se le helase la sangre en las venas, se levantó de repente de la cama, puso la almohada debajo de las sábanas para hacer creer que todavía estaba acostado, abrió la ventana y se escondió al lado del escritorio. La puerta se abrió lentamente, vio los ojos luminosos del robot mirar fijamente la cama, estaba a punto de salir de su escondite para correr hacia su amigo Raptor cuando un rayo láser hizo explotar la cama levantando una nube de plumas de oca, salidas desde la almohada escondida debajo de las sábanas.

      Joshua se precipitó, aterrorizado, fuera de la ventana, sobre el techo de tejas y madera inferior, corrió hacia el tubo del canalón, se aferró a él, se dejó deslizar hasta la planta baja y comenzó a correr. Vio al robot saltar desde la ventana para perseguirlo pero las tejas, bajo su peso y la impetuosidad del salto, se rompieron haciéndolo resbalar y caer desde el primer piso. El golpe produjo un ruido ensordecedor, el robot se quedó quieto y sus ojos luminosos se apagaron. Joshua se paró para esperar, vio que el robot no se movía y decidió, por lo tanto, volver sobre sus pasos.

      Durante un momento había creído que aquel robot era su amigo, pero ahora que lo observaba con atención a la luz de las farolas de su villa, se dio cuenta de que la mascarilla no era la de plexiglás que él había pegado sobre la cara de Raptor, sino como aquella que se había roto en el bosque.

      « ¡Mierda! Han construido otro robot,» pensó contrariado.

      Mientras levantaba la mascarilla para abrir el habitáculo del piloto, vio a otro alienígena, también vestido como el anterior, pero se quedó sin aliento al descubrir que esta vez habían aprendido la lección y habían dotado al piloto con un casco y un cinturón de seguridad. Intentó, lo más rápido que pudo, de desatarlo, pero no lo conseguía y el corazón batía en su pecho como un tambor, haciendo que le latiesen las venas de la frente y enrojeciendo su rostro. Habría debido escapar pero era demasiado tarde, los ojos del robot se habían encendido otra vez y se sintió perdido.

      Finalmente lo consiguió, el cinturón se había abierto, él había cogido al alienígena y había intentado de levantarse para irse rápidamente pero el robot lo había cogido por el pijama y no parecía querer soltarlo, las palabras de su amigo resonaban en su cerebro:

      «Con el comandante anterior la conexión no era buena, su mente no le permitía alejarse más allá de los veinte centímetros.»

      Se retorció y alejó la mano que tenía al alienígena llevándola lo más lejos posible del robot. Vio los ojos del autómata apagarse y su brazo metálico soltar el agarre de su pijama. Joshua dio un suspiro de alivio y quedó jadeante en tierra para recuperarse del miedo.

      El alienígena se agitaba, daba patadas y puñetazos sobre su mano, decidió, por lo tanto, ponerlo en un sitio seguro. El muchacho corrió al cobertizo para buscar un lugar en el que poder encerrar a la pequeña y recalcitrante lagartija. Se acordó del terrario en el que había tenido unas serpientes que sus padres le habían regalado cuando era niño y que él había cuidado con celo. Quitó el casco y los vestidos al pequeño para evitar que alguien comprendiese su verdadera naturaleza y lo metió en el contenedor que había encontrado encima de un estante. Aquel ser verdoso saltaba como si estuviese endemoniado, daba patadas y puñetazos contra el vidrio, pero no podría jamás salir del sólido terrario.

      Miró a su alrededor, raptor había desaparecido, intentó llamarlo mentalmente y vio, a través de sus ojos, el cielo lleno de estrellas en aquella espléndida noche de primavera. Entendió que lo estaban robando, hizo que mirase a su alrededor para ver en qué situación se encontraba y observó otros dos robots que lo transportaban manteniéndolo cogido por los pies y por los hombros.

      «Raptor, amigo mío, ¿qué está pasando?» preguntó angustiado.

      «Me han inmovilizado y me están llevando a la base, no consigo moverme.»

      «No conseguirán desconectarte de mí mientras esté vivo. Intentaré ir lo antes posible a salvarte.»

      « ¡No! Es demasiado peligroso, ¿qué puede hacer un chaval contra dos robots?» dijo casi llorando.

      « ¿Dónde está la base? ¿Dónde se encuentra?» preguntó Joshua.

      «Está dentro del lago, en el centro del bosque, donde nos hemos encontrado.»

      « ¡Malditos! ¿Cómo habrán conseguido construir tres robots en tan poco tiempo?» pensó el muchacho mientras corría hacia su casa.

      Habría querido conectarse con el nuevo autómata para ir a salvar a su amigo pero tenía que una nueva conexión pudiese desconectar la anterior.

      En cuanto llegó al interior de la casa subió corriendo las escaleras, cogió el teléfono móvil y llamó a Lucas.

      «Tengo un robot alienígena para ti. Lucas, ven corriendo.»

      «Estoy en la cama, estaba durmiendo, ¿no podemos dejarlo para mañana?»

      «»

      «No, ven corriendo o no lo tendrás jamás.»

      «Vale, ya voy» dijo Lucas saltando de la cama y comenzando a vestirse.

      Pasaron unos pocos minutos y el amigo llegó despeinado y con las señales de la almohada sobre la cara.

      « ¿A qué viene tanta prisa? ¿Quieres decirme qué ha sucedido?» preguntó Lucas bostezando.

      «Dos robots alienígenas han atado y raptado a mi amigo Raptor, lo están llevando al lago, me debes ayudar»

      « ¿Cómo?»

      «Ven conmigo» dijo Joshua invitando al amigo a seguirle al otro lado de la casa donde se encontraba todavía tumbado el robot que había irrumpido en su habitación.

      Se acercó al autómata e, indicando un punto en el habitáculo, exclamó:

      «Debes tocar ese cuadrado verde delante del asiento»

      Lucas obedeció y, después de acercarse al robot, metió el dedo índice a través de la fisura para tocar el cuadrado del interior del habitáculo. Una corriente como la que había golpeado a Joshua le hizo perder el sentido. El pequeño genio intentó de todo para que recobrase la consciencia en el menor tiempo posible.

      « ¡Despierta, Lucas! ¡Despierta!» gritó ahora ya preso de la desesperación.

      El amigo se recobró lentamente y parecía un poco confuso, los ojos del robot se habían encendido, por lo tanto la conexión había tenido éxito.

      « ¿Consigues controlarlo?» le preguntó al, cada vez más confuso, amigo.

      «Espera, está haciendo una conversión. OK, ahora sí, está listo.»

      «Rápido, tenemos que irnos» gritó Joshua.

      Lucas hizo que el robot se levantase y junto con el amigo comenzó a correr hacia el bosque. СКАЧАТЬ