No somos niños. Catalina Donoso Pinto
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СКАЧАТЬ Me detendré un poco más en el ejemplo porque hay algunos detalles que ayudan a entender su pertinencia.

      El profesor está solo frente al computador, en el que parece ser el dormitorio principal de la casa. El espacio íntimo ha sido trocado en lugar de trabajo a través de la imagen de un mapa del mundo que cuelga de la pared ubicada a espaldas del entrevistado (es probable que haya sido instalado estratégicamente allí para la ocasión) y en la cama se sitúan muy ordenados algunos libros asociados al tema tratado, exponiendo de manera indiscutible su posición momentánea, utilería clave para adornar este territorio privado transformado en sede de lo público. Kelly habla, explica y responde las preguntas de su entrevistador, cuando intempestivamente la puerta que debía mantenerse como muro infranqueable se abre y por ella ingresa una niña de trenzas, haciendo gala de un baile del que solo ella conoce las reglas coreográficas. Esa primera entrada ya desarticula los signos que hasta entonces sostenían el código de la entrevista. La seriedad se rompe, la oficina se transforma. La niña se acerca al padre, el periodista lo advierte de la presencia de la pequeña y Kelly intenta neutralizarla con su brazo izquierdo, haciéndole notar cuál es el límite que no debe traspasar. En ese mismo momento entra el hermano menor, una guagua de menos de un año, desplazándose gracias a un andador y muy pronto entra la madre, agachada, intentando quedar fuera de cuadro, pero sin conseguirlo, y dando lugar al instante más jocoso de todo el video. La madre trata de sacarlos a ambos de la habitación: libros caen de su lugar temporal, niños lloran ante el brusco cambio en sus propósitos, madre e infantes reptan fuera de la escena hasta que un golpe brusco de la puerta nos deja otra vez frente a la escenografía original, que ya no puede volver a ser la misma. Hemos visto entrar a la infancia desarmando los códigos de la sociedad que la disciplina, irrumpiendo en su escenario para recordarnos su carácter artificial.

      Antecedentes de un tema de investigación

      El origen de mi trabajo en torno a la infancia se vincula con el tema de investigación de mi tesis doctoral. La primera intuición que me llevó a enfocarme en la representación de la infancia en el cine latinoamericano fue la recurrencia de la presencia de niños y niñas en películas que abordaban la marginalidad. De algún modo, había una potencia simbólica en esas figuras infantiles que exacerbaban las carencias y pesares de grupos humanos sufriendo desigualdad y abandono. Así comenzó un proceso que inicialmente se proyectó de manera ambiciosa (como suele ser la primera etapa de las tesis de grado), pensando abarcar desde mediados del siglo XX a inicios del XXI, para terminar enfocándose, modestamente, en cinco filmes latinoamericanos, ubicados temporalmente entre inicios de la década del cincuenta y fines de la de los sesenta. Una de las características relevantes de la perspectiva adoptada, partiendo de un corpus fílmico en que efectivamente los protagonistas eran niños y/o niñas, era la de intentar desentrañar un “lenguaje de la infancia” que la obra audiovisual proponía y que entraba en diálogo con algunas de las concepciones vinculadas a la infancia que como sociedad moderna hemos construido. El punto de partida fue reconocer esa carga simbólica asignada a la infancia, que supera la inscripción real de ciertos individuos particulares y sus biografías específicas, para entender la infancia como una arquitectura conceptual que no se ancla solamente en la existencia efectiva de niños y niñas, sino que se instala también en los imaginarios para servir diversos usos y prácticas.

      Dicho proyecto de investigación, constituyó solo una primera etapa de mi acercamiento al tema. Más tarde, tras adjudicarme un fondo de investigación del estado (Fondecyt Iniciación 2012), tuve la oportunidad de ampliar la exploración teórica de la infancia a partir de ejemplos más contemporáneos, que pusieran en diálogo la producción audiovisual con la literaria e incluso la teatral. Esta etapa duró dos años y significó complejizar la primera aproximación, pero sin renunciar a la perspectiva que ponía en juego el nivel temático (en que la presencia de personajes infantiles protagonistas era requisito fundamental) con el formal o estético, al proponer que las obras debían constituirse a sí mismas como discursos de infancia. En todos los casos, tal como había ocurrido en la investigación doctoral, me interesaban propuestas complejas, en las que la infancia fuera un espacio de conflicto, una entrada incómoda al aparato cultural. Tal como los hijos de Kelly en la famosa entrevista mencionada al inicio.

      En este libro se presentan los artículos provenientes de estas dos etapas de investigación. Casi todos ellos fueron publicados en revistas especializadas en versiones muy similares a las que aparecen aquí. He intentado agruparlos según algunas afinidades temáticas, y no en orden de escritura o publicación. Así, el libro se divide cuatro secciones: Un espejo deformado, Lenguaje, Espacios y tránsitos, Medios. La primera sección reúne textos en los que he querido enfatizar la capacidad de ciertas visiones de la infancia de no intentar reducirla en el acto de representación, sino devolver la mirada a la sociedad adulta que trata de definirla y cercarla. Son construcciones incómodas, donde la figura de niños y niñas nos mira de vuelta. En esta sección se encuentran los capítulos “El retorno de Los olvidados: la infancia como sumidero”, que revisa una de las más importantes piezas fílmicas del periodo mexicano de Luis Buñuel; “Sin imágenes del futuro: niños y adolescentes en dos filmes de Víctor Gaviria”, que analiza las visiones anómalas de niñas y niños presentadas en Rodrigo D. No futuro y La vendedora de rosas; y “El ojo que vigila: una lectura de la infancia en El planeta de los niños de Valeria Sarmiento”, que analiza un documental poco conocido de la realizadora chilena, cuya entrada en un mundo eminentemente infantil, desenmascara los juegos de poder y adoctrinamiento presentes en la construcción de este universo creado a la medida de menores de edad.

      El lenguaje es un tema que se relaciona con la infancia de manera estrecha. Ya sea porque esta última aparece como el lugar donde se desarrolla el proceso de adquisición del primero, como por las restricciones y regulaciones respecto de ejercer su derecho a hablar que sufre la infancia desde su posición subalterna. Este es el problema que se aborda en la segunda sección, desde la perspectiva de los siguientes artículos: “Tire dié: niño que habla”, donde se trata el uso del doblaje en el emblemático documental de Fernando Birri; y “Shunko y Dungún: infancia y lenguaje como territorio de conflicto”, en que a partir de dos filmes latinoamericanos de distintas épocas y géneros, se revisa la relación de los personajes infantiles y la reflexión respecto de lenguas vernáculas que desarrollan los filmes.

      La tercera sección pone atención en los espacios concretos asignados a cierto tipo de infante, así como los esfuerzos por parte de los protagonistas de movilizarse fuera de ellos, creando trayectos y detenciones inesperadas que desarticulan las preconcepciones del mundo adulto. Forman parte de esta sección los siguientes capítulos: “Niños errantes, la cámara como prisión o como puerta de salida”, una revisión de las películas Largo Viaje de Patricio Kaulen, Valparaíso mi amor de Aldo Francia y Crónica de un niño solo de Leonardo Favio; “Detención en movimiento: el no-adulto como fuerza rebelde en dos filmes chilenos contemporáneos” que analiza los espacios de tránsito transformados en lugares de permanencia en dos películas chilenas: Mami te amo de Elisa Eliash y Mitómana de Carolina Adriazola y José Luis Sepúlveda; “Sobre algunas estrategias fílmicas para una propuesta de primera persona documental”, el último capítulo de la sección, se dedica a abordar las experiencias como niñas exiliadas de Macarena Aguiló y Antonia Rossi, en los documentales El edificio de los chilenos y El eco de las canciones, respectivamente.

      La sección final recoge dos textos que, teniendo a la infancia como objeto de estudio, examinan su figuración en obras que se desarrollan como proyectos intermediales. Los capítulos que componen la sección son: “Infancia e intermedialidad: traducción de la experiencia en Joven y alocada, El futuro, El año en que nací, y Space Invaders”, que se dedica a revisar los cruces mediales en dos obras fílmicas, una teatral y una literaria; y “Paisajes de infancia en la memoria política: cine documental, novela y narrativa gráfica chilenos”, que examina una novela gráfica y dos historietas, intentando relacionar sus temáticas y puntos de vista con la tendencia ya reconocida en la literatura y el cine documental chileno, a reivindicar el lugar de la infancia como sitio válido desde donde interrogar y elaborar catástrofes de tipo social y político.

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