Название: Matar
Автор: Dave Grossman
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: General
isbn: 9788415373926
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Cuando Surdo se dio cuenta de lo que estaba pasando, salió corriendo de la jungla maldiciendo en español y disparando su AK hacia la lancha mientras esta desparecía. Los campesinos nicaragüenses son unos hijos de puta y unos soldados duros. Pero no son asesinos. Me pude a reír a carcajadas de alivio y orgullo mientras empaquetábamos y nos disponíamos a partir.
Doctor John
«American in arde»
Nótese la naturaleza de tal «conspiración para errar». Sin que nadie dijera nada, todos y cada uno de los soldados que estaba obligado y adiestrado para disparar optó, como sin duda lo han hecho miles y miles de soldados a lo largo de los siglos, por ejercer el truco de la incompetencia. Y, al igual que el pelotón de fusilamiento mencionado anteriormente, estos soldados sintieron un gran placer íntimo por haberle ganado la partida a aquellos que querían que hicieran lo que ellos no estaban dispuestos a hacer.
Lo que resulta incluso más llamativo que las instancias de postureo, e igualmente indiscutible, es el hecho de que un número significativo de soldados en combate no opta por disparar por encima de la cabeza del enemigo, sino que no dispara en absoluto. En este sentido, sus actos se asemejan mucho a las acciones de esos miembros del reino animal que se «someten» pasivamente a la agresión y la determinación de su oponente, en vez de huir, luchar, o adoptar una postura.
Ya tratamos antes las conclusiones del general S. L. A. Marshall sobre la tasa de disparos de entre el 15 y el 20 por ciento de los soldados estadounidenses en la segunda guerra mundial. Tanto Marshall como Dyer señalan que la dispersión del campo de batalla moderno fue probablemente un factor decisivo en esta baja tasa de fuego, y la dispersión es, sin duda, un factor en una compleja ecuación de mecanismos limitadores y propiciadores. Sin embargo, Marshall apunta que, incluso en situaciones en las que había varios fusileros juntos en una posición bajo avance enemigo, lo probable era que solo uno disparara mientras que los demás se ocupaban de tareas tan «vitales» como llevar mensajes, suministrar munición, atender a los heridos y detectar objetivos. Marshall deja claro que, en la mayoría de los casos, los que disparaban eran conscientes del gran número de fusileros a su alrededor que no estaban disparando. La inacción de estos individuos pasivos no parecía tener un efecto desmoralizador en los que realmente disparaban, antes bien, la presencia de los que no disparaban parecía permitir a los que sí disparaban que continuaran haciéndolo.3 3
Dyer sostiene que todas las demás fuerzas en los campos de batalla de la segunda guerra mundial debieron tener más o menos la misma tasa de soldados que no disparaban. Si, dice Dyer, «una proporción más grande de japoneses o alemanes hubiera estado dispuesta a matar, entonces el volumen de fuego que hubiera producido habría sido cuatro o cinco veces superior al que hubiera sido de haberse tratado de un número similar de estadounidenses; pero no fue el caso».4
Existe una amplia variedad de indicios que indican que las observaciones de Marshall son de aplicación no solo a los soldados estadounidenses, o incluso a los soldados de la segunda guerra mundial de ambos bandos. En realidad, hay datos contundentes que indican que esta singular falta de entusiasmo por matar a un semejante ha existido a lo largo de la historia militar.
Un estudio de 1986 de la división de estudios de campo del British Defense Operational Analysis Establishment empleó estudios históricos de más de un centenar de batallas de los siglos xix y xx así como ensayos en los que se usaban armas con láser pulsado para determinar la efectividad a la hora de matar esas unidades históricas. El análisis fue diseñado, entre otras cosas, para determinar si los números de no tiradores de Marshall eran correctos en otras guerras anteriores. La comparativa entre el rendimiento en combate en el pasado con el rendimiento de los sujetos que participaron en el ensayo (que no mataban con sus armas y no corrían un peligro físico por parte del «enemigo») determinó que el potencial para matar en la segunda circunstancia era mucho mayor que las bajas reales históricas. Las conclusiones de los investigadores apoyaban claramente los hallazgos de Marshall, y apuntaban a una «negativa a participar en combate como el factor principal» que mantenía la tasa histórica real de muertes significativamente por debajo de los niveles conseguidos en los ensayos con láser.
Pero no necesitamos ensayos con láser y reconstrucciones de batallas para determinar que muchos soldados han rechazado participar en combate. Los indicios siempre habían estado ahí; solo hacía falta mirar.
1 En inglés, Battle of the Wildernes. Batalla librada entre el 5 y el 6 de mayo de 1864.
2. La distribución universal de las armas automáticas es probablemente responsable de este mayor número de disparos por muerte. Gran parte de estos disparos correspondería a fuego de supresión y fuego de reconocimiento. Y en su mayor parte provenía de armas de fuego operadas por servidores de la pieza (por ejemplo, ametralladoras de escuadrón, tiradores de puerta en helicópteros y Miniguns montadas en aeronaves que disparan miles de balas por minuto) que, tal y como se mencionó, casi siempre disparan. Pero incluso cuando se tienen en consideración estos factores, el hecho de que se disparara tanto y que tantos soldados individuales quisieran disparar indica que en Vietnam ocurrió algo distinto e inusual. Este asunto se aborda con más detalle más adelante, en la sección titulada «Matar en Vietnam».
3. Se trata de un concepto importante. Tanto en esta sección como más adelante comprobaremos el papel crucial de los grupos (incluidos los que no disparan) y los líderes cuando abordemos «Una anatomía del acto de matar».
4. Marshall también señala que, si un jefe se acercaba a un individuo y le ordenaba disparar, entonces lo hacía. Pero tan pronto como la autoridad que exigía obediencia se iba, los disparos dejaban de oírse. No obstante, el objeto de esta sección es el soldado medio armado con un rifle o mosquete y su aparente negativa a matar en combate. El impacto de la autoridad que exigía obediencia y el efecto de los procesos grupales en las armas operadas por servidores de la pieza, es decir, ametralladoras, que casi siempre disparan, y armas claves (como los lanzallamas y los rifles automáticos) que suelen disparar, se aborda en «Una anatomía del acto de matar».
La idea de que las únicas alternativas en un conflicto son luchar o huir está inserta en nuestra cultura, y nuestras instituciones educativas han hecho muy poco para cuestionarla. La política militar estadounidense la ha elevada a ley natural.
Richard Strozzi-Heckler
In Search of the Warrior Spirit
2 Los que no dispararon a lo largo de la historia
Los que no dispararon en la Guerra de Secesión
Imagínate a un nuevo recluta en la Guerra de Secesión estadounidense. Con independencia del bando en el que estuviera, o si lo habían llamado a filas o se había alistado, su instrucción hubiera consistido en soporíferos ejercicios repetitivos. El poco tiempo que hubiera para instruir al más bisoño recluta se dedicaba a repetir una y otra vez la maniobra de cargar el arma, y cualquier veterano de incluso unas pocas semanas podía cargar y disparar un mosquete sin pensarlo.
Los líderes entendían el combate como algo consistente en largas líneas de hombres disparando al unísono. Su objetivo era convertir al soldado en un pequeño engranaje en la máquina, СКАЧАТЬ