Название: Meditaciones sobre la oración
Автор: Carlo Maria Martini
Издательство: Bookwire
Жанр: Документальная литература
Серия: Sauce
isbn: 9788428830799
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Regresaron los setenta y dos alegres, diciendo:
–Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.
Él les dijo:
–Yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad, os he dado el poder de pisar serpientes y escorpiones y sobre cualquier poder del enemigo, y nada os podrá hacer daño; pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén escritos en los cielos...
En aquel mismo instante exultó Jesús en el Espíritu Santo, y dijo:
–Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre; y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.
Y volviéndose a los discípulos les dijo aparte:
–¡Dichosos los ojos que ven lo que veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron.
«En aquel mismo instante exultó Jesús en el Espíritu Santo» (Lc 10,21). Al decir «en aquel mismo instante», el evangelista conecta el regocijo de Jesús con el contexto inmediato del fragmento evangélico. Mateo, en cambio, trae las mismas palabras, pero fuera de un contexto preciso (Mt 11,25). Lucas inicia este capítulo con una acción misionera; enseguida relata un gesto de caridad (la parábola del samaritano) y acaba con la oración contemplativa (Marta y María). En medio de estos elementos (misión, caridad-prójimo, oración contemplativa) es donde Lucas inserta y destaca la oración de Jesús.
JÚBILO Y ALEGRÍA
Esta oración, dice el texto, es de júbilo: Jesús exultó. La expresión ya la hemos encontrado en el Magnificat, donde María dice: “Mi espíritu se alegra [exulta] en Dios, mi Salvador» (Lc 1,47), retomando el cántico de Ana: «Mi corazón exulta en el Señor» (1 Sam 2,1).
La misma palabra aparece en otro cántico de la liturgia, un himno de agradecimiento de la ciudad amnistiada y liberada: «Mi alma exulta en mi Dios» (Is 61,10). Hay personas y situaciones que ya antes de Jesús expresan lo que sienten como júbilo: el cántico de Ana, el cántico de agradecimiento de Jerusalén, el cántico de María.
El júbilo subraya el estado de ánimo de quien, frente a un acontecimiento repentino e inesperado, pero alegre, se siente como sacado fuera de sí; esto hace que en su intimidad surja un profundo sentido de la alegría. Se trata de una conmoción interior por algo inesperado y bonito que llega del exterior y que sorprende, como por ejemplo una persona lejana a la que no se espera y que de repente vuelve y provoca júbilo y alegría al poder volver a verla. Si esperamos una mala noticia, es lógico que estemos llenos de pesimismo; pero si nos dicen que todo ha acabado bien se experimenta el júbilo.
En todo caso, es preciso distinguir entre el simple júbilo humano, como el de María, Ana o Jerusalén, y el júbilo de Jesús.
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