7 Compañeras Mortales. George Saoulidis
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Читать онлайн книгу 7 Compañeras Mortales - George Saoulidis страница 13

Название: 7 Compañeras Mortales

Автор: George Saoulidis

Издательство: Tektime S.r.l.s.

Жанр: Зарубежное фэнтези

Серия:

isbn: 9788835400714

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      ―¿Sí?

      Horace se apoyó en las cajas del almacén.

      ―Quiero ser el gerente.

      Nico sonrió y movió unas cajas, ordenándolas.

      ―No hay puesto de gerente.

      ―Exactamente. Hazlo y dámelo.

      El hombre estiró la espalda y le miró fijamente durante un momento, reflexionando sobre ello. Entonces agitó la cabeza y Horace pudo ver el rechazo que se avecinaba. Así que le interrumpió:

      ―¿Cómo están los niños?

      ―Oh, ya mayores. Estamos muy bien, gracias por preguntar.

      ―¿No disfrutarían de unas vacaciones de verano con su padre, por una vez? ―Horace sabía dónde apretar.

      ―Bueno, supongo. Desde que construí Zillions no me he podido escapar, ¡es la temporada más ocupada! No tiene sentido para mí ―gruñó Nico.

      ―Naturalmente. ―Horace tomó la tableta de las manos del hombre y se hizo cargo sin problemas, catalogando el inventario como lo había hecho tantas veces. Suspiró, haciendo una comprobación cruzada de las cajas―. Hay tanto trabajo… ¿y en quién confiarías para manejar el local mientras no estás?

      Nico tenía la boca abierta, se quedó ahí titubeando sílabas.

      Horace siguió trabajando, revisando toda la pila. Luego, sin pensarlo dos veces, empezó la siguiente. Eran siropes, toneladas de sabores para elegir. Se volvió hacia su jefe por un segundo y le dijo:

      ―¿Podrías poner esta pila en el refrigerador ya que ahí, por favor? No queremos que se derritan las chispas de chocolate.

      Nico gruñó, pero sonó agradecido.

      ―Claro. ―Llevó la pila de cajas al refrigerador y regresó hacia Horace. Le dio una palmada en el hombro y apretó la mano. El hombre era vigoroso, incluso antes de toda una vida de cargar cajas.

      ―Parece ―dijo― que tendré que darle las buenas noticias a mi esposa e hijos. Nos vamos de vacaciones, ya que tengo un gerente de confianza que cuida de la tienda por mí.

      Ava le sonrió. Era imposible ignorarla, llamaba la atención con su postura sola. No es que le diera más importancia. Parecía algo mayor pero bastante sexy, de esa manera en que se mantienen bien las mujeres ricas, con una combinación de pilates, bótox y sesiones de spa muy caras.

      El hecho de que ella lo mirara hambrienta a través de sus lujosas gafas de sol también ayudaba.

      ―Excelente. Sabía que lo tenías dentro. ―Se levantó con gracia y abrió el puño. Sopló suavemente sobre la palma de su mano.

      Horace revisó la aplicación antes de que llegara la notificación. El token estaba allí, flotando y girando en todo su esplendor de realidad aumentada. Decía Codicia en griego, ΦΙΛΑΡΓΥΡΙΑ.

      Tokens de Pensamientos Malignos:

      Gula 1

      Lascivia 0

      Avaricia 1

      Soberbia 1

      Envidia 0

      Ira 1

      Desidia 2

      Horace se dio cuenta de que se estaba enganchando a todo esto. Sin mencionar que, a pesar de que aquellas damas estaban poniendo su vida patas arriba, todo parecía ir bien.

      Hasta ahora.

      Capítulo 16: Evie

      Evie estaba cocinando sola en su apartamento. Horace acababa de cancelar su noche de cine con un mensaje. Otra vez.

      Tal vez debería vestirse, arreglarse e ir a ver qué estaba pasando allí.

      ¿Qué hora era? Once. Aunque se duchara con agua fría ahora mismo, necesitaría al menos una hora para recuperarse. Trató de desenredarse el pelo. ¡Uf! Qué desastre. Y además tardaría media hora más en llegar allí, lo que la dejaría tirada en Kifisia después de medianoche sin forma de volver. Podría pillar un taxi a su casa pero pagando doble tarifa y en realidad, realmente, no podía permitírselo ahora mismo.

      Con estos pensamientos revoloteando en su mente decidió empezar a prepararse y dejar de perder el tiempo. Podría cambiar de opinión en cualquier momento, se dijo.

      Se preparó, se salpicó con agua fría, se afeitó las piernas, se cepilló el pelo…, hizo todo el cambio de imagen en tiempo récord.

      No quería parecer desesperada, así que se puso una camiseta y unos vaqueros. Pero con maquillaje.

      Se miró en el espejo por enésima vez.

      Cierto.

      ¿Cómo lo había dicho Horace? ¿Ir o no ir?

      Lo pensó, rumiando el pensamiento en su mente. Estaba a punto de desintegrarse.

      ¿Por qué se sentía así? ¿Era porque Horace había encontrado de repente a alguien con quien vivir? Podría ser sólo una compañera de piso. Pero nunca son solo compañeros de piso, ¿no? Esa era una de las principales razones por las que ella nunca aceptó su oferta de mudarse. El transporte no le importaba tanto como hacía ver.

      Agitó la cabeza. No, no eran celos. Horace era su amigo y, como hombre, solo podía pensar con la polla. Y una mujer extraña, posiblemente drogadicta, que de repente se había mudado ahí era demasiado sospechosa. Querían aprovecharse de él. Robarle. Tal vez peor, sacarle los riñones y venderlos en el mercado negro.

      Necesitaba salvar a su amigo.

      Tenía que hacerlo.

      Se puso brillo de labios.

      Ir.

      Capítulo 17: Evie

      Evie miró el timbre de la puerta junto a la entrada del edificio.

      Ya estaba oscuro, y los árboles hacían la atmósfera húmeda y fresca. Se agarró a su bolso y se dio una bofetada.

      «¿Qué es lo que te pasa? Has hecho esto un millón de veces», murmuró para sí misma.

      Entonces tocó el timbre.

      Horace abrió la puerta. Ella le sonrió y él le devolvió la sonrisa algo incómodo.

      ―¡Evie! Yo, hum…, había cancelado. ¿No recibiste mi mensaje?

      ―Oh, sí, recibí tu mensaje. Pero he venido para protegerte.

      ―¿De qué? ―preguntó él, pero ella lo empujó a un lado y entró, lista para cualquier СКАЧАТЬ