Название: Principios del entrenamiento de la fuerza y del acondicionamiento físico NSCA (Color)
Автор: G. Gregory Haff
Издательство: Bookwire
Жанр: Сделай Сам
Серия: Entrenamiento Deportivo
isbn: 9788499107424
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Resulta interesante que, por lo que concierne a los linfocitos B, se observase una regulación al alza de los receptores de glucocorticoides en hombres y mujeres antes, durante y después del ejercicio durante una hora (52). Sin embargo, ante un protocolo duro de 5RM, las mujeres no mostraron un incremento en las concentraciones de cortisol en sangre, cosa que sí sucedió en los hombres. Esto indica diferencias en el estímulo entre sexos, si bien son similares las respuestas de los receptores de las células inmunitarias al cortisol. Estos datos indican que los distintos tejidos de destino pueden responder de manera diferente al cortisol, así como a otras señales hormonales.
Es probable que se observen grandes diferencias en el papel fisiológico del cortisol en las respuestas agudas frente a las crónicas al ejercicio resistido. Las respuestas agudas del cortisol tal vez reflejen el esfuerzo metabólico del ejercicio, mientras que los aspectos crónicos quizá intervengan sobre todo en la homeostasis tisular concerniente al metabolismo de las proteínas (45, 51). Por tanto, el papel del cortisol en el sobreentrenamiento, el desentrenamiento o las lesiones puede ser crítico cuando se observa atrofia del tejido y disminución de la capacidad de producción de fuerza (133). Estos roles todavía se tienen que demostrar; no obstante, el papel del cortisol en la función supresora de las células del sistema inmunitario (p. ej., células B y T) tiene un impacto directo sobre la recuperación y remodelación del tejido del músculo esquelético. Este impacto del cortisol sobre las células inmunitarias puede ser enorme y su principal efecto es «desactivar» las funciones de las células inmunitarias, lo cual contribuye parcialmente a la inmunosupresión observada tras un esfuerzo intenso (51). Con ejercicio resistido con grandes cargas, la expresión de los receptores de glucocorticoides en las células B disminuyó con el ejercicio y aumentó durante la recuperación, lo cual demuestra una mayor capacidad transportadora, lo que a su vez redujo la actividad de las células B durante la recuperación (52). Los efectos se atenuaron un tanto en las mujeres en comparación con los hombres de similar nivel de entrenamiento, lo cual reveló una diferencia en la magnitud de las respuestas entre sexos.
Catecolaminas
Las catecolaminas —sobre todo la adrenalina, pero también la noradrenalina y la dopamina— son secretadas por la médula suprarrenal y son importantes para la expresión aguda de fuerza y potencia, puesto que las hormonas actúan como estimuladores motores centrales y dilatadores vasculares periféricos, y potencian los sistemas enzimáticos y la liberación de calcio en el músculo (95). Por tanto, el esfuerzo inducido por ejercicio resistido causa efectos similares a los de la respuesta clásica de lucha o huida. La importancia de las catecolaminas durante el ejercicio resistido se puso de manifiesto con el hallazgo de que los hombres con una mayor liberación de catecolaminas inmediatamente antes y durante una sesión dura de ejercicio resistido eran más capaces de mantener la producción de fuerza durante toda la sesión (53). El papel de las catecolaminas en la estimulación del crecimiento del tejido muscular no está tan claro, pero sí que estimulan otras hormonas anabólicas.
Papel de las catecolaminas
Las funciones fisiológicas de la adrenalina y la noradrenalina en el músculo son las siguientes:
•Aumentar la producción de fuerza a través de mecanismos centrales, así como la actividad de las enzimas metabólicas.
•Estimular la velocidad de contracción muscular.
•Elevar la tensión arterial.
•Incrementar la disponibilidad de energía.
•Intensificar el riego sanguíneo de los músculos (vasodilatación).
•Aumentar los índices de secreción de otras hormonas, como la testosterona.
Las catecolaminas parecen reflejar las exigencias elevadas y el esfuerzo físico de los protocolos de ejercicio resistido (105). Se ha demostrado que la exigente rutina de ejercicio resistido (10 ejercicios, tres series) de alta intensidad (10RM) y descansos cortos (10-60 segundos entre series y ejercicios), que suelen usar los fisioculturistas para desarrollar la fuerza y potenciar la hipertrofia, mantiene un incremento de los niveles plasmáticos de noradrenalina, adrenalina y dopamina durante cinco minutos tras el ejercicio (105). Además, la adrenalina guarda correlación con las concentraciones de lactato acumuladas por el esfuerzo físico. Las respuestas suprarrenales no intervienen en las respuestas de la recuperación hasta que se interrumpe el esfuerzo. Algunos péptidos endógenos opioides (proencefalinas) son secretados por la médula suprarrenal e influyen en el sistema inmunitario, lo cual es crítico para la recuperación del esfuerzo físico (182). Si el entrenamiento no es variado, el esfuerzo continuo mantiene activa la glándula suprarrenal y, por tanto, la recuperación se difiere por las respuestas secundarias del cortisol y por sus efectos negativos sobre las células del sistema inmunitario y las estructuras proteicas. A largo plazo, un esfuerzo elevado y continuo puede incluso derivar en agotamiento suprarrenal, momento en el que disminuirá la capacidad de la médula suprarrenal para liberar catecolaminas.
Adaptaciones de las catecolaminas al entrenamiento
Se ha demostrado que el entrenamiento resistido intenso eleva la capacidad de los atletas para secretar más adrenalina durante esfuerzos máximos (104). También se ha sugerido que el entrenamiento reduce las respuestas de la adrenalina a una sesión de solo press de banca (68). Como la adrenalina interviene en el control metabólico, en la producción de fuerza y en los mecanismos de respuesta de otras hormonas (como la testosterona, las GH y los IGF), probablemente la estimulación de las catecolaminas sea uno de los primeros mecanismos endocrinos que responde al ejercicio resistido.
Otras consideraciones sobre las hormonas
Cierto número de hormonas intervienen en el mantenimiento de la función normal del organismo y en las respuestas adaptativas del cuerpo al entrenamiento resistido (26, 45, 46, 76, 87, 97, 107). Aunque nos centremos en una o dos hormonas por su intervención en una función fisiológica concreta, otras hormonas tienen que crear un medio óptimo en que se desarrollen las acciones de las hormonas principales. Hormonas como la insulina, las hormonas tiroideas y la endorfina β se han vinculado con el crecimiento, reparación, analgesia y mecanismos de adaptación al esfuerzo físico; desafortunadamente, son pocos los datos de que se dispone sobre sus respuestas y adaptaciones al ejercicio o entrenamiento resistidos (48, 116, 120). Debido al control homeostático relativamente estrecho sobre la secreción de insulina y la hormona tiroidea en personas sanas, no deben esperarse en esta población adaptaciones crónicas al entrenamiento de las concentraciones circulantes en reposo de estas hormonas. Aunque se han observado mejoras СКАЧАТЬ