Traicionada (Libro # 3 Del Diario Del Vampiro). Morgan Rice
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СКАЧАТЬ de las masas de seres humanos que clamaban por salir de la isla. Eran detenidos por elementos de autoridad. Las venas de Kyle hervían ante la idea.

      Entonces, se le ocurrió algo. ¿Por qué no dejar que algunos humanos salieran de la isla? De hecho, eso serviría a su propósito. Desparramarían la plaga más lejos. A Brooklyn, para empezar. Sí, eso podría ser muy conveniente, totalmente.

      De repente Kyle se elevó de nuevo en el aire y voló hacia el pie del puente de Brooklyn. Inmediatamente, los cientos de vampiros lo siguieron pisándole los talones.

      Bien, pensó. Eran leales y obedientes, y no hacían preguntas. Sin lugar a dudas, éste será un ejército muy útil.

      Kyle aterrizó en la base del puente de Brooklyn, sobre el capó de un auto, y los cientos de vampiros aterrizaron sobre otros autos, el sonido de sus botas clic - clac cuando tocaron el suelo.

      De repente, las bocinas de los autos empezaron a sonar. Parecía que a los humanos no les gustaba que la gente caminara sobre sus autos.

      Nuevamente, la ira se apoderó de Kyle, quien pensó en la ingratitud de estos patéticos humanos, haciendo sonar sus bocinas cuando él había llegado para ayudarlos.

      De pie sobre el capó de un SUV de Saab, que sonaba su bocina, él se detuvo. Había estado a punto de saltar al suelo para hacer frente a los militares pero, en cambio, se volvió lentamente y miró a través del parabrisas a la familia que lo miraba con furia.

      Era una típica familia fresa. En el asiento delantero, se encontraba el marido y la mujer, en sus 40s, y detrás de ellos, sus dos hijos. El marido bajó la ventanilla y agitó el puño hacia Kyle.

      " Quítate de mi capó! " gritó el hombre.

      Kyle, de pie sobre el capó, se hincó sobre una rodilla, se tiró hacia atrás, y lanzó su puño a través del parabrisas. Agarró al hombre por el cuello de su playera y, en un solo movimiento, lo jaló hacia él a través del parabrisas. Había vidrio rotos por todas partes, mientras los gritos de la esposa y los hijos del hombre iluminaban la noche.

      Sonriendo, Kyle se puso de pie sobre el capó, levantó al hombre por sobre su cabeza.

      El hombre gemía y lloraba, su cabeza estaba cubierta de sangre por los cristales rotos.

      Kyle retrocedió y, con una amplia sonrisa, arrojó al hombre por el aire como si fuera un avión de papel. El hombre voló a cientos de metros y aterrizó en medio del tráfico, sobre el capó de otro auto. Muerto, Kyle esperaba.

      Kyle regresó a lo que se traía entre manos. Saltó del coche y corrió hacia los enormes tanques que bloqueaban el puente. Podía sentir detrás de él a los cientos de soldados que lo seguían.

      A medida que se acercaba, todos los soldados se ponían más y más tensos. Varios de ellos levantaron sus ametralladoras y le apuntaron.

      Había un perímetro sin coches ni gente a unos cien metros de distancia de los tanques, uno que nadie parecía dispuesto a cruzar.

      Pero Kyle felizmente cruzó la línea, y caminó de frente hacia el espacio abierto, directamente hacia el tanque.

      " ¡Alto! " un soldado gritó por un megáfono . "¡No se acerque más! ¡Dispararemos en el acto!"

      Kyle sonrió ampliamente mientras seguía marchando, directamente hacia el tanque.

      "Dije ¡NO SE MUEVA! " El soldado volvió a gritar. "¡Esta es tu ÚLTIMA advertencia! Hay un toque de queda en vigor. ¡Tenemos órdenes de disparar contra cualquier persona por la noche! "

      Kyle sonrió aún más.

      " Soy el dueño de la noche", respondió.

      Kyle continuó caminando hacia ellos y, de repente, ellos abrieron fuego. Docenas y docenas de soldados dispararon sus ametralladoras hacia Kyle y sus hombres.

      Kyle sintió el dolor de las balas que rebotaban en su cuerpo. Una tras otra, todas rebotaban en su pecho y brazos y la cabeza y las piernas. Se sentían como gotas de lluvia, pero más fuerte. Sonrió ante estas patéticas armas de los humanos.

      Kyle vio las expresiones de horror en los rostros de los soldados, en tanto empezaban a darse cuenta de que él ni se inmutaba. No podían entender cómo él podía seguir caminando. Así como sus seguidores.

      Pero los soldados no tuvieron tiempo para reaccionar. Kyle se acercó al tanque más cercano, se deslizó debajo, colocó ambas manos debajo de los peldaños, y con una fuerza sobrehumana, lo levantó por encima de su cabeza. Caminó varios metros, cargando el tanque por encima de su cabeza, hasta la barandilla del puente. Al poder mantener el equilibrio, varios soldados cayeron del tanque mientras él caminaba. Pero docenas de otros soldados se aferraron, agarrando el metal, tratando de sostenerse a como diera lugar.

      Gran error.

      Kyle dio tres pasos a la carrera, alzó de nuevo el tanque, y lo lanzó por todo lo que valía la pena.

      El tanque se fue volando por el aire, docenas de pies, limpiando la orilla del carril.

      Viajó por los aires sobre el puente de Brooklyn, cayéndo cientos de metros hacia el río. El tanque giró y giró, y los soldados gritaban mientras se soltaban, cayendo en picada. Finalmente, el tanque tocó el agua arrojando enormes cantidades de agua.

      De repente, el tráfico se desatascó. Sin dudar, los ansiosos neoyorquinos pisaron el acelerador, y los autos se apuraron por el carril ahora abierto del puente. En cuestión de segundos, cientos de autos corrían fuera de Manhattan. Kyle miraba las caras de los conductores al pasar, muchos ya estaban infectados con la peste.

      Kyle sonrió ampliamente. Iba a ser una noche hermosa.

      TRES

      Samantha observó las monumentales puertas dobles abrirse y crujir ante ella, y sintió un agujero en el estómago. Escoltada por varios guardias vampiros, entró a la sala de audiencias de su líder. No la estaban sujetando - nunca se atreverían - pero la acompañaban de cerca, y el mensaje era claro. Ella seguía siendo uno de ellos, pero estaba bajo arresto domiciliario, al menos hasta que tuviera su encuentro con Rexius. Él la había convocado como un soldado, pero también la estaba convocando como un prisionero.

      Las puertas se cerraron con un golpe detrás de ella, y ella pudo ver que la enorme sala estaba llena. No había visto una convocatoria de este tipo en años. Había cientos de compañeros vampiros en la habitación. Era claro que todos querían ver, saber las noticias, qué había ocurrido con la Espada. Cómo ella había permitido que se la quitaran.

      Sobre todo, era probable que deseaban verla castigada. Sabían que Rexius era un líder implacable y que incluso el más pequeño error exigía un castigo. Una transgresión de esta magnitud ameritaba un castigo extravagante.

      Samantha lo sabía. No intentaba escapar de su destino. Había aceptado una misión, y había fracasado. Había encontrado la Espada , sí, pero también la había perdido. Había permitido que Kyle y Sergei se la robaran.

      Todo pudo haber sido perfecto. Recordaba claramente la Espada, allí, sobre el piso de la Capilla del Rey, en el pasillo, a unos pocos metros de su alcance. Estaba a sólo unos segundos de tenerla, de cumplir su misión, de ser la heroína de su cofradía.

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